XII.Confesiones

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 Lucy

-Leónidas nos hizo el favor de buscar pistas mientras hablabas con el imbécil. encontró los lentes de Rowan –

-aún no sé por qué lo odias tanto – murmuro.

- lo sabrás cuando lo asesine y tenga que hacer una declaración por homicidio a su padre, mientras tanto... – me detuve, señalando los lentes en la tierra – esa es la única pista que tenemos, alguien intento limpiar el lugar; parece que tenían prisa.

Merlina se agachó y recogió los lentes. Apenas sus dedos rozaron los lentes, un estremecimiento la recorrió de pies a cabeza; sus ojos se cerraron, y su cuerpo cayó sin resistencia hacia atrás.

Corrí y la sostuve antes de que su cuerpo cayera al suelo.

-en serio, necesito que al menos se me avise cuando tenga visiones, ¿qué pasa si un día cae de cara y arruina su lindo rostro? – Suspiré, mis hombros relajándose al verla abrir los ojos. Pero Merlina solo me miraba, pero no sabía por qué. Tampoco quería entrar en su mente para no molestarla.

—Eres amiga de Thorpe —dijo, todavía aturdida.

Asentí. Merlina se levantó sin decir más y empezó a caminar de regreso a Nevermore.

Íbamos a mitad de camino, en un cómodo silencio otra vez. Leo estaba en mi hombro mientras lo acariciaba. De repente, sus ojos se fijaron en Merlina, y cuando volví la mirada, ella ya estaba observándonos.

- ¿Cómo se conocieron Leónidas y tú? – preguntó, un tanto curiosa.

leo maulló y yo reí

– ¿lo entiendes? ¿puede hablar?

—Podrías pensar que yo adopté a Leo, pero la verdad es que él me encontró hace mucho tiempo, al inicio de la inquisición. —Mientras rascaba la barbilla de mi fiel compañero, recordé aquella época—. Era un buen lugar para que las personas hicieran contratos conmigo; la mayoría eran civiles que luego acusaban a mujeres inocentes de practicar brujería o hablar con el diablo. Hipócritas. —Solté una risa amarga—. Fue una tarde fría, casi helada, en Italia. Estaba descansando en uno de los bosques cuando esta bola de pelos se lanzó sobre mí y empezó a arañarme la cara. Pensó que yo era su próxima presa. Pobrecito, estaba casi delirando; no había comido en días.

Merlina se detuvo y nos volvió a ver interrogante, nosotros simplemente nos encogimos de hombros y seguimos caminando.

—Después de eso, Leo lograba encontrarme donde sea que estuviera. No sabía por qué, pero, con el tiempo, simplemente me resigné y se convirtió en mi familiar. En cuanto lo acepté, empecé a entender lo que decía. Ahora no sé cómo sacarlo de mi cabeza... a veces es frustrante —solté con un suspiro, mientras Leo se acomodaba en mi hombro, ronroneando, sabía exactamente de qué hablaba.

Merlina resopló ligeramente y, sin decir nada, empezó a caminar a mi lado, con su típico aire de desinterés que nunca lograba descifrar.

—Thing y él parecen ser buenos amigos —comentó sin mirarme, con una voz neutral, pero con la ligera inflexión que indicaba curiosidad.

—Parece que se llevan mejor ellos que nosotras —respondí, soltando una risa con sorna. La miré de reojo, intentando captar alguna reacción en su rostro.

Ella frunció el ceño, una expresión sutil, pero suficiente para notar un leve enrojecimiento en mis mejillas. Me giré rápidamente para que no lo viera, pero no pude evitar sonreír cuando la escuché murmurar:

—Te tolero. No hablas mucho, y aunque a veces eres molesta, respetas mi espacio. Me desconcierta tu presencia —dijo sin rodeos, su mirada fija hacia adelante, como si mi reacción no le importara en absoluto.

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⏰ Última actualización: Nov 11 ⏰

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Eternal Darkness || Wednesday AddamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora