Capítulo 2

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(Pov de Sanemi)

Salgo del departamento, cerrando la puerta detrás de mí con un golpe suave. Me apoyo un momento en el marco, respirando hondo mientras escucho el leve eco de mis propios pasos. Mi mirada recorre el lugar por última vez antes de darme la vuelta y avanzar hacia el auto.

No me importa lo que pase dentro de ese departamento, ni lo que Giyuu sienta o piense ahora. Mi único objetivo ya está cumplido: él está donde quiero que esté. Su vida ahora está bajo mi control, como siempre lo he querido. Todo lo que suceda después no es más que parte de su destino, no es algo que me preocupe realmente.

El sonido de la puerta del auto al abrirse me saca de mis pensamientos, y me dejo caer en el asiento del conductor con un suspiro. Cierro la puerta con fuerza y giro la llave, dejando que el motor rugiera con un sonido grave y familiar. Alzo la vista al espejo retrovisor, viendo el reflejo de la ciudad a través del vidrio empañado, y dejo que una sonrisa fría se forme en mis labios.

Mientras conduzco, mi mente no está en Giyuu ni en el trabajo que le conseguí. No me importa si lo ve de esa manera, o si no le agrada el beso. Para mí, no es más que una transacción, un simple recordatorio de lo que me pertenece y lo que está bajo mi control. Él ahora está atrapado, y mientras más lo intente resistir, más se hundirá.

Pero todo tiene su tiempo. Y ahora, Giyuu tiene mucho que aprender.

La ciudad pasa rápidamente por las ventanas del auto, pero mi mente sigue enfocada en la misma dirección. El próximo movimiento, la siguiente jugada. Es un juego, un juego de poder, y yo siempre soy el que tiene la última palabra.

Cuando el restaurante aparece a la distancia, sé que todo sigue bajo mi control.

Cuando el restaurante aparece a la distancia, sé que todo sigue bajo mi control

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(Pov de Giyuu)

Despierto con el sonido de un sol débil que entra por las pequeñas rendijas de la ventana, llenando el cuarto de luz. Me cuesta un poco abrir los ojos, mi cuerpo aún agotado y mi mente desordenada por la noche anterior. El recuerdo del beso de Sanemi, frío e indiferente, aún está fresco, clavado en mi pecho como una herida abierta. El resplandor de la mañana no hace nada para aliviar la sensación de vacío que me consume.

Miro alrededor del departamento. La misma visión sombría que anoche. Un lugar vacío, que casi parece un reflejo de lo que soy ahora. El refri vacío, la mesa pequeña que nunca me servirá de compañía, el sillón que no me abraza. Todo aquí está hecho para recordar lo que soy ahora: nada más que un simple juguete en manos de alguien más, alguien como él.

Me siento sobre la cama, las sábanas aún arrugadas por mi caída agotada de la noche anterior. El teléfono que Sanemi me dio está a mi lado, y lo tomo con manos temblorosas. Algo dentro de mí me dice que esto no es lo que quiero, que no debería estar aquí, que debería intentar luchar. Pero... ¿cómo se lucha contra algo como él?

Lo desbloqueo, mirando la pantalla. La única cosa en ella es ese número, el número del restaurante donde me espera el primer "trabajo". Un trabajo que no quiero, pero que debo aceptar porque, ¿qué más puedo hacer? No tengo a dónde ir, no tengo nada más que este lugar y esta deuda aplastante que aún me persigue.

No te vayas {sanégiyuu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora