XI. Matar gente es mi pasión.

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Lucy

Estuve presente entre toda la interacción entre Thing y Merlina, me recordó mucho a mi relación con Leo. Pude darme cuenta que, aunque la pelinegra no lo admitiese, se preocupaba mucho por la mano amputada y, para su desgracia, por toda su familia. Era lindo, como parecía negar siempre toda clase de sentimiento cálido hacia su familia, pero, en primer lugar, ella no estaría aquí si no hubiese defendido a su hermano de sus bullys. Muy en el fondo del pozo sin llenar de desdén que tenía Merlina Addams por corazón ella haría cualquier cosa por los suyos, y yo admiraba a la gente así.

Las dos caminábamos de regreso a Enid cuando obtuvimos el perdón de Thing, nos encontrábamos en un cómodo silencio, pero por si no se notaba, no me gusta el silencio ni la paz, soy un ser de caos total, necesitaba ver quemar edificios o torturar de maneras inimaginables a algún idiota pusilánime que se me pasara por al frente.

Mis pensamientos de destrucción masiva se dirigieron rápidamente a la pelinegra, algo que últimamente pasaba muy seguido. ¿Qué me estaba pasando?

Una voz muy lejana en mi interior habló, pero la callé rápidamente, nunca podría enamorarme de Merlina Addams, por mucho que me gustase, yo estaba condenada a sufrir de juventud eterna inmerecida y soledad absoluta.

Siendo amada, pero sin tener la capacidad de amar a cambio. El destino del diablo.

Por otro lado, estaban personas que lo tenían peor que yo, los Addams eran un ejemplo. Cuando Gómez vio por primera vez a Tish, creyó que se estaba muriendo, el ridículo niño pensando que estaba a nada de morir, me pidió que cuidara a su hermano y que le dijera que lo amaba, está de más decir que no se murió. Gómez respiraba por Morticia, era como ver a alguien que probaba una droga y obtenía por consecuencia una adicción, bueno, eso pasaba entre Gómez y Tish, estaban hechos el uno para el otro, un conjunto de seres vivos que no sabían que respiraban hasta que se vieron por primera vez.

Tish no se quedaba atrás, ella viviría, mataría y moriría por su esposo, en aquel entonces yo no entendía como un par de niños podían mostrar tal devoción hacia el otro, era eso lo que venía anhelando milenios, pero me cansé de esperar. Unos años después de que se conocieron, saqué el tema a colación entre ellos, la forma en que se miraban como si solo existieran ellos en todo el universo, tiempo después Gómez me explicó que entre su familia había una ¨maldición¨ de amor, por así decirlo, ellos experimentaban el amor de formas mucho más intensas que una persona normal, cuando encontrabas a tu persona, sabrías que tendrías que estar para siempre con ella porque la distancia misma podría aniquilarte, no un ejércitos, ni dios o el diablo, ni la destrucción misma del universo, una sola persona, me dijo Gómez mientras miraba con total adoración a Morticia, y tuve celos, envidia de jamás poder tener ni de lejos lo que ellos tenían con tanta verdad.

¿Cómo podrías llamarle maldición a la forma de amar más ardiente que podría existir entre los seres humanos? Saber que estabas a merced de alguien que no eras tú, y hacer todo lo que este a tu alcance para satisfacer la más mínima necesidad de tu pareja, así sea asiéndote daño, y al final eso no llegaría a importarte, porque vivías solo para esa persona y nadie ni nada más, tu mera existencia estaba atada a la de otra persona, respirabas por ella, amabas incondicionalmente solo por ella.

Merlina en algún momento conseguiría eso, y no sería yo la que despierte esa ferviente adoración en su interior. En estos momentos entendía a Dios, querer que alguien te adore con tanta fuerza y fiereza, que sepas que vivirá, morirá y matará por ti.

Merlina conseguiría a su persona, y yo, una hija bastarda sin el amor de su padre, me quedaría otra vez sola.

Oh, por mi hermano Jesús, sueno como Enid.

Eternal Darkness || Wednesday AddamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora