——[Acto I]——
Luna observaba detenidamente el mapa mental que la acompañaba todos los días en su departamento, mientras se acariciaba el mentón. Sus ojos recorrían la sala principal como si algo escapara a su entendimiento, un detalle oculto que aún no podía captar del todo.
Vincent, elegantemente disfrazado de mesero al igual que ella, se acercó por detrás. Notaba el conflicto interno que la mantenía en silencio, pero por más que miraba los documentos en la pared, no podía adivinar qué era lo que la perturbaba. Después de unos segundos de vacilación, decidió preguntar directamente:
— ¿Qué es lo que te tiene tan confundida? —al oírlo, Luna exhaló despacio antes de responder, su voz en un tono bajo, como si aún procesara sus pensamientos.
— Muchos cables ya están atados, Vincent. La unión entre los Cuervos y los Jackdaws está descartada... pero seguimos sin saber quién ni por qué contrató a esos sicarios europeos —se detuvo un instante, como si estuviera reflexionando sobre algo más profundo—. Es como si todos, incluso los líderes de las mafias, estuviéramos jugando nuestras piezas a ciegas... sin saber en quién confiar.
Vincent solo resopló y revisó el su reloj de bolsillo.
— Lo averiguaremos esta noche —dijo con calma—. Ya es hora.
Ambos se dirigieron hacia el auto de Vincent. Mientras se subían, Vincent lanzó una pregunta, con tono despreocupado pero lleno de curiosidad:
— Nunca me hubiera imaginado que tuvieras contactos capaces de revelarte algo tan jugoso dentro de los Black Roses —se dio una pequeña pausa acomodándose en el asiento, como pensando en lo siguiente que diría— ¿Cómo conociste a esa tal "Karmin"?
Luna guardó silencio por un momento, su rostro se tornó ligeramente ruborizado y miró a un costado, algo nerviosa.
— Eso es una charla para otro día —respondió rápidamente, esquivando la mirada. Vincent por su parte, solo esbozó una ligera sonrisa, pero no insistió.
Cuando llegaron a la taberna, una de las trabajadoras los recibió en la entrada. No se molestó en saludarlos demasiado, ya que esa noche era especial, una noche de juegos clandestinos. La emoción flotaba en el aire, pues esa noche tendrían un invitado muy especial.
Luna sabía que el Capitán Kinkaid nunca dejaba escapar una buena noche de apuestas, fuera cartas, caballos, dados o incluso dardos; pero había algo más importante que esa excitación por el juego, es que Silas siempre llevaba consigo una libreta pequeña pero valiosa, en la que anotaba todas sus reuniones y acuerdos personales.
Mientras ambos se apoyaban en el mesón del bar, Vincent se inclinó hacia ella, susurrando.
— El plan es a prueba de tontos —dijo, con una confianza calculada, llevando una boina culla ala le cubría la mirada, para no ser reconocido.
Ambos observaron cómo Silas, un hombre alto y; aunque viejo y canoso, de presencia imponente, entraba con sus guardaespaldas. El detective le guiñó un ojo a Luna, y en cuanto la pista quedó despejada, comenzaron a servir los tragos.
Decidieron no apresurarse, pasaron por varias mesas antes de acercarse a Silas, quien, fiel a su costumbre, se movía de una mesa a otra, saludando a conocidos y haciéndose notar. Finalmente, Luna vio su oportunidad. Los guardaespaldas del Capitán mantenían su distancia, pero la tensión en sus cuerpos mostraba que seguían alerta. Sin embargo, cuando Silas la vio acercarse, les indicó que dejaran espacio.
— Capitán Silas —lo saludó con una sonrisa dulce, mientras se inclinaba ligeramente hacia él— ¿Quisiera que le lleve su abrigo al perchero? La sala está algo cálida esta noche.
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Susurros De Neón
Mystery / ThrillerBellford, alguna vez tierra fértil para empresas y negocios, solo tiene un montón de fabricas abandonadas que no hacen sino recordar la antigua gloria de un imperio devastando por la Gran Depresión. Ante la ausencia del orden, 5 grandes facciones ha...