Llámame cuando no te encuentres

Prólogo

Danny,
¿qué estás haciendo
con dos corazones dentro de ti?

No te hago la pregunta en forma de reclamación, sino en la forma más sutil de decirte: ¿Qué pretendes hacer conmigo? Porque ahora mismo, me vuelvo vulnerable si eres tú quien me toca.

Hazlo con lo que quieras: manos,plumas, boca, hojas, flechas, no pongo resistencia. Incluso
una herida, si proviene de ti, la acepto.

¿Qué es esto que me has hecho? Porque ahora soy un productor de tu imagen moviéndose dentro de mi cabeza.
Aquí, haces de todo: bailas, ríes, lloras, me abrazas, saltas, estás de espalda, de pecho, de manos, te pones vestidos o te sueltas a beberte el sol sin ellos. Estoy siendo lo más implícito posible, porque, Dannielle, haces de todo en mi
cabeza. Caminas a medianoche como ladrón cauteloso, para hacer tuyos mis sueños. ¿Quién te crees? ¿eh? Me siento un torpe escribiéndote, mi lengua madre, tan llena de palabras, no encuentra ni una sola que pueda ser usada para describirte a ti. Todo comparado contigo, es
pequeñito, y mira que tú eres pequeñita, pero incapaz de contenerte en ningún lado, te escapas de los adjetivos, y, a veces, de mí. Y ahí radica el desafío de amarte, eres tan inquieta, apareces y desapareces, y te quiero en todas tus formas de estar y no estar.

Me gusta tu libertad, porque cuando vuelves, no me cabe duda de que fue por voluntad, aunque te lo haya pedido y, en medio de este vasto mundo, decides que mis brazos sean el sitio donde quieres dormir. ¿Cómo es que te preguntas el por qué he perdido la cabeza por ti?

¿Sabes cuántas veces le he suplicado a la luna que no se vaya y al sol que no salga, solo para que te quedes otro poquito? Incontables.

Yo no cierro los ojos cuando estás, es un desperdicio de tiempo, te memorizo, por si algún día no estamos, por si algún día despierto y fuiste un sueño, pueda inventarte o tratar de hacerlo.

Así de loco, así de intenso, así de bobo, así de ti.

Pero no creo que seas un sueño, no me siento lo suficientemente capaz de haberte inventado. No soy tan genio, ni tan creativo, ni tan perfeccionista, aunque lo intento. Desde
que te convertiste en mi musa, me exijo porque, si voy a escribir de ti, es para que vivas aun cuando nuestros años se hayan acabado. No soy celoso, Danny, me gustaría que otros se enamoren de ti, que otros te conozcan o que, al
menos, te imaginen. Ojalá pudiera ser pintor, porque las fotografías no dicen mucho, no me malentiendas, es que, cuando yo te miro, veo otras cosas: cuando se te desprenden pétalos del cabello, cuando te brotan girasoles de los ojos, cuando tus lunares titilan, y hay lluvia de
estrellas entre tus caderas. Yo descubrí un nuevo planeta en tu costado, y una lengua perdida en tu ombligo, he visto amaneceres en tu boca y auroras boreales entre tus piernas, te he abrazado las espinas, y he escuchado el tic
tac de un reloj donde debería estar tu corazón.
Danny, si un día quieres irte, no me devuelvas los latidos, consérvalos, capaz y cuando sientas que te has perdido, puedan recordarte que, nunca encontré palabras para describir ni tu ser ni tu estar, y de escoger una, jamás podría decir que estás perdida, porque lugar que pisas,
lugar que haces casa, aunque te vayas.

Nunca mía,
pero siempre tuyo,
Anthony Daniel.

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