La noche había caído sobre Beacon Hills, pero no era una noche cualquiera. Había algo en el aire, un presagio, una sensación inquebrantable de que algo grande, algo peligroso, estaba por suceder. La manada estaba reunida en la veterinaria, un refugio que tantas veces nos había dado consuelo, pero ahora, todo parecía estar impregnado de una tensión palpable. Nos habíamos reunido con la esperanza de encontrar una manera de llegar hasta Stiles, de apoyarlo en su dolor y su pérdida. Sabíamos que lo que había vivido, lo que había perdido, no podía ser superado fácilmente. Pero también sabíamos que se estaba perdiendo, que algo estaba ocurriendo en su interior que ninguno de nosotros sabía cómo manejar.
Deaton, con su experiencia en todo lo sobrenatural, nos había aconsejado darle espacio, pero algo en su rostro revelaba que él también sentía que estábamos al borde de algo mucho más oscuro. Derek y Scott intercambiaban miradas llenas de preocupación, como si pudieran sentir lo que todos temíamos: que Stiles ya no era el mismo.
—Debemos estar preparados para lo peor —dijo Deaton, mirando por la ventana hacia el cielo despejado de la noche. Parecía estar esperando algo, como si estuviera sintiendo que algo inminente se acercaba.
No fue hasta que Lydia, con su aguda percepción, se giró de golpe hacia la ventana, interrumpiendo el flujo de nuestros pensamientos. Sus ojos se agrandaron, su respiración se aceleró. Nosotros, desconcertados, la seguimos, y lo que vimos nos paralizó.
Un estruendo profundo rompió la quietud de la noche. El sonido retumbó en nuestros oídos, como si el cielo mismo estuviera rompiéndose en pedazos. En un instante, el suelo comenzó a temblar bajo nuestros pies, haciendo que todos nos sostuviéramos de la mesa. Las luces parpadearon, y un viento helado comenzó a azotar la ventana.
—¿Qué demonios fue eso? —preguntó Derek, con la voz grave, mientras se acercaba a la ventana, observando con detenimiento lo que sucedía fuera.
El temblor se intensificó y, de repente, una oscuridad extraña cubrió el cielo. No fue como un simple fenómeno meteorológico. El aire se tensó, como si algo estuviera tratando de aferrarse a la ciudad, como si algo se estuviera despertando. La sensación de peligro era inmediata. Lydia señaló con mano temblorosa.
—¡Miren! —gritó.
A través de la ventana, la manada observó atónita cómo un tornado comenzaba a formarse justo sobre el Nemeton. Pero no era un tornado común. Había algo antinatural en su giro, algo oscuro que parecía emanar directamente del corazón del Nemeton. El aire alrededor de la tormenta zumbaba, cargado de una energía que ninguno de nosotros podía comprender.
—Eso no es normal —dijo Deaton en un susurro, su rostro palideciendo. A pesar de su aparente serenidad, la preocupación en sus ojos era palpable. Algo estaba ocurriendo, y podía sentirlo en lo más profundo.
El viento rugió con fuerza, arrancando ramas de los árboles y sacudiendo la estructura de la veterinaria. El tornado giraba, más rápido y más feroz, como si el Nemeton estuviera absorbiendo toda la tormenta, como si estuviera reaccionando ante algo que lo desbordaba.
En ese momento, todo se calmó abruptamente. El tornado desapareció tan repentinamente como había aparecido, y el aire se volvió denso y silencioso. El temblor cesó, y la calma regresó, pero el miedo no se disipó. Sabíamos que algo había cambiado, algo en el Nemeton, algo que no podíamos entender.
—Eso... no estuvo bien —dijo Malia, con un tono grave, sin apartar la mirada de la ventana.
—Deberíamos ir al Nemeton —dijo Scott, con determinación en su voz. No era una sugerencia; era una necesidad. Algo había pasado allí, y necesitábamos saber qué.
ESTÁS LEYENDO
Oscuridad y Sacrificio.
FanfictionCuando el sheriff Stilinski muere en un ataque inesperado, Stiles es arrastrado hacia una espiral de locura, rabia y desesperación. Con un corazón roto y una mente retorcida por la magia oscura del Nemeton, Stiles se convierte en un ser imparable, u...