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Rodrygo se despertó con unos brazos apretando su cuerpo en un abrazo, miró y era Paquetá, quien lo tenía bien sujetado en la cintura apretando la zona. Era tierna la escena pero Rodrygo sentía miedo, logró liberarse del abrazo y suspiro. Se levantó de la cama y se fue a la cocina para hacer su desayuno que era lo mismo de siempre, leche con avena y frutos secos.
Después de desayunar solo, unos pasos fuertes se oyeron en las escaleras que eran de su pareja, probablemente estaría enojado con él por lo de ayer.
—Rodrygo.—habló con voz ronca.
—¿Si?—trata de hablar con normalidad.
—Dame tu celular.
—¿Para que?—traga saliva.
—Solo dámelo.—gruñe con enojo extendiendo su mano hacia Rodrygo.
—A...ah... vale...—tartamudea y le entrega su celular.
—¿Cuál es la puta contraseña?—pregunta con enojo tratando de desbloquear el teléfono del menor.
—E...eh
—¡Dímela!—grito.
—¡El día y el año que nos conocimos!—replica con miedo.
Paquetá puso la contraseña y comenzó a revisarle su celular, metiéndose a Instagram, WhatsApp, Twitter, Facebook y Fotos, revisando cada chat que tuviera Rodrygo, revisando cada foto, cada mensaje, pero no había nada raro.
—Menos mal no tenias nada...—le devuelve el teléfono con brusquedad.
—¿Estás desconfiando de mí?—preguntó Rodrygo.
—Si, estoy desconfiando de ti. Piensa que ayer estuve casi todo el puto día preocupado por ti y por que no llegabas.
—Estaba con mi madre, amor...
—¿Te tengo que creer?
—Supongo que si... solo quiero que me creas.
—Vaya puta mierda de excusa, no quiero saber nada de ti.—desprecio y se fue a la puerta principal.
—¿A donde vas?—se acercó a él.
—Donde no vea tu cara de estúpido.—salió por la puerta y se fue en el coche, partiendo a la casa de la mujer con la que se acostó anoche.
Rodrygo volvió a quedarse solo y más que nunca antes, tenía miedo de que las cosas empeoraran pero sabía que debía ser fuerte y solamente seguir las órdenes de Paquetá.
