Prólogo

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Bellford.

Alguna vez una próspera ciudad costera, que alzaba sus fábricas y rascacielos como una brillante promesa de progreso e innovación, ahora no tenía más que calles y edificios desmoronados, testigos de glorias pasadas. Lo que antes era un bullicio de comercio y negocios, había sido silenciado por la Gran Depresión; dejando solamente un opresivo silencio que reinaba por las calles cubiertas por la bruma proveniente del mar, solo roto por el ocasional parpadear de las luces de neón.

A fines de los 30's, lo único más cercano al orden en las calles de Bellford era impuesto por 5 grandes facciones, quienes se repartían celosamente las cenizas de lo que fue un poderoso imperio.

The Reefmen, dirigido por "El Capitán" Silas Kinkaid, un hombre curtido y endurecido por el frío y la sal del mar, dominaba la costa de Bellford y por lo tanto, todo lo que entraba o salía por vía marítima. Su red de tráfico era tan extensa como el océano mismo, teniendo el control absoluto del ingreso de armas, alcohol ilegal, e incluso, tráfico de personas a Bellford.

Quien sea que intente cruzar las aguas sin la autorización del inmisericorde Kinkaid, estaba amarrando su propio cuello a un ancla que el mismo Capitán terminaría por empujar al fondo del mar

Los Silver Jackdaws, la segunda mafia más antigua después de los Reefmen, dirigida por Adrian "El Banquero" Radcliff, quien tiene el control sobre cada billete que se mueve en Bellford donde ha erigió un verdadero imperio sobre deudas. Desde el más rico hasta el más pobre en toda la ciudad, estaba endeudado de una u otra forma con los usureros de los Silver Jackdaws. Casi todos los bancos de la ciudad se encuentran bajo su poder, y a aquellos quienes se han rehusado a someterse a su influencia, los tiene sujetos con una correa muy corta.

Los Black Roses, dirigidos por Vera "La Rosa Negra" Donovan. La más misteriosa de todos, ella conoce el valor de la información y por lo tanto, resguarda la suya escrupulosamente. Ella se movía en el mundo de los placeres prohibidos, dueña de la mayoría de los bares y burdeles de la ciudad, aunque su verdadero negocio no es el de satisfacer los bajos instintos de los ciudadanos de Bellford, sino los secretos que se susurraban entre las sábanas de sus burdeles, los cuales eran vendidos al mejor postor. Las verdades más oscuras y sucias pueden ser mucho más letales que una bala.

The Law, encabezado por el astuto comisionado Harold Walsh, conocido también como "Hal". Quienes deben brillar como un faro de esperanza para poner orden y ofrecer protección a Bellford, es en realidad un nido de corrupción. El departamento de policía solo era una mafia más que perseguía sus propios intereses detrás de la engañosa placa que promete representar a la ley. Aprovechando el miedo y la desconfianza de la población, Hal utiliza a menudo sus influencias para hacer y deshacer del modo en el que más le conviene, moviendo sus piezas en el tablero que se han convertido las oscuras calles de la ciudad.

Finalmente, están Los Cuervos, la mafia más joven y, por lejos, la más caótica y sanguinaria de toda la ciudad. Bajo el mando de Darío Flores, "El Predicador", quien con una lengua de plata y fervorosa fé en las sagradas palabras de la Biblia, es el único que puede mantener bajo control a los impredecibles miembros de esta mafia. Sus conexiones con carteles de Colombia y México mantienen constantemente abastecida a la ciudad de narcóticos, pero lo que hace a esta facción más temible, es su forma tan confusa y, en ocasiones; incoherente de operar, lo cual ha llevado a las demás facciones a evitar cualquier tipo de vínculo con ellos.

Inmersos en una paz que era nada más que una ilusión, las 5 facciones vivían en un tenso y frágil equilibrio. Cada mirada cargaba la amenaza silenciosa de una arma cargada y las calles, sumidas en las sombras, eran como venas por las cuales corrían secretos y desconfianza. La ciudad estaba atrapada en una red intricada e interminable de mentiras, sospechas y espionaje; nadie podía siquiera tomarse una taza de café sin que todas las demás facciones lo supieran. En cada rincón acechaban ojos que nunca dormían, esperando el más leve descuido.

La ciudad no era menos que un barril de polvora, cada segundo más lleno por la ambición y el hambre de poder, no hacía falta más que una pequeña chispa, para que las calles de Bellford se tiñan de rojo.

Susurros De NeónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora