5

24 10 1
                                    

Me quedé en silencio. Nos quedamos allí plantados, incómodos, pero tras unos pocos segundos, él abrió la boca de nuevo, moviendo las cejas como si nada hubiera pasado.
—¿Sabes qué? Esta noche puedes hacerme la tarea mientras cocinas algo.
Qué poco había durado el momento solemne.
—Espera —continuó—. Ni siquiera sé cómo te llamas.
—Constanza me llaman Connie.
—Yo me llamo Min Yoongi.
No le devolví la sonrisa, ni le dije que ya sabía quién era. ¿Y quién no lo sabía? Estaba segura de que todo el mundo en la universidad había oído hablar de él.
—¿A qué universidad vas? —preguntó.
—Que me dejes quedarme no significa que tenga que vomitarlo
todo, ¿no?
—Eso ya lo has hecho. En mi coche, ¿recuerdas? —apuntó secamente
—. Dúchate, por favor. Puedes ponerte algo mío, si quieres. Incluso...
—sonrió—, incluso mi ropa interior.
Resoplé. Ambos estábamos de pie, el uno frente al otro, inseguros,
perdidos en nuestros pensamientos. ¿Estaba haciendo lo correcto que-
dándome allí? ¿Y adónde iba a ir si no?
—Puedes quedarte en la habitación en la que dormiste anoche. Tiene su propio baño. —Se fue detrás de la barra desayunadora, alejándose de mí—. Me iré dentro de nada. Siéntete en tu casa.
Asentí, incómoda. ¿En serio era gratis? ¿Cómo podía dejarme sola en su casa sin siquiera conocerme? Podía desplumarlo si quería, ¿qué sabía él?
—Gracias. Yo... —Hice una pausa, insegura—. Gracias —repetí.
Y se lo agradecía de verdad.
Él sonrió. Me di vuelta, mordiéndome el labio. ¿Dónde diablos estaba esa habitación? Miré a mi izquierda y luego a mi derecha. El departamento era enorme y yo había salido de la habitación presa del pánico.
—¿Algún problema? —me preguntó desde atrás.
Me volví de un salto.
—Esto... Me he olvidado de dónde está la habitación. Dímelo y no te molestaré más.
Noté perfectamente que me estaba ruborizando. Cuando no contes-
tó, alcé la vista y me lo encontré mirándome sonriente.
—¿Qué? —le espeté.
—Dios, cuánta hostilidad. —Pasó por delante de mí—. Sígueme.
Comencé a caminar detrás de él, intentando no quedarme mirando embobada su cuerpo. Estuve a punto de gritar cuando se volvió de repente, me guiñó un ojo y me dijo:
—Bienvenida a mi departamento, Connie. Espero que disfrutes de tu
estancia....

Remember Me? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora