• Capítulo 10 •

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-¿W-wooyoung? -la mujer se quedó paralizada por unos segundos.

Lágrimas calientes empaparon su rostro. Levantó su cabeza para mirar al joven elfo que era más alto que ella y tomó el rostro del chico en sus manos. Los dos poseían rasgos muy similares, la nariz sobresaliente que terminaba en punta y los ojos pequeños.

-¿Eres Jung Eunkyung? -preguntó sin dejar de verla. Aunque la respuesta fuera obvia quería asegurarse. Quería tener la certeza de que la mujer que ahora estaba abrazando era su madre.

-Sí, mi pequeño Wooyoung, has crecido tanto que no pude reconocerte, eres tan bello y talentoso -respondió la elfa-. Creí que jamás volvería a verte, no sabes cuánto sufrí estos años.

-Me alegra saber que estás viva. Nunca dejé de buscarte, tenía la esperanza de verte de nuevo -confesó Wooyoung sintiéndose feliz pero levemente confundido, tenía muchas preguntas para su madre y ella lo notó, así que tomó su mano y lo guió hasta el primer piso del lugar, al fondo de un pasillo estaba su habitación. Era la más grande y bella de todas. Los dos entraron y se sentaron en un cómodo sillón de cuero.

-Antes de que continuemos hablando quiero pedirte perdón, siento haberte dejado así, sin explicaciones y solo, eras tan pequeño para ser abandonado. Comprenderé si me odias.

Eunkyung se inclinó con una mirada triste y llena de culpa. Sin embargo, Wooyoung hizo que se levantara y sujetó sus manos.

-Aunque era un niño nunca dudé de tu amor hacia mí. Sé que eras una gran persona y que no me hubieses abandonado sin un motivo, solo quiero saber por qué te fuiste, sé sincera por favor, estoy listo para escucharlo.

La elfa asintió y tomó una bocanada de aire para comenzar a relatar.

-Yo soy huérfana y me crié en el barrio más pobre de la capital. La realeza nunca se preocupó por nosotros a excepción de la reina, ella era tan amable y buena con la gente. Sus fábricas de trabajo, escuelas y comedores nos ayudaron bastante hasta que el rey decidió que eran gastos tontos y eliminó todo lo que su esposa había creado. Sin la ayuda de la realeza muchas teníamos que dormir en la calle y con la guerra la comida escaseaba, desesperadas decidimos trabajar para el dueño de una posada importante y tuve que prostituirme. Una noche fue Siwon, el hermano del rey y me escogió a mí. Tenía que mantener en secreto que era mi cliente y así lo hice. A los meses quedé embarazada de él ya que era mi único cliente, al ser de la realeza me reservaron para él como si fuera una joya, un objeto precioso. Por supuesto el embarazo no le gustó nada, se acostaba con prostitutas a pesar de tener esposa, ya puedes deducir el tipo de persona que era. No tenía valores ni decencia. Quiso que te abortara y me negué, esto lo enfureció y tuve que huir, me escondí por un par de años y creí que estaríamos en paz, pero alguien me vio y me reportaron. Querían asesinarme. Si te llevaba conmigo te verían y también querrían asesinarte. Además, cruzar la frontera fuera de la ruta principal era casi imposible, si te traía para acá ibas a morir en el camino. Mi último acto fue escribirle una carta a la reina y le conté la situación, confié en que te ayudaría, pero no fui capaz de saber si lo hizo o no. Me deprimí tanto el primer año que no te tuve, pensé en volver y que me asesinaran, después de todo si no estabas conmigo la vida no tenía sentido.

Wooyoung la escuchó con atención.

-Me recogió una pareja de dos elfos, los dos eran granjeros y me llevaron para que trabajara junto a otros niños huérfanos. Fue así hasta que cumplí diez años, el príncipe Seonghwa y su primo Yeosang vinieron a buscarme y me explicaron mi origen. Querían que viviera con ellos en el palacio, la reina los había mandado y a pesar de ser pequeños se mostraron muy maduros y buenos conmigo. Así que decidí servir a los dos y en especial a Seonghwa, el actual rey.

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