Oscuridad y Sacrificio.

Capítulo 5: Renacimiento.

El frío era lo primero que sentí. Un frío profundo, como si todo mi ser estuviera siendo absorbido por la oscuridad. Mi cuerpo estaba pesado, pero no había dolor, solo una extraña quietud. Había algo en el aire, algo que me envolvía, que me decía que el tiempo ya no existía. ¿Era la muerte lo que me había encontrado? ¿Era esa la sensación final antes de desaparecer por completo?

No podía recordar cómo había llegado allí. Solo sabía que había caído en un abismo del que no había salida. Las decisiones que tomé me llevaron hasta este punto, hasta este vacío que ahora parecía ser mi destino. Me había rendido, no lo podía negar. Mi vida había sido una cadena de fracasos, un ciclo de dolor que no podía romper.

Entonces, sentí algo más. Un tirón, como si algo estuviera atrapando mi alma, llevándome de nuevo hacia algo... hacia algo que no podía entender.

Abrí los ojos, o al menos intenté hacerlo, aunque mi visión estaba nublada, borrosa. El Nemeton. Lo reconocí de inmediato, incluso en la penumbra de ese espacio etéreo en el que me encontraba. El árbol, el centro de todo, el lugar donde había comenzado mi caída. Pero ahora era diferente. Más grande. Más oscuro. Como si la propia esencia de la tierra y la vida misma estuviera conectada a él de una manera que no podía comprender.

Me levanté lentamente, aunque mis piernas temblaban. Algo en mi cuerpo había cambiado. No era solo la sensación del frío; era como si algo en mi interior hubiera sido reconfigurado, algo había despertado. No era el mismo Stiles que había caído en la oscuridad. No, ahora había algo más, algo que me hacía sentir diferente, algo que pulsaba dentro de mí con una fuerza inquietante.

Miré mis manos, y ahí fue cuando lo supe. Algo había cambiado en mí, algo que no podía ignorar. La piel de mis dedos, ahora más pálida, parecía brillar débilmente, como si contuviera una energía oscura. Podía sentirla fluir a través de mis venas, una fuerza que recorría mi cuerpo, sacudiéndolo de adentro hacia afuera. Era como si mi cuerpo no me perteneciera por completo. Y entonces, una sensación extraña me envolvió, como si todo lo que alguna vez fui se estuviera desintegrando y reconstruyendo al mismo tiempo.

Mi respiración se aceleró y una voz, baja y profunda, susurró en mi mente: "Has sido renacido."

No podía entender lo que eso significaba, pero la voz estaba clara, y su eco reverberaba en mi conciencia, como una promesa oscura. "Renacido", como si mi muerte fuera solo el principio de algo mucho más grande, algo que no podría controlar.

Intenté dar un paso hacia adelante, pero el suelo debajo de mis pies tembló, como si reaccionara a mis movimientos. El Nemeton, el mismo árbol que alguna vez me había conectado con mis amigos, ahora parecía estar cambiando. Las raíces se extendían por la tierra, y el aire, antes denso de angustia, ahora estaba cargado con algo más: una energía oscura, antigua.

Mis ojos se entrecerraron y, al igual que el Nemeton, las sombras parecían formarse a mi alrededor, cubriéndome como un manto. Podía sentirlo ahora, la conexión entre el árbol y yo. No era solo un vínculo espiritual; era algo mucho más fuerte. Algo mucho más... peligroso.

El Nemeton me había devuelto a la vida, pero no era la misma vida. No era la misma persona.

Un retumbar se escuchó en mi pecho, y de inmediato me llevé las manos a la cabeza. Mis pensamientos comenzaban a volverse confusos, mezclados con imágenes de sombras y gritos, ecos de cosas que no podía recordar. Pero los sentimientos eran claros. Estaba siendo consumido por algo oscuro, algo que no podía controlar, pero que me atraía.

Sentí el poder en mis venas, extendiéndose por mi cuerpo como una fiebre. No era el poder que había conocido antes, el poder de mis amigos, el poder de la manada. No. Este poder era frío. Tenía un sabor amargo, algo que se deslizaba por mi piel y me quemaba desde adentro. Pero también era intoxicante, como un veneno dulce que me llamaba a probar más.