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Yoongi

Era un viernes por la noche, y el club estaba lleno de gente que bailaba y saltaba al ritmo de la música vibrante del Dj.
—¿Qué pasa contigo? —me gritó Jin al oído, y me dio un golpe amistoso en el brazo—. Es la segunda chica a la que rechazas.
Me encogí de hombros. Me parecía patético admitir que estaba aburrido del sexo y que tontear con chicas empezaba a parecerme monótono y patético.
Bueno, obvio, el sexo no estaba mal, pero últimamente estaba buscando algo distinto. Un desafío, tal vez. La emoción de perseguir a una chica, de que te lo ponga difícil.
Di un buen trago de cerveza.
—Tú también te aburrirías de comerte la misma mierda todos los
días —contesté.
Jimin soltó una carcajada y señaló a la pista de baile sin soltar la cerveza.
—Mira eso, hombre. ¡Increíble! —exclamó, emitiendo un silbido agudo.

En medio de la pista había una chica bailando danzando y lo hacía de una forma tan sensual que no pude evitar quedarme mirándola. Se movía como... No sé, pero la palabra sexo se me pasaba por la mente. Yo no era el único al que había seducido; había
otros muchos ojos puestos sobre ella. Tenía cintura de avispa y llevaba un vestido corto y ajustado al cuerpo como una segunda piel.
Y era de un color negro que llamaba al pecado. Que locura!
Creo que hasta babeé un poco cuando se inclinó e hizo un movimiento de con las caderas, de forma que su cabello largo y negro se meció alrededor de su estrecha cintura. Con esos tacones de aguja, sus piernas parecían medir un kilómetro.
—Mierda. A esta mujer me la tengo que llevar a casa —gritó Jimin, excitado.
El comentario fue lo suficientemente molesto como para que desviara mi atención de la chica unos instantes. Jimin tenía novia, y yo no soporto a la gente que va por ahí poniendo los cuernos.
Jin negó con la cabeza y luego levantó la vista porque una pelirroja se le había acercado para sacarlo a bailar. Se empezó a reír, ladeó la cabeza y le susurró algo al oído a la chica, que soltó una risita. Él me hizo un gesto y se fueron.
—Hola, Yoon.
Una figura escultural que apestaba a perfume de flores se me acercó casi sin que me diese cuenta. Bajé la vista hacia los maquilladísimos ojos
de Hanna que parecía un mapache.
—¿Qué tal, Hanna? —le dirigí una media sonrisa Uf, no. Pero ¿por qué me habría acostado con ella?
—Pues ya ves, nada nuevo. —Pestañeó rápidamente y apretó sus pechos contra mi costado. No pude evitar echarle un vistazo al escote.
Sus tetas me estaban mirando. En fin, supongo que en esa noche de  borrachera ese par de encantos debieron de ser suficientes.
El tirante del vestido se le resbaló por el hombro. Alzó la vista y me
miró como desde debajo de las pestañas, y me pregunté si habría estado practicando ese gesto. Fuera como fuese, me pareció bastante sexy. Probablemente si se hubiera tratado de otro rostro, me habría mostrado
más interesado. Quizá.
—Me debes una copa, Yoon. La que estaba bebiendo se me cayó al
suelo cuando te vi pasar. —Sacó la punta de la lengua y se acarició la
parte superior del labio.
Disimulé una mueca de disgusto. Sus intenciones eran demasiado obvias, y no quería que me apresara toda la noche entre sus garras. Me devané los sesos pensando en cómo rechazarla sin ofenderla mientras miraba a mi alrededor para encontrar a Jin y Jimin, pero ninguno de ellos andaba por ahí. Perros.
—Hola, cariño.
Abrí unos ojos como platos. La chica de la pista de baile que había estado comiéndome con los ojos sin reparo alguno me abrazó por la cintura y se las arregló para librarme de las garras de Hanna. Cuando sus ojos se posaron sobre los míos, me olvidé de cómo respirar.
Era despampanante.
—Está conmigo —le dijo a Hanna sin dejar de mirarme. La forma como se movían sus labios me tenía cautivado. Eran prominentes y carnosos, y los llevaba pintados de un rojo muy, muy sexy—. ¿Verdad? —Su voz era grave y aterciopelada.
Sentí que el corazón me daba un vuelco en un segundo. Aunque podría haber sido un minuto entero, o dos. No me importó.
No era guapa. Pero su rostro era
muy llamativo, impresionante. Unos pómulos altos y marcados, unas
cejas largas y oscuras que se alzaban sobre unos ojos de gato que escondían incontables secretos. Y yo quería conocer todos y cada uno de ellos
Cuando me quedé mirándola en lugar de responder, frunció el ceño
ligeramente, recelosa. Su piel morena y dorada resplandecía bajo la tenue
luz. Me hizo preguntarme cómo se sentiría al tacto. La agarré de los brazos en un santiamén, antes de que le diera tiempo para irse, y me los puse alrededor del cuello. Tal como la imaginaba. Tenía la piel suave y aterciopelada. --Más-- era lo único que acertaba a pensar.
Me acerqué más a ella y le arrimé los labios al oído, permitiendo que le acariciaran ligeramente el lóbulo de la oreja.
—¿Dónde has estado? —susurré, y esbocé una sonrisa engreída al
notar que se estremecía—. Llevo toda la vida buscándote.
Sin prisa, como si tuviera todo el tiempo del mundo, deslicé la nariz
hasta justo debajo de su oreja y seguí hasta el hueco de la clavícula, pero
ella dio un paso atrás antes de que pudiese hacer nada más.
—Se ha ido, ya estás a salvo —dijo con una sonrisa de suficiencia—.
Ahora me puedes invitar a una copa para darme las gracias.
Me metí las manos en los bolsillos para contenerme y no volver a
tocarla. Ya echaba de menos el tacto de su cuerpo entre mis brazos.
—Claro, ¿qué te gustaría?
Sacudió la cabeza para echarse el pelo hacia atrás y no pude evitar
contemplarla otra vez. Me tenía hipnotizado.
—Algo fuerte. Esta noche quiero ser otra persona. Quiero... olvidar.
Era la señal que estaba esperando. Deslicé la mano hasta la parte baja
de su espalda y la atraje hacia mí hasta que nuestros rostros quedaron
separados por solo unos centímetros.
—Conmigo puedes ser quien tú quieras. —Su aroma viajó hasta mi
nariz. Era adictivo—. ¿Qué tal si nos vamos a algún sitio donde pueda hacerte olvidar? —le propuse, pensando en el rojo de sus labios.
De repente, su mirada se enfrió. Colocó las palmas de las manos
contra mi pecho y me empujó.
—Encantada de conocerte, Imbécil.
Me dijo adiós con la mano y se fue, y yo me quedé mirándola con ojos de cordero degollado.

Holiiii aquí estamos de nuevo con una nueva historia

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