Capítulo 8: Murallas parte1

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Como cada mañana, Ciro había llegado a la base, aún algo molesta por el nuevo integrante. Le causaba náuseas y molestias solo verle la cara, así que decidía no salir tanto de su zona de trabajo para no tener que verlo y querer romperle la cara a pedacitos. Desde hace una semana, el jefe se había marchado a una de sus tantas misiones; al parecer, algo en la frontera había ocurrido y se necesitaba que lo solucionara lo antes posible. No se habían visto desde que la dejó en su casa la noche que salió con Nina. No se habían dirigido la palabra esa noche, pero solo necesitaban verse a los ojos para que él le dijera muchas cosas.

Ella solo pensaba en aquella vez, hace 6 años atrás, cuando el viejo Falciforme Brio la había obligado a tomar dos opciones: ser la encargada de cuidar a alguien importante y sacar su certificado de médico, o crear un nuevo experimento en el laboratorio. En esa época, con apenas 19 años, decidió lo primero, ya que estaba asqueada de estar encerrada y, como era prácticamente un castigo por su última escapada, cualquier cosa lejos del viejo la tendría calmada.

Esa mañana tan lúgubre y silenciosa, ella caminaba por los pasillos con sus implementos a conocer a su paciente. Ahí estaba, tendido en una cama inconsciente, quien sería su jefe años después.

 Ahí estaba, tendido en una cama inconsciente, quien sería su jefe años después

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—¡AHHH! —dio un gran grito. Ciro tomó su cabeza y se dio contra la mesa—. ¡No!

De inmediato, entró Richard, lleno de papeles, dejándoselos en la mesa.

—¡Ciro! ¿Qué mierda te hiciste? Bueno, no importa, ten. —Apuntó los papeles—. Necesito que me ayudes. Sé que ellos tienen el mismo problema, pero no sé cómo solucionarlo.

—Sí, sí... como sea, yo lo veré. —Tomó los papeles y los metió en una carpeta—. Tengo hambre, ¿por qué no vamos por un aperitivo?

—Acabas de tomar desayuno... pero está bien. —Él asiente y va hacia la puerta—. Lo que sí, no te pelees con el nuevo.

—¿Con quién?

—No te hagas, con Sebastián.

—¡No digas su nombre o te mato a ti también! —le gritó muy molesta.

—Calma, calma... no sé qué te habrá hecho, pero no es bueno que lo golpees cada vez que lo veas. —Ambos caminaban por el pasillo—. ¿Qué dirá el jefe si te ve? Hablando de jefe, sé que volvió y está en su oficina.

—¿Sí? ¿Qué hace, además de echar humo?

—Sé que está en reunión con la Señorita Danica.

—¿Y esa quién es? —Entraron a la cafetería. En la sección de dulces, Ciro mira por la vitrina los feos pasteles—. Deberían cambiar al chef.

—La señorita trabaja directamente en la zona de los límites, donde fue el ataque reciente.

La doctora toma una charola y saca un pedazo de pastel extraño, de color grisáceo.

Marraqueta mal maska'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora