¡¿Qué acababa de pasar, maldición?¡ ¿Esa chica me había rechazado?
La sensación era tan nueva que me quedé observándola, sin poder hacer otra cosa, hasta que desapareció entre la gente. Se tambaleaba un poco, como si hubiese bebido demasiado. Estuve a punto de correr tras ella para asegurarme de que estuviera bien, pero probablemente me habría escupido a la cara. Ya se ocuparían de ella sus amigos.
Pero ¿qué diablos había hecho mal? Me había dado muchas pistas de que estaba interesada en mí. ¿Acaso quería que la invitara antes a una copa? Había empezado la noche anhelando un desafío y lo había estropeado como un idiota en cuanto se me había puesto delante. Qué puta ironía.
—¡Yoongi! —gritó otra chica detrás de mí, pero ya no estaba de humor para nada que no fuese mi cama.
Al salir del club cerré los ojos e inhalé aire fresco. Había dejado mi auto al final del estacionamiento, y me apresuré, temeroso de que alguien me viera y me arrastrara adentro de nuevo. Antes que volver ahí, prefería morirme
Me encaminé hacia el coche, pero dude al ver la silueta inconfundible de una mujer inclinándose contra las sucias paredes de ladrillo del estacionamiento. Probablemente, había bebido demasiado y estaba
vomitando. La habría dejado en paz sin darle más importancia, pero cuando volví a mirarla me di cuenta de que había un hombre a poca distancia. Cuando vi que se incorporaba y empezaba a caminar hacia ella, se me despertó el instinto protector.
La mujer se volvió y la luz le iluminó el rostro. Abrí los ojos, incrédulo, al reconocer a la chica del vestido negro de la discoteca. No lo tuve que pensar dos veces: acudí en su ayuda disparado. El hombre todavía no me había visto, ya que estaba concentrado en ella. En su premio. Pero si no paraba y daba media vuelta, el único premio que iba a ganar esa noche era una maldita nariz rota.
Cuando la mano del hombre se posó sobre la cintura de la chica, estuve a punto de rugir. Me sorprendía sentir tanta ira, pero tenía que ignorarla o la noche acabaría de manera bastante desagradable para todos. Cuando se quedó congelado, supe que ya se había percatado de mi presencia.
—¡Cariño! ¿Dónde te habías metido? —exclamé, suavizando mis pasos a propósito. Evité mirarla porque me daba miedo de lo que pudiera
ver. Si parecía remotamente asustada, acabaría pegándole un puñetazo a
aquel acosador de mierda—. Te he estado buscando por todas partes —le dije, y añadí dirigiéndome a aquel tipo—: Yo me ocupo.
Al ver que aquel desconocido no la soltaba, adopté una postura más
desafiante. Estiré los músculos del cuello de un lado a otro, flexioné los
brazos, bajé la vista y me quedé mirándolo. El pervertido dio un paso atrás, dos, tres, hasta que se dio vuelta de un salto y se fue corriendo en dirección contraria.
—Estúpido de mierda —mascullé por lo bajo.
—¿Qué... qué me has dicho?
Observé la cara de la chica, sorprendido de que me hubiese oído. Parecía estar bastante borracha.
—No te lo decía a ti. Aunque me parece que lo de estúpida es discutible. ¿Qué haces aquí sola? ¡Eh! —exclamé cuando empezó a tambalearse otra vez, y estiré los brazos rápidamente para sostenerla—. ¿Estás bien?
Adentro del local estaba demasiado oscuro y no había podido verla
bien, pero en aquel momento advertí que tenía la cara pálida y los ojos
vidriosos. La agarré en brazos sin esperar a que respondiera. Emitió un leve sonido de protesta.
—¿Tienes ganas de vomitar? —pregunté, y la sacudí un poco al ver
que no contestaba.
Soltó un gemido de angustia y se tapó la boca con las manos. Lo de sacudirla no había sido muy inteligente por mi parte. Cuando me pareció que se le habían pasado las náuseas, la metí en mi coche con cuidado.
—No vas a vomitar aquí, ¿verdad? El coche es nuevo. —Parecía que había perdido el conocimiento—. ¿Dónde vives? Te llevo.
—No tengo casa —gimoteó, y me sorprendió que me contestara—.
Me han echado.
Me apoyé en el reposacabezas, suspiré y me froté los ojos. ¿Y ahora qué? Podía llevarla a algún hotel y pagarle algunas noches para que tuviera donde quedarse mientras buscaba otro departamento, un trabajo o
lo que le hiciera falta. Era bastante más de lo que haría un extraño. Pero entonces la miré y mis planes se esfumaron como por arte de magia.
Tenía los ojos cerrados y respiraba de forma suave y acompasada, pero incluso dormida parecía atormentada. Esa chica, que tan salvaje se había mostrado en la pista de baile, tenía ahora un aspecto vulnerable.
Su cara me era familiar, como si la hubiese visto en una foto mucho
tiempo atrás, pero no acertaba a recordar de dónde la conocía. Una cara como la suya era imposible de olvidar.
A mis amigos les encanta decir que me pierden las doncellas en
apuros. Y cuando decidí llevármela a mi departamento, llegué a la
conclusión de que tenía razón. Me dije que no estaría segura en un
hotel, especialmente en su estado. Vaya a saber qué habría pasado en
el estacionamiento si no hubiese aparecido yo.
Puse el coche en marcha y el aire acondicionado al máximo. La hermosa pelinegra iba a tener una resaca brutal cuando se despertara a la mañana siguiente. De repente, cuando ya estábamos a pocos minutos de mi departamento, dio un salto en el asiento y se tapó la boca.
Mierda, no.
Me vomitó todo el coche.
Estuve a punto de ponerme a llorar. ¡Mi coche nuevo! El ruido de las
arcadas ya era lo bastante desagradable de por sí, pero el olor era tan asqueroso que casi me hizo vomitar a mí también. Bajé las ventanillas y abrí la capota a la desesperada, exhalé el aire que me estaba aguantando y respiré aire fresco.
—¡Qué mala suerte! Para una buena acción que hago y...
Vomitó otra vez.
—¡Mierda!
Enojado, barajé la posibilidad de dejarla en un hotel. No la conocía para nada, y hasta mi complejo de salvador tenía un límite. Pero no
fui capaz.
Resignado, me estacioné en mi lugar y me acerqué con recelo al asiento del copiloto. Aguanté la respiración, la limpié todo lo que pude y la tomé en brazos. Apestaba horrible.
En el vestíbulo del edificio, uno de los guardias de seguridad tuvo que ayudarme a abrir las puertas del ascensor, porque yo tenía las manos ocupadas.
—¿Su novia ha bebido demasiado, señor?
—Han, tú y yo sabemos que las novias no son lo mío. —Le guiñé un ojo y él ahogó una risita.
En cuanto las puertas del ascensor se abrieron en mi planta, me fui directo al cuarto de invitados. Cuando la coloqué sobre la cama, se ovilló como un gatito y gimoteó.
—Mamá... —sollozó.
Al llegar a la puerta, vacilé y me volví para mirarla. No sabía por qué estaría pasando esa chica, pero no parecía agradable. Tal vez debería bañarla y ponerle ropa limpia, pero pensé que a la mañana siguiente no le haría demasiada gracia que un extraño la hubiese desnudado. Tal vez me costara un ojo o una mano, así que era mejor no arriesgarse. Su respiración se acompasó al fin, pero no sé cuánto tiempo me quedé allí mirando cómo dormia ese dulce angel atormentando.
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Remember Me?
FanficLa vida de Connie siempre fue difícil, desde el abandono de su padre hasta la muerte de su madre. Yoongi lo tenía todo o al menos eso creía Dos personas, dos mundos diferentes que se encuentran o reencuentran por caprichos del destino.