Después del show

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La pequeña celebración había llegado a su punto álgido; el ambiente se llenaba de risas, chistes y brindis entre el equipo. Sin embargo, Randy no dejaba de mirar a Lía desde su lugar, con su traje de payaso todavía puesto, aunque ya algo desordenado y su maquillaje un poco corrido. Con una sonrisa juguetona, se acercó a ella y en voz baja dijo:

—¿Te gustaría salir un momento? Creo que necesito aire, tanta fiesta me aturde.

Lía asintió, sintiendo una chispa de complicidad en su propuesta. Ambos se escabulleron hacia la salida, dejando atrás el bullicio del lugar. Caminaron en silencio, sintiendo el fresco de la noche que envolvía la ciudad y les daba un respiro. Tras unos minutos, Randy rompió el silencio.

—Sabes, cada vez que termina un show me quedo con esta sensación extraña. Es como... una mezcla entre satisfacción y vacío. Como si una parte de mí siempre se quedara buscando algo más que el aplauso.

Lía lo miró, sorprendida por la sinceridad en sus palabras. Ver a Randy sin su usual humor coqueto y sus bromas le hacía sentir que estaba compartiendo un lado de él que no todos conocían.

—Te entiendo. A veces también siento que estamos en una constante búsqueda. Vivimos corriendo hacia metas que, cuando alcanzamos, ni siquiera estamos seguros de si eran lo que queríamos. Y en el proceso dejamos cosas... o personas... en el camino, sin saber si algún día las recuperaremos.

Randy asintió, con una sonrisa triste en sus labios.

—Exacto. Yo dejé tantas cosas atrás por seguir este camino. Amigos, familia, momentos que ya no podré vivir. Y aunque he ganado experiencias, a veces pienso que perdí partes de mí en ese trayecto. Sin embargo... últimamente siento que quizá no lo he perdido todo. Que tal vez hay algo, o alguien, que podría llenar esos vacíos.

El corazón de Lía comenzó a latir más rápido. Podía sentir que Randy hablaba de ella, y aunque le asustaba el peso de esas palabras, también despertaban en ella emociones que llevaba tiempo ignorando.

—Es extraño, ¿no? —dijo ella, bajando la mirada un segundo antes de volver a mirarlo a los ojos—. Yo también pensé que había cerrado esa puerta. Que ya no había nada más en este mundo que pudiera hacerme cambiar de opinión. Pero aquí estoy, contigo... y de alguna manera siento que quiero volver a intentar cosas que creía haber dejado atrás para siempre.

Randy se detuvo y la miró, en silencio, como si quisiera memorizar cada detalle de su rostro bajo la luz tenue de la calle. Con una dulzura que no era común en él, tomó una de sus manos.

—Desde que te conocí, Lía, he sentido una chispa que hacía mucho no experimentaba. Tú me haces ver la vida de otra manera, como si realmente hubiera algo más allá de los aplausos, de las luces, de la rutina de los shows. Algo más... personal.

Lía sonrió, sintiendo una mezcla de nervios y emoción al escuchar sus palabras. Era como si, por primera vez, alguien estuviera describiendo las mismas emociones que ella había experimentado en silencio.

—Quizás solo somos dos almas perdidas que, por fin, se encuentran en el camino, Randy. Y eso es algo que no ocurre todos los días.

Randy soltó una risa suave, y sin soltar su mano, se acercó un poco más.

—Tal vez tengas razón. Quizás el caos en el que vivimos es el lugar donde encontramos lo que realmente necesitamos.

En un tono casi inaudible, como si no quisiera romper el momento, añadió:

—¿Te gustaría que pasara esta noche contigo? No quiero que esta conversación termine aquí, no tan rápido.

La propuesta tomó a Lía por sorpresa, pero el brillo en sus ojos era la única respuesta que necesitaba dar. Aquel momento no podía acabar, y tampoco quería que lo hiciera. Así que asintió, y juntos caminaron hacia la habitación de ella, compartiendo una cercanía que ninguno quería dejar ir.

Al entrar, Randy se quitó la peluca blanca, dejando ver su rostro natural bajo el maquillaje. Su apariencia era otra, más íntima, más humana. Lía se acercó y lo miró detenidamente, como si nunca lo hubiera visto realmente hasta ahora.

—Sin peluca y maquillaje, pareces... otra persona. Casi no te reconozco —comentó, con una pequeña sonrisa.

Él la miró con calidez y respondió en voz baja, acercándose aún más.

—Quizás esta es la verdadera versión de mí. La que casi nadie conoce. La que solo muestro a alguien que realmente importa.

Hubo un momento de silencio, y ambos se quedaron quietos, mirándose, conscientes de que la distancia entre ellos se había evaporado por completo. Los ojos de Randy tenían un brillo particular, una mezcla de dulzura y picardía que logró que el corazón de Lía latiera con más fuerza. Randy deslizó su mano hacia el rostro de Lía, acariciando suavemente su mejilla.

—No tienes idea de cuántas veces he imaginado esta noche, Lía —susurró, con una sonrisa cargada de promesas.

Lía no respondió con palabras. No hacía falta. La respuesta estaba en su mirada, en cómo sus ojos brillaban con la misma intensidad que los de él. Sin decir nada, se dejaron llevar, y la atmósfera de la habitación se llenó de una intensidad que hablaba de todo lo que habían sentido y reprimido.

Al apagar las luces, la voz de Randy fue el último sonido en la habitación, susurrando en su oído.

—Esta noche, quiero que sea inolvidable. Para los dos.

La respuesta de Lía fue un suspiro, y mientras se fundían en la oscuridad, ambos supieron que esa noche sería el inicio de algo que ninguno de los dos olvidaría.

CUANDO NUESTROS OJOS SE CRUZARON - Randy MesmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora