Capítulo 13: Estudio

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Faltaban pocos meses para el examen de ingreso, y Toji sentía su cuerpo casi al límite. La rutina intensa de entrenamiento comenzaba a rendir frutos, y aunque aún no recuperaba el nivel que alguna vez tuvo, sabía que estaba en camino. Si continuaba esforzándose de esa forma, no solo alcanzaría su antiguo estado físico, sino que lo superaría. "Aunque necesitaré armas...", pensó, consciente de que le faltaba algo para igualar su antiguo el.

Esa mañana, tras terminar una extenuante carrera matutina, regresó a casa con la camiseta empapada en sudor y los músculos ardientes. Se duchó rápidamente, dejando que el agua fría calmara sus músculos, y luego se vistió para la escuela. Desayunó con calma, disfrutando del arroz y la sopa que su abuela le había preparado. Antes de salir, se despidió de ella con un gesto leve, al que ella respondió con una sonrisa cariñosa y un "no causes problemas".

Al llegar a la escuela, Toji se dirigió a su salón, donde se sentó a esperar el inicio de la clase. Apenas se acomodó en su asiento, un chico de su clase se le acercó con una sonrisa. "Fushiguro-kun, me alegra verte", le dijo con entusiasmo. Toji asintió, mirando al chico sin mucho interés. "Hola... tú", respondió de forma vaga.

El chico pareció no notar la falta de entusiasmo en Toji y continuó hablando. "Ya nos graduaremos pronto. ¿Has pensado en mi oferta?", preguntó con una sonrisa esperanzada.

Toji lo miró, algo confundido. "¿Qué oferta?", respondió, frunciendo el ceño, intentando recordar a qué se refería su compañero.

El chico rió nerviosamente, rascándose la nuca. "Y-ya sabes, la de ir conmigo a Ketsubutsu", aclaró, intentando no parecer decepcionado.

Toji se rascó la cabeza, recordando. "Ah... lo siento. Ya decidí a dónde iré", le respondió, con una calma indiferente.

"Entiendo", murmuró el chico, aunque se notaba que intentaba disimular la decepción. "¿A qué escuela irás, entonces?".

Toji se acomodó en su asiento y respondió, sin emoción alguna en su tono: "A la U.A.".

El chico parpadeó sorprendido, casi incrédulo. "¡Guau! Ni siquiera yo me atrevería a hacer la prueba de la U.A. Seguramente tendrás que estudiar muchísimo para los cursos generales...". Toji, ya algo aburrido con la conversación, dejó escapar un bostezo.

"No voy a estudiar para los cursos generales", aclaró, tapándose la boca. "Voy a tomar el curso de héroes".

La sorpresa en el rostro de su compañero era evidente. "¿Q-qué? ¿Pero tú...?", empezó a decir, pero antes de que pudiera completar su pregunta, una figura se colocó justo frente a Toji.

Era Momo, quien lo miraba con una sonrisa y le extendía un grueso manojo de hojas. "Toji-kun, aquí te traje algunos apuntes que necesitas estudiar. Además, incluí unos ejercicios de matemáticas para ejercitar tu cerebro... creo que es el único de tus músculos que está algo atrofiado".

Toji frunció el ceño, molesto por su comentario. "Sí, sí, lo que sea", murmuró, tomando las hojas y dándoles un vistazo. Sin embargo, su expresión rápidamente se torció en disgusto al ver los complicados símbolos y ecuaciones que llenaban las páginas. "¿Qué rayos son todos estos garabatos?", preguntó, como si las hojas le fueran completamente ajenas.

Momo puso los ojos en blanco al oír su respuesta. "Son ecuaciones... Dios, Toji, será mejor que vengas hoy a mi casa. Te ayudaré con esto", dijo con una mezcla de resignación y determinación.

Toji soltó las hojas como si fueran veneno, empujándolas a un lado con una expresión de repulsión. "No pienso hacer todo eso", declaró, como si la idea de estudiar matemáticas fuera la peor tortura imaginable.

Momo suspiró, divertida pero paciente, acostumbrada ya a sus quejas. Aún con la mirada de su amigo en los apuntes, añadió con un tono más firme: "Si en serio quieres entrar a la U.A. y tomar el curso de héroes, vas a necesitar mucho más que fuerza bruta. Tienes que entender los conceptos, Toji, o de lo contrario, no tienes oportunidad. ¿De verdad quieres arriesgarte a fallar solo por no estudiar?".

Toji desvió la mirada, incómodo. Sabía que Momo tenía razón, aunque odiaba admitirlo. Parte de él rechazaba la idea de tener que hacer esfuerzo intelectual alguno. Pero la otra parte, la que había decidido convertirse en héroe, sabía que tenía que superar cualquier obstáculo. Con un suspiro resignado, asintió lentamente. "Está bien... iré a tu casa hoy", murmuró.

Una sonrisa victoriosa iluminó el rostro de Momo. "Sabía que aceptarías, Toji-kun. Nos vemos después de clase", dijo alegremente, guardando los apuntes en su mochila para que él no pudiera tirarlos a la basura como la ultima vez.

Mientras Momo se alejaba, Toji se quedó pensativo. Ser héroe no era solo fuerza, y estaba comenzando a entender que tendría que abrirse a aprender mucho más. Con una mezcla de determinación y resignación, se preparó mentalmente para la ardua sesión de estudio que le esperaba esa tarde.

Toji estaba sentado en el jardín de la mansión de Momo, aunque llamarlo "jardín" parecía un eufemismo; era más bien un prado interminable, rodeado de arbustos meticulosamente podados y árboles que parecían sacados de un cuento de hadas. No podía evitar pensar en lo obscenamente rica que era la familia de su única amiga. Mientras trataba de ignorar ese pensamiento, escuchó pasos acercándose, y al girar la cabeza, vio a Momo con una bandeja de galletas recién horneadas y jugo fresco. Ella la colocó en la mesa entre ambos con una sonrisa resplandeciente.

"Bien, Toji-kun. En la última prueba general te ayudé, y aunque apenas alcanzaste la nota mínima para aprobar, al menos lo lograste", comentó Momo mientras se sentaba a su lado. "Así que hoy dejaremos de lado el álgebra básica. Repasaremos cálculo avanzado, funciones exponenciales y logarítmicas, y por último, estudiaremos inglés". Momo sonreía, claramente emocionada de pasar tiempo con él, algo que Toji no compartía en absoluto. Solo escuchar la lista de temas era suficiente para hacerle querer correr en dirección contraria.

Cuando Momo le dirigió una sonrisa llena de afecto que parecía iluminar todo el jardín, Toji reprimió el impulso de huir y solo gruñó, recogiendo el pesado libro de matemáticas con evidente disgusto. Las fórmulas y ecuaciones parecían una tormenta de garabatos incomprensibles que le provocaban náuseas. Sin embargo, Momo, quien había pasado ya incontables horas ayudándolo en estos años, se sentó pacientemente a su lado y comenzó a guiarlo a través de los temas.

Con una habilidad sorprendente, Momo lograba simplificar conceptos complicados, adaptando el estudio al modo en que ella sabía que Toji podía entenderlo. A estas alturas, parecía una profesora particular entrenada en la desafiante tarea de descifrar el funcionamiento de la mente de Toji. Mientras avanzaban en el temario, Momo señalaba fórmulas y le hacía preguntas, dándole pistas cuando lo veía vacilar y celebrando cada acierto con una sonrisa y dándole una galleta en la boca. Por mucho que él refunfuñara, ella sabía que le gustaba.

Desde el ventanal de la casa, la madre de Momo, Reika, observaba la escena con una sonrisa cálida y complacida. "Se ven adorables juntos, ¿no crees?", comentó, mirando a la criada que la acompañaba. La sirvienta, aunque con una gota de sudor en la frente, asintió tímidamente. "Sí... si usted lo dice, mi señora".

Para Reika, era evidente la conexión entre su hija y Toji, incluso si él se mostraba reacio a reconocerlo. Cada vez que veía a Momo iluminarse por pasar tiempo con él, sentía una mezcla de ternura y orgullo. Al ver cómo Momo animaba a Toji y lo ayudaba, Reika no podía evitar imaginar un futuro donde ambos esten juntos.

Con una sonrisa traviesa, dejó escapar un leve susurro: "Jejeje, apuesto todo mi patrimonio a que esos dos terminarán juntos como algo más que amigos." La criada, que conocía bien el temperamento de ambos jóvenes, no pudo evitar soltar una pequeña risa nerviosa mientras pensaba que tal vez Reika no estaba tan equivocada.

Toji en My Hero AcademiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora