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Yoongi

Las chicas eran mi debilidad. Yo ya lo sabía, claro, pero nunca antes había roto mis propias reglas por una chica.
Hasta la noche anterior.
El sudor me chorreaba por la cara. Agarré la pelota con las manos, levanté el brazo y la lancé. Maldije por lo bajo al fallar por segunda vez.
¿En qué carajos estaba pensando?
Ya me había decidido a darle dinero para que alquilara un departamento para ella, pero mis planes se habían desvanecido en una nube de humo en el mismísimo momento en el que la había visto aquella mañana. Había cambiado de idea en cuanto detecté el desafío que había en sus ojos oscuros, pero, sobre todo, cuando note esa tristeza que con tanto empeño intentaba ocultar.
Cogí la toalla limpia que Hoseok me lanzó de camino a los vestuarios y me
sequé la cara con ella. Estaba distraído, y el entrenamiento había sido un desastre.
Jimin apareció delante de mí, corriendo hacia atrás.
—¿Es que tu madre se ha olvidado de darte la teta esta mañana, Min?
Has jugado del asco
Le tiré la toalla a la cara.
—¿Adónde fuiste anoche? —me preguntó Jin, ignorando los quejidos
de Jimin.
—Eso. Te vi hablando con esa pedazo de tía en la disco. ¿Te la tiraste?
¿Por qué me apetecía tanto darle un puñetazo? Jimin siempre hablaba como si acabara de sacar la boca de un vertedero, pero eso nunca me había molestado.
Me di cuenta de que lo que no me gustaba nada era que hablara así de Connie
Me quité la camiseta empapada en sudor, hice una bola con ella y, sin sentir ni una pizca de culpa, se la tiré a Jimin a la cara.
—¿Que mierda te pasa? —se quejó.
Jin se echó a reír, pero se puso serio en cuanto se volvió para mirarme.
—¿Todo bien? —me preguntó.
Abrí la taquilla, cogí la mochila y me senté a horcajadas en el banco para
buscar una camiseta y unos vaqueros limpios.
—Sí. Necesito tener sexo y ya está.
Jimin resopló.
—Como si tuvieras algún problema en ese campo.
Si supiera que la noche anterior me habían dejado con un palmo de narices se habría reído de mi.
Cuando estaba a punto de ir a la ducha me llegó un mensaje:
Hannie: Hola, guapo. ¿Te apetece venir esta noche a casa? Mi roomie no está.
Fruncí el ceño.
—¿Quién es Hannie?
Jimin se acercó a hurtadillas para echar un vistazo a mi teléfono.
—Que!. ¿No te acuerdas de la chica de ingeniería que vino al entrenamiento la semana pasada?
Lo miré sin entender. Él movió la cabeza de un lado a otro.
—¿Cómo es posible que te hayas olvidado? Te guardó su número en el
teléfono. Una belleza —se puso las manos ahuecadas sobre el pecho—, un culo precioso, etcétera. ¿No caes
Me encogí de hombros.
—Me vale.
Jimin se puso a aullar como un maníaco. Le ignoré y le envié un mensaje a Hannie para decirle que la vería en una hora.
Esa noche pensaba olvidarme de Connie.

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⏰ Última actualización: Nov 07 ⏰

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