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Paquetá y Rodrygo llevaban un tiempo saliendo, al principio todo fue genial, eran muy amorosos entre los dos y se notaba que se amaban como nunca. Pero, no todo duraría para siempre.
Rodrygo se despertó sin ver a Paquetá a su lado, se quedó un rato pensativo mirando hacia el techo hasta que se levantó de la cama y salió del cuarto, yendo de las escaleras a la cocina para encontrarse con su pareja en la cocina viendo el teléfono.
—Buenos días, cariño.—saludo el menor.
—Hola.—respondió un poco serio sin despegar su mirada del celular.
Rodrygo de primeras no le tomo importancia a su tono y luego se acercó más a la cocina para empezar a prepararse el desayuno que sería leche con avena y frutos secos.
—Oye.—habló de nuevo Paquetá volteándose a ver mejor a Rodrygo.
—¿Mjm?
—¿Te has visto al espejo?—pregunto.
—Si, ¿por que? ¿tengo algo malo?—dejo lo que estaba haciendo para mantener contacto visual con él.
—Pareces una vaca de lo gordo que estás, deberías bajar de peso. No quiero caerme de la cama por que tú las vas a ocupar toda, gordo.—tiro de golpe.
Aquella broma había afectado a Rodrygo más de lo que se esperaba, se quedó callado y sin poder decir nada.
—¡Pero tranquilo, amor! Es una broma, entre parejas.—se acercó a él.—Te amo.—le da un beso suave en los labios acorralándolo contra la encimera.
—Yo... también te amo...—correspondió al beso y le regaló una falsa sonrisa nerviosa.
...
No creo que solamente sea una broma entre parejas.
