capitulo 10

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CAPÍTULO 10
Mi querido diario y la gala
Segunda parte

**Perspectiva de Kagome**
Llegamos a un gran salón. Me asombré de lo lindo que era, además de que había muchas luces.

—¿Te gusta, pequeña? —me preguntó Inuyasha a mi lado, mientras salía del auto para rodearlo y abrirme la puerta. Me extendió la mano para ayudarme a salir y sonrió.
—Sí, Inuyasha, me gusta mucho. ¡Está muy bonito!
—Pues adentro está aún mejor —me ofreció su brazo.
—Gracias —le agradecí. Él entregó las llaves al valer parking y caminamos hacia dentro del lugar.

De repente, unos guardias se pusieron a nuestro lado para que los camarógrafos no se acercaran. Me sorprendí al ver lo importante y reconocido que era Inuyasha, y muy a pesar de eso, él siempre ha sido lingo conmigo.

Llegamos a la sala e Inuyasha me ayudó con mi abrigo, entregándoselo a unas camareras. Luego me tomó de la mano y nos dirigimos al salón.

—Inu, ¿dónde están los demás?
—Están en el centro del salón, Kag.

Asentí con la cabeza y seguimos caminando hasta que los encontramos. Allí estaban todos: Izayoi, el señor Inu no Taisho, Miroku, Sango, Sesshomaru, Rin y Jakotsu. Nos acercamos a ellos y los saludamos.

—Hola, buenas noches a todos —pronuncié, haciendo una reverencia e Inuyasha hizo lo mismo.
—Hola, chicos —nos saludó Izayoi, al igual que los demás, también con una reverencia.

Jakotsu se acercó a Inuyasha para saludarlo.

—¡Hola, primor! ¡Ay, pero qué guapo estás! -exclamó muy coqueto.
—Gracias, Jakotsu, pero no empieces con tus cosas. Estamos en una gala —le susurró Inuyasha, con una risa incómoda, mientras saludaba a algunas personas que pasaban a nuestro lado.
—¡Qué malo eres conmigo, Inu! —Jakotsu hizo un puchero, haciendo que todos riéramos.
—¡Hay cámaras!, compórtense —habló Sesshomaru, mientras daba un sorbo a su copa.
—Ay, cariño, no te pongas celoso. Sabes que una parte de mi corazoncito también te pertenece, al igual que a Miroku. Pero Inuyasha es Inuyasha —dijo, suspirando, haciendo que Sesshomaru tomara la mano de Rin y caminara entre la multitud. Nosotros no pudimos aguantar más la risa y volvimos a reír.
—Kag, linda, ¿qué te hiciste? No sé, te ves diferente... Claro, en el buen sentido, ¿cierto, chicos? —preguntó Izayoi a los demás.
—No te equivocas, madre. Kag se ve diferente, pero como tú dices, en el buen sentido —dijo Inuyasha, admirado. Miré a Sango y a Jakotsu para sonreír.
—Solo aprendí algunas cosas que Jakotsu me enseñó para esta noche.
—Pues déjame decirte que te ves hermosa y muy elegante, mi niña.
—Muchas gracias, Iza.
—Es verdad, Kag, te ves muy hermosa —me habló Miroku, acercándose a mí con una sonrisa.

Yo le devolví aquel gesto.

—Gracias, Mir.
—Bien, chicos, disfruten de la gala y cuidado con toda esa prensa que anda por ahí, ¿vale? —nos habló Inu no Taisho, tomando la mano de Izayoi para ir a hablar con unos caballeros.
—Kag, disfruta de la gala —me sonrió Sango, tomando la mano de Miroku, pero él se detuvo para mirar serio a Inuyasha.
—Hermano, te la encargo y recuerda lo que hablamos en la tarde.
—No te preocupes, Miroku. No me separaré de ella en toda la noche.
—Ok —y se fue con Sango.
—Linda, yo y Byakuya estaremos siempre muy cerca de ustedes, por si necesitas algo, ¿sí? -dijo Jakotsu
—Muchas gracias, Jak, por todo.
—Nada que agradecer, linda. Nos vemos. -después se dirigió a Inuyasha-. ¡Adiós, primor!
—Adiós, Jakotsu —le respondió Inuyasha con seriedad.

Cuando nos quedamos solos, miré a Inu.

—¿De qué hablaron con Miroku esta tarde?

Él me sonrió, tomando mi mano.

—Nada malo, pequeña. Solo me dijo que te cuidara mucho esta noche, y es justo lo que voy a hacer.

Caminamos por el salón, mostrándome cada cosa que había allí y saludando a algunas personas que se nos acercaban.

**Perspectiva de Sango**

Volteé y miré a mi lado, donde estaba Rin.

—Rin, ¿dónde demonios te habías metido? Acabo de ver que Koga y su padre acaban de llegar.
—Perdón, Sango. Es que Sesshomaru se quedó hablando con unos socios de Alemania. Cuando tuve tiempo, pude escaparme.
—Vale, pero ¿Sesshomaru va a tratar de mantener lejos a Koga de Kag?
—Eso creo. Ya le dije que, si no lo hace, no hay "amo bonito" hoy.
—¿"Amo bonito"? ¿Qué es eso, Rin? -pregunté un poco confundida.
—Ah, perdón. Es un juego que tengo con él. Ya sabes, algo erótico —me guiñó el ojo.

Puse los ojos en blanco. Rin siempre siendo una pervertida, pensé. Volví a mirarla para hablarle.

—Rin, ve con Sesshomaru y dile que vaya con Koga y su padre.
—Sí, ya voy. Nos vemos.
—Sí —le dije mientras la perdía de vista entre la gente.
—¿Qué ves, Sanguito?

Me di la vuelta para ver a mi esposo.

—Nada, cariño, solo hablaba con Rin, pero ya se fue.
—Ven, amor, quiero presentarte a unos amigos que invitó mi padre.
—Sí, cariño —y fuimos a donde estaba mi suegro.

**Perspectiva de Inuyasha**
—¿Te estás divirtiendo, pequeña?
—Sí, Inu, todo está muy bonito y la gente es muy simpática.
—Me alegra que te la estés pasando bien, Kag —dejé mi copa en una mesita para tomar la mano de Kag—. ¿Bailamos?

La vi sonreír antes de responderme.

—Sí.

Caminamos hacia la pista. Sostuve su mano mientras colocaba la otra en su cintura; ella puso su mano en mi pecho y recostó su rostro allí, tal cual como lo hizo en su cumpleaños.

Nos empezamos a mover lentamente al ritmo de la música. Discretamente acerqué mi rostro a su coronilla para respirar su exquisito aroma.

—¡Eres tan hermosa, Kag! —le susurré, y ella levantó su rostro para verme con esos hermosos ojos color chocolate que me encantaba mirar.
—Tú… tú también eres muy hermoso, Inuyasha —me susurró, volviendo a esconder su cabeza en mi pecho.

Me quedé sin palabras. ¿Qué fue lo que Jakotsu hizo con mi pequeña Kag? Ahora ella respondía a mis halagos; se sonrojaba aún, pero ya no se quedaba callada. Sonreí porque no podía negar que esa nueva faceta de mi pequeña me estaba encantando, y mucho. Apreté un poco más mi agarre en su cintura, y ella suspiró.

—Perdón, ¿te molesta que haya afirmado mi agarre, linda?
—No —me susurró—. No me molesta, Inu, al contrario, me agrada mucho —me dijo, mirándome a los ojos. Y ahí estaba ese hermoso sonrojo que amaba ver en ella; esas mejillas que me moría por tocar y besar.

Seguimos bailando hasta que la música paró.

—Inuyasha, ¿me disculpas un momento? Iré al tocador. Ya regreso.
—Claro, bonita.

La solté y le indiqué dónde estaban los tocadores, pero Jakotsu se le acercó para guiñarme un ojo.

—Yo me encargo, bombón —y Kag se fue con él.
—Gracias —le dije mientras me quedaba ahí para esperarla.

**Perspectiva de Sesshomaru**
“Me lleva el diablo” maldecía una y otra vez en mi mente.

No tenía problema en hablar con el padre de Koga porque él es un hombre de negocios, pero este pesado de mierda no sabe si estamos hablando de la bolsa de valores o de las bolsas del supermercado.

—Señor Sesshomaru, ¿qué le parece la idea de invertir en la bolsa?

Miré al señor Tendo, saliendo de mis pensamientos.

—Sí, es una buena idea. Estuve investigando y en Alemania es muy bueno invertir en la bolsa. En ese país, su arquitectura también es reconocida e importante en todo el mundo. ¿Tú qué piensas, Koga?
—La verdad, no es algo que me importe mucho, para ser sincero —me respondió, bebiendo de su copa mientras hablaba con su acompañante.

Quise hacer que se tragara esa copa. Claro, ¿cómo le va a importar la conversación si no tiene cerebro para pensar? Lo único con lo que piensa es con las bolas, porque siempre andaba con una y otra amante. Seguía sin entender por qué Rin me pidió este favor, si este idiota ya vino acompañado.

¡Rin! ¡Rin! ¿En qué carajo estás metida? ¿Por qué no me contaste bien el cuento? pensé, mientras volvía a hablar con el señor Tendo.

Vi al idiota de Koga dejar su copa en la mesa.

—Si me disculpan, iré a bailar con mi compañera. Con permiso —tomó a su amante y se marchó.

Bien, esto no le va a gustar a Rin, pensé, mientras volvía a hablar con el padre de Koga.

**Perspectiva de Koga**
—Cariño, gracias por invitarme.
—Solo recuerda lo que tienes que hacer, ¿de acuerdo, Kaguya? -le hablé con seriedad.
—Lo sé, cariño. Y claro que lo haré, si Inuyasha Taisho está muy guapo -respondió descaradamente.
—No me interesa lo que veas en él. Lo que necesito es que lo alejes de su acompañante, ¿entendido? -dije mientras bailábamos.
—Claro, cariño, claro. Eso será muy fácil para mí.

**Perspectiva de Kagome**
—Listo, cariño.
—Sí, lista, Jak. Vamos.

Salimos de los tocadores para buscar a Inuyasha, pero vimos a Byakuya correr hacia nosotros.

—¡Jak! ¡Jak! ¡Adivina quién está aquí!
—¿Quién, cariño?
—Nada más y nada menos que Coco Chanel. ¡Quiere verte!

Jakotsu chilló a mi lado.

—¡Sí, Jak! Vamos, ella quiere verte.
—¿Quién? —pregunté con curiosidad.
—Cariño, es Coco Chanel. Es la diseñadora de Francia y quiere verme, Kag. ¡Ay, Dios! ¿Acaso quiere que sea quien arregle a sus modelos? ¡Wooo, me muero!
—¡Vamos, Jak!

Él miró a Byakuya y después a mí, pero yo le sonreí.

—Ve, Jakotsu. Yo puedo regresar sola con Inu, no te preocupes, ¿sí?
—¿Segura?
—Claro, ve con ella antes de que se aburra de esperarte.
—Ay, no digas eso. Bueno, cuídate, Kag. Nos vemos.
—Nos vemos —le sonreí, y él se fue casi corriendo con Byakuya.

Me reí y después busqué a Inu con la mirada. Él me estaba esperando allí mismo, y caminé hacia él.

—Perdón por la tardanza.

Él se dio la vuelta para verme.

—No te preocupes, linda. ¿Y Jakotsu?
—Una diseñadora llamada Coco Chanel lo está buscando, y le pedí que fuera. No te enojes con él, ¿sí?
—Está bien, linda. ¿Bailamos?
—Claro —tomé su mano, y volvimos a la pista. Sentí cómo me rodeó con sus brazos, y cerré los ojos, amando estar entre sus brazos.

Empezamos a bailar lentamente, envueltos por la melodía.

—No te encontraste a nadie en el camino, pequeña —me susurró al oído.

Y ahí estaban esas mariposas en mi estómago.

—No, no me encontré a nadie. ¿Por qué?
—Por nada —me sonrió, y seguimos bailando.

Volví a recostar mi rostro en su pecho, dejándome embriagar por su exquisito perfume. Respiré más hondo de lo normal, absorbiendo su aroma.

—Me encanta tu perfume —solté, sonrojándome furiosamente al darme cuenta de que, en vez de pensarlo, lo dije.
—¿Cómo? —me dijo, mirándome a los ojos con una sonrisa.

Desvié la mirada de sus ojos dorados que parecían clavarse en mi alma.

—Pequeña, repite lo que dijiste -dijo suplicando.
—Perdón, Inu, no sé por qué lo dije, yo no…

Escuché su risa en mi oído, y eso me hizo estremecer.

—No tienes por qué avergonzarte por lo que dijiste, pequeña.

Bajé la mirada porque no sabía qué decir. Me sentía tan descubierta, con mis sentimientos expuestos frente a él, que no encontraba palabras para defenderme.

Entonces sentí cómo me apretó más hacia él y susurró en mi oído, tan cerca que pude sentir sus labios en mi oreja.

—A mí también me encanta tu aroma, pequeña.

Levanté la mirada para verlo, y él me sonrió con una ternura que me derritió. Si no fuera porque él me tenía bien sujeta, estoy segura de que me habría caído, porque mis piernas ya no me respondían. Me quedé mirando sus hermosos ojos color oro, que tanto había aprendido a amar, y él hizo lo mismo. Nos quedamos ahí, presos en nuestras miradas, como si el tiempo se hubiera detenido para los dos, y así quería quedarme, con él, para siempre.

—Pequeña… —musitó, pero justo alguien nos habló desde atrás.
—Señor Taisho.

Nos separamos para ver a unos caballeros.

—Hola, señor Misuki.
—Hola, Inuyasha. ¿Y quién es la señorita que lo acompaña?
—Ella es la señorita Kagome Higurashi. Kagome, él es el señor Misuki Moto, dueño de la empresa de mueblería electrónica de Japón y socio.
—Mucho gusto, señor Moto —hice una reverencia.
—El gusto es todo mío, señorita Higurashi —tomó mi mano y depositó un beso en ella, haciendo una reverencia.
—Dígame, señorita Higurashi, ¿de dónde es usted? Supe que su cumpleaños lo celebró en la mansión Taisho. Disculpe por no haber ido, pero estaba fuera del país —me dijo soltando mi mano.
—Oh, descuide, señor Moto, no pasa nada. Me alegra haberlo conocido hoy —le respondí con una sonrisa amable.
—Oh, pero aún no me ha dicho de dónde es usted.
—Soy de aquí mismo, Tokio. Los señores Taisho se ofrecieron a cuidarme porque mis padres fallecieron, señor, y por ahora estoy enfocada en terminar mis estudios.
—Oh, lo siento mucho, señorita.
—No se preocupe, señor, no pasa nada —y volví a sonreír cordialmente.

**Perspectiva de Inuyasha**
Pero ¿qué fue lo que hizo Jakotsu con Kagome? La Kagome que dejé hoy en la mañana habría estado toda nerviosa y asustada frente a mis socios, mirándome para que la salve. Pero la Kagome de esta noche sabía muy bien cómo hablarle a los demás sin mostrar miedo ni nervios cuando hablaba con hechos.

"Jakotsu, no sé qué has hecho, pero eres increíble. Acabaste con el miedo y los nervios de Kagome en tiempo récord. ¡Wow, Jak! Te debo una, amigo," pensé, feliz, porque mi pequeña ya no estaba asustada frente a los demás.

—Hola, caballeros —dijo el recién llegado

Maldije internamente al ver a ese maldito pulgoso acercarse con, seguramente, una de sus amantes.

—Hola —respondimos todos.
—Oh, Kagome, qué gusto verte —dijo Koga, tomando su mano para besarla.

Lo iba a matar ahí mismo. ¿Cómo demonios se atrevía a tutearla y besarle la mano?

Ella se zafó de su agarre para saludarlo.

—Hola, señor Tendo.
—Oh, por favor, solo dime Koga.
—Gracias, pero prefiero seguir llamándolo señor Tendo, si no le importa —le respondió Kagome.

Yo sonreí, porque Koga puso cara de idiota, pero inmediatamente recuperó su maldita sonrisa y se volvió hacia nosotros.

—Caballeros, señorita, les presento a la señorita Kaguya Kon.
—Mucho gusto, señorita —saludaron todos, y yo también.
—Mucho gusto —le dije.
—Muchas gracias, caballeros.
—Caballeros, ¿han visto las últimas noticias de la bolsa en Alemania? —preguntó Misuki y yo asentí.
—Sí, las vi el miércoles. Les está yendo muy bien. Hasta estamos pensando en invertir un poco en ellos.
—Eso es una buena idea. Hay que aprovechar que la bolsa está en su mejor momento.
—¿Tú qué piensas, Koga? —preguntó Misuki, y yo sonreí.
—Misuki, no creo que Koga sepa algo de la bolsa de valores; a lo mucho, sabrá de la bolsa de la cartera que siempre lleva con él —dije, con una risa burlona.

Él me miró con odio, pero su reacción me importaba muy poco. Así que tomé la mano de Kagome, miré a mis socios y dije:

—Si me disculpan, tengo que buscar a mi familia para decirles algo importante. Con permiso. Y, Misuki, no gastes tu tiempo hablando de la bolsa con Koga; él no entendería estas cosas.

Dicho eso, me fui con Kagome.

—Inuyasha, ¿no crees que fuiste algo grosero con el joven Koga?
—Claro que no, al contrario. Se lo merece. ¿Qué tiene que hacer en una gala de negocios si él no trabaja?
—Pero igual creo que fuiste algo grosero con él.

Me detuve para verla.

—¿Te molesta que sea así con él?

Ella me miró sin entender mi comportamiento, y maldije internamente.

—Perdón, pequeña. No quise hablarte así. Es solo que me molestó que ese pulgoso te besara la mano, eso es todo —fui sincero con ella.
—Inu, a mí no me importa lo que ese joven piense o haga. Solo fui cortés, nada más.
—Lo sé, linda, lo sé —le dije, sonriendo.
—Señor Taisho…

Una vez más, maldije mi suerte. Por estar enojado con el maldito de Koga, me olvidé de que no debía caminar por este lado del salón con Kagome. Los malditos reporteros estaban ahí.

Me di la vuelta para salir de ahí con ella, pero los periodistas no me dejaban avanzar.

—Señor Taisho, ¿quién es su acompañante? ¿Es la señorita Kagome Higurashi, a quien le celebraron su cumpleaños hace unos meses? ¿Qué es ella para usted? ¿Por qué la trajo a la gala? ¿Viven juntos?
—Con permiso —dije, sujetando a Kagome a mi lado.
—Señorita, ¿qué es usted del señor Taisho? Viven juntos, ¿verdad? ¿Es su novia o solo amigos con derechos?
—¡Suficiente! —dije, enfadado. No iba a dejar que le hablaran a Kagome como si fuera mi amante. Pero ellos siguieron haciendo sus malditas preguntas.
—Señorita, ¿por qué vive en su casa? También la han visto muy cerca del señor Miroku Mushin, un hombre casado. ¿Qué son ellos para usted?

No podía soportar la situación en la que nos estábamos viendo envueltos, y ya estaba perdiendo los estribos; tenía ganar de golpear al maldito reportero, cuando Kagome me detuvo para hablar con ellos.

—Caballeros, señoritas, ¿qué es lo que realmente quieren saber de mí?
—Kag, no es necesario —le dije.

Pero ella me sonrió para responderme:

—Inuyasha, si no es ahora, será mañana. Lo sabes.

Solo asentí. Era verdad, estos reporteros, si no tenían su noticia ahora, la tendrían mañana o pasado mañana.

Ella volvió a ver a los reporteros.

—Bien, ¿qué es lo que me quieren preguntar? Pero, por favor, uno por uno. Demostremos educación para hacer las preguntas, por favor.

Y todos asintieron.

—Señorita Kagome Higurashi, ¿por qué vive en la casa del señor Taisho? ¿Qué es de él?
—Bueno, vivo en la casa del joven Inuyasha Taisho porque perdí a mi familia en un accidente. La familia Taisho me ofreció su ayuda amablemente, ayuda que acepté agradeciéndoles de corazón por todo lo que hacen por mí. Todos me ofrecieron amablemente sus casas para vivir, pero yo decidí quedarme en la casa de Inuyasha Taisho porque creo que aún el mundo no está del todo podrido como para que dos amigos puedan vivir en la misma casa sin que haya malentendidos. Pero creo que pequé de ingenua al pensar que todo el mundo pensaba igual que nosotros. Caballeros, señoritas, ¿no les da vergüenza pensar esas cosas de dos amigos que viven en la misma casa? ¿No les da pena sus preguntas retorcidas? El día de mañana, pueden ser sus hijos los que sean atacados de esta manera por algo tan simple como que dos amigos vivan en la misma casa.

Tanto los reporteros como yo, estábamos sorprendidos por la respuesta de Kagome, no solo por la manera tan cordial de responder, también por la manera tan segura con la que se estaba desenvolviendo.

—Entiendo que es su trabajo y tienen que llevar la mejor noticia a sus jefes, —continuó hablando—, pero les pido que lleven noticias verdaderas, no mentiras como las que querían mostrar hace un momento, y que sus jefes piensen mejor antes de lanzar algo a los medios. Yo no tengo nada de qué avergonzarme porque he hablado con la verdad; son ustedes los que deben sentirse avergonzados por sus acusaciones sin fundamento. Ahora, si me disculpan, ya he respondido a sus preguntas y quiero disfrutar de esta hermosa gala con la familia Taisho, que es como mi familia de ahora en adelante. Con permiso, y disfruten de la gala.

Ella les hizo una reverencia y luego me miró y sonrió.

—Vamos con los demás.
—Sí —dije, aún sin creérmelo. Afirmé mi agarre y caminamos para buscar a los demás.
—Pequeña, me has dejado sin palabras —le dije, ya lejos de los reporteros.
—¿Lo hice mal? ¿No era así como debía comportarme? —me preguntó, preocupada.

Tenía tantas ganas de abrazarla con mucha fuerza, pero no podía porque todo el mundo nos vería, así que solo le sonreí.

—No, Kag. Todo lo contrario. Fue la mejor respuesta que les pudiste haber dado. Me siento tan orgulloso de ti, linda.
—¿De verdad?
—Sí.

Tomé su mano y caminamos hacia donde estaban mis padres.

—Hola —dije nuevamente.
—Hola, cariño. ¿Cómo se la están pasando?
—¡Súper! —respondió Kagome.

Yo asentí y nos quedamos ahí conversando.

**Perspectiva de Koga**
Maldito Inuyasha, te crees muy listo, pero cuando logre alejarte de esa hermosa mujer, a ver si sigues riendo como ahora, idiota.

**Perspectiva de Kagome**
—Con permiso, voy al tocador —le dije a Iza.
—Te acompaño —dijo, y nos dirigimos a los tocadores.

Una vez ahí, Iza me miró con orgullo.

—Linda, me tienes muy impresionada con tu comportamiento en la gala. No veo miedo en tus ojos cuando alguien se te acerca.
—Todo es gracias a Jakotsu, Iza. Él logró todo esto en mí.
—¡Wow! Jakotsu es un sol.
—Sí que lo es —sonreí.

Iza entró al baño mientras yo me retocaba el maquillaje. Cuando salió del sanitario, se lavó las manos y retocó su maquillaje. Salimos juntas del tocador.

Íbamos charlando cuando se nos acercó una señora muy elegante.

—¡Izayoi! ¡Linda! ¿Cuánto tiempo?
—¡Wow! ¡Hola, querida!

Las dos se saludaron con gran alegría.

—¿Y este encanto quién es, Iza?
—Es mi hija, Kagome Higurashi. —Me sorprendí cuando Izayoi me presentó de esa manera—. Kag, ella es la señora Urasue.
—Mucho gusto —hice una reverencia.
—El gusto es mío, querida —me respondió, y luego miró a Iza de nueva cuenta.
—Izayoi, tengo que contarte algo que me enteré de los orfanatos de Corea, donde nosotras estamos ayudando.
—¿Oh? ¿Qué pasó, linda?
—Ven, vamos para que te platique.

Iza me miró y yo le sonreí.

—Con permiso, regresaré con los demás, ¿sí?
—Gracias, linda.
—De nada, un placer haberla conocido, señora Urasue.
—Igualmente, hermosa.

Me alejé de ellas y empecé a buscar a los demás, pero no estaban donde los dejamos. Seguí buscando hasta que mis ojos lo vieron, y mi corazón se encogió al verlo bailando muy pegado con una mujer. Cuando la observé mejor, me di cuenta de que era la señorita que acompañaba al joven Koga. La tristeza me envolvió.

—Ese Inuyasha sí que es un fresco —escuché que alguien decía detrás de mí.

Me di la vuelta para ver quién era, y resultó ser el joven Koga.

—¿Por qué hablas así de él? —pregunté un poco molesta.
—Sólo míralo. Tiene a una hermosa mujer de acompañante y, aun así, quiso quedarse con la mía. Yo estaba lo más bien bailando con mi amiga, y él llegó y se la llevó. ¿Y sabes qué más me dijo?
—¿Qué?
—Que mi amiga era la chica más guapa que había visto en su vida y que pensaba pasar la noche con ella. Claro, mi amiga Kaguya siempre anduvo detrás de él, así que fue fácil dejarme ahí solo.
—Eso no es verdad. Inuyasha no es así —dije con firmeza, frunciendo el ceño.
—¿Ah, no? Pues míralo con tus propios ojos, —dijo, dándome la vuelta para que lo viera.

Ella sonreía, y él le devolvía la sonrisa. Mi corazón se hizo chiquito. Claro, esa señorita era muy bonita y elegante. ¡Jamás podría competir con alguien como ella!, pensé con tristeza.

—Kagome —levanté la cabeza para ver al joven Koga—, no tienes que esperar a que Inuyasha se acuerde de que estás aquí. Ven, te invito a bailar —extendió su mano.
—No, yo no quiero —susurré.
—Vamos, Kag, no me dejarás con la mano estirada. Los reporteros nos están viendo, ¿no me harías esa grosería a mí, el hijo de uno de los socios de la familia Taisho? —respondió.

Miré a mi alrededor, y claro, los reporteros estaban ahí viéndonos. Solté un suspiro y tomé su mano para ir a bailar, pero era lo último que quería. Solo quería irme de ahí y llorar porque me di cuenta de que Inuyasha jamás me vería como yo lo veo a él.

Sentí cómo Koga me abrazaba para bailar, y no tuve más opción que corresponder al baile.

—¿Sabes, Kag? Eres hermosa.
—Gracias —susurré, mirando hacia otro lado.
—¿Por qué estás triste? ¿Es por ese perro de Taisho?
—Por favor, no lo llames así.
—¿Aún lo defiendes después de haberte dejado aquí sola e irse con mi amiga?

No dije nada, solo me quedé callada.

—Kag, no mereces a alguien como él. A Inuyasha le gusta andar con muchas mujeres a la vez; es un mujeriego. Mujer que le gusta, mujer que se lleva a la cama, al igual que Miroku.
—YA BASTA! —le grité, pero solo para que él me escuchara.
—¿Qué pasa? —me dijo.
—Joven Koga, se lo voy a decir ahora y no pienso decírselo otra vez: ¡No voy a dejar que usted hable así de ellos! Inuyasha no es así como usted lo está pintando; él es un caballero, un verdadero caballero. Y mi hermano Miroku también. ¿No le da vergüenza hablar así de un hombre felizmente casado? ¿Es que su inmadurez puede caer tan bajo como para hacer este tipo de mentiras? Y si a Inuyasha le interesa la señorita Kaguya, ni usted ni yo podemos hacer nada—. Solté lo último con tristeza.
—Kag, yo no...
—Déjeme terminar. —lo interrumpí—. No soy tonta; sé muy bien que usted me mira con interés, pero déjeme decirle que usted a mí no me interesa en lo más mínimo. Solo he tratado de ser cortés y educada, pero, por lo que veo, la educación y el respeto no van con usted, señor Koga. Sería mejor que, en vez de perder su tiempo haciéndose el galán con cuantas mujeres se le cruzan por el frente, ocupe ese tiempo en trabajar y aprender educación, que bien le hace falta. Y le voy a pedir, de la mejor manera posible, que no me busque más o tendré que hablar con su padre. Ahora, si me disculpa, quiero irme, así que suéltame, por favor.
—Kagome, yo no...
—Dijo que la sueltes —Koga fue empujado mientras Inuyasha me colocaba detrás de él.
—Inuyasha... —susurré.

**Perspectiva de Inuyasha**
—Padre, ¿qué se demoran mi madre y Kag en el baño?
—Son mujeres, hijo, ¿qué esperabas? —Ambos reímos.
—Oh, hijo, mira, llegó tu padrino Totosai. Lo voy a saludar, ¿sí?
—Ok —dije mientras él se iba.

Entonces, alguien se acercó a mí.

—Hola de nuevo, Inuyasha.
—Hola de nuevo, Kaguya —dije sin más.
—Inuyasha, ¿bailamos esta canción? —me extendió la mano con una sonrisa coqueta.
—Gracias, pero paso —dije.
—¡Oh, vamos, cariño! No me dejarás con la mano extendida. Los medios y las revistas nos están viendo. ¿Qué pensarán de la cortesía de un Taisho?

Miré a mi alrededor, y efectivamente, los malditos reporteros estaban sacando las mejores fotos. Maldije internamente y tomé su mano para ir a la pista de baile. Quise bailar lo más alejado posible de ella, pero parecía que sus intenciones eran otras, ya que se me pegó de manera descarada.

—¿No cree que se ha pegado mucho a mí, señorita Kaguya?
—No para nada, cariño. Creo que estoy justo en el lugar necesario para este baile contigo —me sonrió, pero yo no le correspondí.
—¿Por qué tan serio?
—Así soy —respondí tajante.
—Cariño, sonríe. Te están viendo tus socios.

Miré de reojo a mi izquierda y, claro, mis socios estaban observándome. Sonreí falsamente mientras ella sonreía con total descaro y se pegaba más a mí. Pero ese contacto hasta repulsión me daba. Esta mujer se había echado el frasco de perfume entero encima, y ese olor ya me estaba revolviendo el estómago.

Miré hacia otro lado para no oler tanto su maldito perfume y rogué para que la canción terminara ya, pero mi vista cayó en dos personas, y mi sangre ardió de ira. ¿Qué demonios hacía Kagome bailando tan pegada a ese maldito de Koga?

A la mierda si la canción no terminaba o si los socios más importantes nos estaban viendo. Solté a Kaguya y caminé hacia ellos.

Cuando llegué, escuché que Kagome le decía que la soltara, pero él no lo hacía, y la rabia me consumió. Empujé a Koga y puse a Kagome detrás de mí.

—Te dijo que la sueltes —le exclamé, enfadado.
—Inuyasha... —susurró ella detrás de mí.
—¿Quién te crees para empujarme? —preguntó Koga con rabia
—¿Y quién demonios te crees tú para tocarla, maldito?

Le iba a partir la cara, pero Sesshomaru se interpuso entre nosotros.

—El que haga el primer escándalo; el primero que llame la atención de los demás, les juro que se quedará en el hospital por un mes entero —expresó mi hermano con seriedad.

Koga no dijo nada, solo se marchó, mientras Sesshomaru me miraba fijamente.

—¿Qué pasó, Inuyasha?
—Nada —dije y tomé la mano de Kagome, caminando lejos de todos.
—¡Inuyasha! ¡Inuyasha!... —me hablaba ella, pero no le respondía—. ¡Inuyasha, me estás apretando la muñeca! Ya para.

Me detuve para verla seriamente.

—Pero no te molestó que ese maldito te tuviera tan bien sujeta, ¿verdad?
—¿Qué?
—Lo que oíste, vi cómo bailabas con ese pulgoso.
—No sé qué fue lo que viste, pero no es lo que estás pensando.
—Pues yo sé muy bien lo que vi, ¿sabes? —y me maldije por haber dicho eso, porque sus ojos se pusieron brillosos.
—Yo no hice nada malo —me susurró.
—Kag, yo...
—Yo solo fui cortés con él, mientras tú bailabas con la señorita Kaguya y te veías tan feliz con ella que no quise molestarte.
—¿Qué? ¿Nos viste, Kag? No es lo que...
—Me quiero ir —se soltó de mi agarre, dio la vuelta y comenzó a caminar lejos de mí.

Pero la sujeté del brazo.

—Kag, escúchame...
—Ya no quiero estar aquí. No debí haber venido; este no es mi lugar —se soltó una vez más de mi agarre para irse.

Me maldije mil veces por haberme comportado así con ella. ¿Cómo fui tan idiota de descargar mis celos en ella?

—Kag... —le hablé, pero ella no me hizo caso. Caminé hacia ella y nos encontramos con Sango y Rin.
—Aquí andaban —dijo Rin.

Pero las dos miraron a Kagome.

—Kag, ¿qué tienes?
—Nada, solo me duele mucho la cabeza. Creo que bebí algo que me hizo mal y ya me voy a la casa.
—Pero es temprano...
—Ya nos vamos, Sango. ¿Nos puedes despedir de los demás, por favor?
—Sí, claro. ¿Todo bien?
—Sí —le respondió Kagome con una sonrisa y se despidió de ellas
—Adiós, cuñado.
—Adiós, chicas.

Caminé hacia la salida con Kagome, tomé su abrigo para ponérselo, pero ella me lo quitó y se lo puso sola. Caminamos hacia la salida en silencio. Me dieron las llaves, le abrí la puerta y ella entró en silencio. Eso me dolió. Di la vuelta, subí al auto y ella evitó mirarme, viendo hacia afuera. Mi pecho se apretó al verla así. Encendí el auto y nos dirigimos a la casa.

El camino fue silencioso y tortuoso mientras apretaba el volante con mis manos. Cuando llegamos, ella misma se bajó del auto antes de que pudiera abrirle la puerta.

Al abrir la puerta de la casa, ella subió las escaleras corriendo, y alcancé a ver que iba llorando.

Cerré la puerta y me quedé en la sala. Necesitaba pensar con claridad para poder hablar con ella.

—¡Maldita sea!... —exclamé a la nada golpeando la pared

¿Cómo fui tan idiota de haberle hablado así en la gala? Claro que ella no tenía culpa, todo era culpa de Koga y de su amante. Me froté el cabello con frustración y me quedé pensando. Kagome debía estar enfadada y triste conmigo, y si ese enojo la hacía pensar en irse a vivir a la casa de Miroku, yo... ¡No!, eso no podía permitirlo. Sin pensarlo más, subí a su cuarto.

Cuando llegué, toqué suavemente la puerta.

—Kag, ¿puedo pasar? —No hubo respuesta.

Dejé caer mi cabeza en la puerta y volví a hablar.

—Pequeña, ¿puedo pasar?

Nuevamente nada, no me respondió. Solté un suspiro frustrado y volví a insistir.

—Voy a abrir —toqué la manilla para abrir la puerta.
—Kag —susurré al entrar, y mi corazón se encogió cuando la vi.

Ella ya estaba en pijama, llorando, acurrucada en su cama. Me sentí el peor bastardo del mundo por haberla hecho llorar de esta manera. Caminé hacia ella y me quedé de pie frente a la cama.

—¡Pequeña, perdóname! No quería hablarte así.
—Pero lo hiciste, y yo no hice nada —me susurró, mirándome con sus ojos rojos por el llanto.

Me maldije en mi mente como nunca antes lo había hecho.

—Kag, te suplico que me perdones. Cuando te vi con ese maldito de Koga...
—Yo no hice nada. —me interrumpió—. Tú me dejaste sola para ir con la señorita Kaguya, y no quise molestarte porque te veías muy feliz con ella. —Y esas palabras golpearon mi corazón, como si le hubieran dado una puñalada—. No quería bailar con el joven Koga, pero los reporteros estaban allí, y no quise ser grosera con el hijo del socio de tu familia. Por eso accedí a bailar con él. No tienes que estar aquí si no quieres; también sé que tú querías pasar la noche con ella —terminó de decirme  con más lágrimas en los ojos, tapando su rostro con la almohada.

Me quedé con la boca abierta. ¿De dónde sacó semejante tontería?

—Kagome, ¿por qué pensaste eso? —le pregunté pero no me respondió.

Respiré hondo para tratar de manejar esto de la mejor manera posible.

—Pequeña, por favor, dime —insistí— ¿Por qué pensaste eso?

Ella levantó la cabeza para mirarme, pero volvió a agacharla y habló.

—El joven Koga me dijo que tú le quitaste a su amiga y que le dijiste que ella era la mujer más hermosa que habías visto, y que hoy tú y ella iban a pasar la noche juntos. Después, te vi sonriéndole al igual que ella contigo mientras bailaban —susurró mientras abrazaba su almohada.

Recién me di cuenta de que había caído en una trampa. Maldito hijo de... Me callé para no maldecir y empecé a dar vueltas en el cuarto, pero después me detuve para hablarle a Kag con la verdad.

—Kag, todo fue una trampa. Yo también me sentí obligado a bailar con ella y tuve que sonreír falsamente, al igual que tú con Koga. Él planeó todo esto para alejarme de ti esta noche. Por favor, tienes que creerme.
—¿De verdad? —me susurró con sus ojos brillantes.

Me acerqué a la cama y le sonreí.

—Sí, pequeña, de verdad. Todo fue una trampa. ¿Me perdonas por haberte hablado así en la gala, linda?

Ella me sonrió y caminó de rodillas por la cama hasta llegar a mí para abrazarme. Yo la recibí gustoso de la vida.

—¿Me crees, Kag? —susurré cerca de su oído.
—Sí, Inu, te creo.

Me separé de ella para mirarla a la cara y limpiar sus lágrimas.

—¿Me perdonas, cariño, por haber sido un idiota?
—No tengo nada que perdonarte, Inu. Fue una trampa; no fue tu culpa.
—Gracias —musité mientras acariciaba sus mejillas sonrojadas.
—Inu —susurró, mirándome a los ojos.
—Dime.
—Tú... ¿no sientes nada por la señorita Kaguya?
—¿Por qué me lo preguntas?
—Por nada —respondió, agachando la cabeza, pero yo hice que me mirara a los ojos.
—Kag, no siento nada por ella ni por nadie más, porque mi corazón ya está ocupado.

**Perspectiva de Kagome**

Mi corazón dolió al escuchar sus palabras, y no pude evitar que las lágrimas se acumularan en mis ojos mientras sentía cómo caían.

—¿Por qué lloras, pequeña?
—No por nada —respondí, tragando saliva y susurrando—. ¿Puedo saber quién es la chica que está en tu corazón?

Lo vi sonreír antes de acercarse a mi rostro y susurrarme muy cerca de mis labios. Mi corazón empezó a latir con fuerza.

—La persona que está en mi corazón eres tú, pequeña. —Y antes de que pudiera reaccionar, me besó.

Abrí mis ojos enormemente y después los cerré mientras sentía que mi corazón se me iba a salir del pecho. Mi mente era un caos. Inuyasha... él... él me estaba besando. No lo podía creer. Sus labios se sentían tan suaves y cálidos que era maravilloso tenerlos unidos a los míos, pero no sabía cómo reaccionar o, mejor dicho, cómo corresponder.

**Perspectiva de Inuyasha**
Me acerqué a sus labios y le confesé lo que me estaba matando por dentro. Ya no podía guardarlo más; tenía que decírselo o me iba a volver loco con este secreto.

—La persona que está en mi corazón eres tú, pequeña —La besé.

Dios santo, sus labios eran tan suaves y apetecibles... Quería devorar su pequeña boca, pero si hacía eso, la iba a asustar. Así que solo le di un beso casto, pero lleno de todo el amor que sentía. Me entristeció un poco sentir que no me correspondía, pero no me alejé, al contrario, tomé todo el valor del mundo para confesar mis sentimientos y que fuera lo que Dios quisiera. Me separé de ella y me confesé.

—Te amo, pequeña. No sé cómo pasó, pero te amo. Cuando te conocí en ese lugar, pusiste mi mundo de cabeza, y poco a poco te fuiste apoderando de mi corazón hasta que te lo robaste completamente. Ahora eres lo más preciado que tengo, porque ahora tú ERES MI LUZ, pequeña.

Terminé mi confesión preparándome mentalmente para cualquier respuesta.

**Perspectiva de Kagome**
Me quedé helada y sin palabras. ¿Inuyasha…? ¿Inuyasha dijo que él… él me ama? pensé, sin poder creerlo.

—Pequeña, por favor, di algo —dijo muy preocupado—. Mira, si tú no sientes lo mismo por mí, te juro que no volveré a hablar de esto. Pero tenía que decírtelo porque ya no podía guardarme este amor que siento por ti. Si solo me ves como un amigo o como un hermano, te prometo que respetaré tu decisión, pero te ruego que no me odies por haberte confesado mis sentimientos, pequeña.

Me quedé en shock. ¿Qué podía decir, si yo también lo amo? Si tenía alguna duda de mis sentimientos, esa noche me di cuenta de que es amor lo que sentía por él. Cuando lo vi con esa chica, me di cuenta de que lo amo, que lo amo más que a mi propia vida, y por eso sentí celos.

—Pequeña, di algo, por favor —me susurra, preocupado.

Y yo salí de mis pensamientos para sonreír y bajar la mirada, dispuesta a confesar mis sentimientos también.

—Inu, yo… yo también estoy enamorada de ti —susurré y escondí mi rostro en su pecho, sintiendo cómo él me abrazó.
—¡Kag!… repite lo que me dijiste, por favor.
—¡Te amo! —volví a susurrarle en su pecho, pero él tomó mi rostro con tanta delicadeza y me miró a los ojos.
—¿De verdad? —asentí con una sonrisa.
—Sí, Inuyasha, me enamoré de ti hace ya un tiempo.
—¡Mi pequeña…! —Sentí cómo me abrazó para besarme y está vez si le correspondí, pero me avergoncé cuando no supe cómo besarlo.

**Perspectiva de Inuyasha**
La abracé tan fuerte y no me aguanté más, la volví a besar. Ella movió sus labios con torpeza, y recordé la razón. Me separé de ella unos centímetros para ver su bello rostro sonrojado.

—Perdón, Inu, es que yo no sé… bueno, yo… —exclamó completamente avergonzada.

Sonreí por su inocencia y ternura.

—¿Quieres que te enseñe a besar, pequeña? —La vi sonrojarse, pero asintió.

Llevé mi mano a su rostro y, con mi pulgar, acaricié sus labios; ella soltó un suspiro.

—Solo relájate, cariño, y déjate llevar por mí, ¿sí? —asintió nuevamente y cerró los ojos.

Me acerqué lentamente para rozar sus exquisitos labios y después darle un beso casto. Dios, había soñado tantas veces con esto que no me lo podía creer. Empecé a mover mis labios mientras acariciaba sus mejillas para relajarla, y ella, después de unos segundos, me correspondió. Fue un beso inocente y de principiantes, pero fue lo más tierno que había sentido en mi vida. Me separé de ella para ver su rostro, y aún tenía los ojos cerrados. Sonreí por su inocencia y ternura.

Puse mi frente junto a la de ella para hablarle.

—Pequeña, es tarde y mañana tienes clases. Tienes que descansar —finalmente abrió sus hermosos ojos para verme.
—Yo pensé que me ibas a enseñar… bueno… —susurró sonrojándose y bajando la mirada.

No pude resistirme a tanta ternura. Ella quería que la siguiera besando, y ¿a quién engaño? Yo me moría por besarla toda la noche. Pero tenía que controlar mis emociones; no quería hacer algo que pudiera asustarla. Tenía que ir paso a paso con ella y que pueda vivir lo lindo de un noviazgo de quince años hasta los dieciocho. No me iba a aprovechar de ella, eso jamás. Ahora que sé que ella también me ama, no pienso dejarla ir jamás.

La quedé viendo para, con mi mano, levantar su rostro con delicadeza y verla a los ojos.

—Pequeña, ¿tú querías que te siguiera enseñando a besar?

Ella solo asintió apenada, y eso me hizo el hombre más feliz del mundo.

—Te prometo que mañana te enseñaré más, pero ahora es muy tarde y tienes que descansar, hermosa.

—Bueno… —me susurró—. Inu, ¿te quedas conmigo hasta que me duerma, por favor?

Solté un suspiro al verla. ¿Cómo me iba a negar?

—Claro, cariño. Ven. —La llevé a su cama, la acosté, la tapé, y yo me quedé arrodillado a la orilla de su cama mientras acariciaba el flequillo de su frente. Ella me miró con tanta ternura antes de cerrar poco a poco los ojos, hasta que se quedó completamente dormida.

Me quedé, no sé cuánto tiempo, ahí al lado de su cama, acariciando su cabello mientras ella dormía.

—Kagome… —susurré—. Pensé que solo yo sentía esto, pero ahora sé que tú también lo sientes, y te juro que voy a pelear por ti, pequeña, aunque tenga que enfrentarme a mi propia familia. Lo haré porque no pienso dejarte ir nunca.

Con ese juramento, me levanté, le di un beso en la frente y salí con cuidado de su cuarto para ir al mío.

—Te amo, mi pequeña —pensé antes de irme a acostar.

Continuará…

Si llegaron hasta aquí, ¡Gracias!
Crédito de la ortografía a la bella autora Kayla Lynnet. ¡Gracias, linda!

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⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

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