Susurros De Neón

Fianchetto del rey

——[Acto I]——

La puerta del departamento de Luna se cerró tras ellos con un crujido pesado. El aire en el lugar se sentía denso, como si cada respiración cargara el peso de algo más allá de lo visible. Las cortinas estaban cerradas, bloqueando la débil luz de los faroles de Bellford que intentaba entrar desde la calle. Vincent avanzó con pasos cautelosos, su mano rozando la pared en busca de algún interruptor, pero antes de encontrarlo, Luna se le adelantó y encendió la luz con una naturalidad que contrastaba con la cautela del detective, quien se detuvo en seco al vislumbrar el panorama frente a él.

Las paredes del apartamento de Luna estaban cubiertas por un mar de papeles: recortes de periódicos amarillentos, retratos a mano alzada, notas escritas con trazos frenéticos y, fotos en blanco y negro de rostros muchos de los cuales, Vincent ya conocía. Era un caos organizado, una red de conexiones que abarcaba toda la habitación, como un inmenso rompecabezas que solo alguien con una obsesión peligrosa podría construir. 

En el centro de ese torbellino de información, destacaba un retrato muy bien dibujado, clavado con un cuchillo que atravesaba el rostro de Adrian Radcliff, el hombre que controlaba las finanzas en las sombras de Bellford.

Vincent se quedó sin aliento por un momento, no porque la imagen del Banquero le causara sorpresa, sino por la meticulosidad que Luna había demostrado en su investigación. En sus años como detective privado, había visto tableros con fotografías y mapas, pero jamás algo tan extenso y detallado como esto, eran años de trabajo, de noches interminables, de perseguir sombras y tejer teorías. 

"Ni los mejores del cuerpo de policía podrían haber logrado algo así", pensó, mientras su mirada recorría cada rostro retratado, cada línea que unía un nombre con otro.

Luna, ajena a la admiración de Vincent, cruzó la habitación sin preocuparse por el desorden. Tomó una de las tazas sucias de la mesa y la llenó de un café que parecía llevar días reposando en una cafetera. Vertiendo el líquido oscuro sin molestarse en calentarlo, le dio un sorbo largo, como si el sabor amargo fuese lo único que la mantenía en pie.

— Disculpa el desastre —dijo con una voz cansada, pero carente de cualquier intención de hacer algo al respecto— no esperaba visitas.

— Vieras mi oficina... —respondió Vincent, quitándole peso a la situación mientras paseaba su vista por las fotos. Pero cuando sus ojos regresaron al rostro de Radcliff, clavado en la pared, levantó una ceja— Aunque algo me dice que no tienes una buena opinión de los Silver Jackdaws.

Luna soltó una risa breve, cargada de ironía, y se encogió de hombros, mirándolo por encima del borde de la taza.

— Es una historia larga, Vincent. Y no vamos a discutirla esta noche.

El detective no insistió, Luna por su parte, se aproximó a la pared cargada de información y señaló varios puntos con el dedo índice, sin preocuparse por la falta de sueño que ambos compartían.

— Lo que vimos hoy definitivamente no es una coincidencia, esto debe tener algún tipo de vínculo con la muerte de Ballard no es más que la punta del iceberg —comentó—. Hay conexiones que se nos escapan y, si no las descubrimos antes de que las facciones comiencen a dispararse balas entre ellas, Bellford se convertirá en un campo de guerra... Y cada día que nos atrasemos lo pagaremos en vidas.

Vincent asintió sacando una cigarrera y un encendedor de un bolsillo,  guardando la seriedad que la situación merecía. Ella necesitaba su conocimiento, su experiencia con el bajo mundo y sus conexiones. Y él sentía que toda la investigación que ella estaba haciendo, realmente estaba yendo a algún lado, que lo llevaría a él a resolver su caso.