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Parece que todos los días eran lo mismo, Paquetá no estaba, pero esta vez no estaba en casa, había salido así que eso un gran alivio para Rodrygo, pero una nota de preocupación cruzo en su rostro al ver al hora, él ya había desayunado y almorzado y en esas horas, Paquetá no había llegado.
Pensó que probablemente tenía alguna reunión de trabajo o algo relacionado.
—Debe estar ocupado, no creo que se demore tanto.—pensó en voz alta Rodrygo.
Pasaron y pasaron las horas, Paquetá seguía sin volver algo que la preocupación de Rodrygo se volviera aún más fuerte así que decidió llamarlo. Pero nadie contestó. Rodrygo sentía ese sentimiento de miedo y pánico por no saber nada sobre Paquetá en todo el día en toda la tarde, hasta que una llamada telefónica de él lo hizo volver a suspirar aliviado.
—¿Hola, amor?—contesto Rodrygo el celular.
—Hola, cariño, te llamo para decirte que estaré en unos veinte o diez minutos en la casa, tuve unos asuntos en mi familia así que llegaré tarde a casa.—dijo.
—Oh, está bien, mándale saludos a tu familia. Anhelo por conocerla.
—Esta bien, yo le mandó, te amo.
—Yo también te amo.—sabia que ese "te amo" no era sincero.
Después, Paquetá colgó el celular.
—Bien, nos vemos mañana, preciosa.
—¿Por que te vas?—pregunto la mujer con voz coqueta.
—No quiero que Rodrygo sospeche de nuestra relación.—dijo acariciando su mano.
—Mm, esta bien... pero vuelve mañana o pronto, tengo ganas de muchas cosas.—se relame los labios.
