Trampa de Chigorin

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——[Acto I]——

Era una noche como cualquier otra en Bellford.

Las luces centellaban en la ciudad como un manto de neón vibrante que dejaba sombras que se estiraban por las calles. Vincent conducía su auto a través de la arteria principal de la metrópolis, las luces parpadeantes reflejándose en el parabrisas, las cuales Luna, acomodada en el asiento trasero con un cigarro entre los dedos, observaba en un silencio inquebrantable, sus brazos cruzados y su mirada perdida en el desfile de faroles que se deslizaban por las ventanas. El silencio entre ambos era espeso, cargado de cosas no dichas.

Vincent, consciente del peso que cargaba la mujer, suspiró. El humo del cigarro colgaba pesado en el aire mientras intentaba romper el hielo.

— Sé que los Silver Jackdaws no son de tu agrado, pero... Si sigues el plan... —dijo con voz grave, sus ojos aún fijos en el camino, pero antes de que pudiera terminar la frase, Luna lo interrumpió.

— Haré lo que sea necesario —dijo con un tono seco, cargado de resentimiento. Su voz era un cuchillo afilado que cortaba cualquier necesidad de explicaciones—. No hace falta que me lo repitas todo. El verdadero desafío será no quemar el edificio entero cuando esté adentro.

Luna no añadió nada más. Sus ojos volvieron a la ventana, observando las luces de la ciudad que parecían derretirse en la noche.

Finalmente llegaron a su destino.

El Febe Bank, uno de los bancos más grandes de los Silver Jackdaws. Adrian Radcliff, el cerebro, suele pasar largas horas dentro de ese edificio, moviendo sus piezas en el tablero criminal de Bellford, por lo cual, debe estar repleto de información importante.

Por su puesto, ellos no se dirigían a la entrada principal. Vincent se situó a unos metros de una puerta discreta, oculta en un callejón estrecho junto a la opulenta fachada del banco.

Después de una rápida mirada a su alrededor, asegurándose de que Luna estuviera lista en su posición, Vincent tocó la puerta de metal con una secuencia específica. Tras unos segundos, esta se abrió, revelando a Richard, un guardia corpulento que había trabajado para los Jackdaws durante años.

— Vaya Richard, pensé que ya habrías encontrado algo mejor que trabajar para estos usureros —dijo Vincent, encendiendo otro cigarrillo mientras le daba una mirada cómplice.

— Solo hago bien mi trabajo, Vincent —contestó con desgano.

— Eso lo sé —respondió Vincent, exhalando una nube de humo— aunque, me han dicho que han estado haciendo recortes desde lo de Ballard —extendió la caja de cigarrillos hacia el guardia.

— No gracias...—lo rechazó, carente de voluntad.

— Vamos, te vez tenso. Solo te tomará un par de minutos.

Después de un breve silencio, Richard aceptó el cigarro y dio un paso fuera de la puerta para que el detective lo encienda. Luna aprovechó ese momento para escabullirse rápidamente por la puerta abierta y adentrarse en el edificio, dejando a Vincent atrás, distrayendo al guardia con su conversación amistosa.

El interior del banco era un laberinto oscuro. El aire rancio olía a tabaco viejo y promesas rotas, y las lámparas parpadeantes cubrían las paredes de sombras. Luna sacó la libreta de su bolsillo, revisando el mapa que Vincent había dibujado con precisión, por lo que el camino era claro, pero cada paso tenía que ser calculado.

Atravesó un par de puertas con cuidado, moviéndose con sigilo. Llegó a lo que parecía ser una oficina de seguridad, confirmando que iba por buen camino al revisar los apuntes de Vincent. Siguió avanzando, cruzando puertas que la llevaron al sector trasero de las cajas, justo frente al majestuoso hall principal.

Susurros De NeónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora