Capítulo 4: Las últimas pizzas

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El camino de regreso al departamento fue en silencio, un silencio que se sentía denso y cargado de tensión. Theo caminaba con la cabeza gacha, sus pensamientos dando vueltas en torno a la escena que acababan de presenciar. La imagen de Diego, con su mirada intensa y su sonrisa enigmática, se repetía una y otra vez en su mente.

Al entrar al departamento, Lucas rompió el silencio.

-¿Qué fue eso? ¿Qué pasó?- preguntó, su voz llena de curiosidad y preocupación.

Theo se encogió de hombros, tratando de disimular la confusión que sentía.

-¿A qué te refieres?

Lucas lo miró con incredulidad.

-No te hagas el tonto, Theo. Vi la forma en que lo mirabas, la forma en que él te miraba. ¿Qué te pasó con ese tipo?

Theo se sintió atrapado, la verdad se alzaba como una barrera invisible entre él y su hermano.

- No sé de qué hablas. - dijo, tratando de negar lo que era evidente.

Lucas frunció el ceño, sus ojos llenos de desconfianza.

-No seas estúpido, Theo. No te acerques a ese tipo. No me gusta nada de él.

Theo se sintió frustrado, la verdad se le escapaba entre los dedos.

-¿Por qué? Parece ser buena persona.

Lucas soltó una carcajada amarga.

-¿Buena persona? ¿Estás ciego? ¿No viste cómo estaba? Evidentemente estaba drogado. Y se metió con la novia de su supuesto amigo. No quiero que tengas nada que ver con ese tipo de personas, Theo. No quiero que te metas en problemas.

Theo sintió un nudo en el estómago, la verdad se le hacía cada vez más difícil de ignorar.

-Lucas, no estoy seguro de que... No sé si...

Lucas se acercó a él, su tono se volvió más serio.

-Te lo digo en serio, Theo. No te acerques a él. No quiero que te pase nada malo.

Theo asintió, sintiendo que la conversación había llegado a un punto muerto.

-Lo entiendo, Lucas. Pero... En realidad...

Lucas lo miró con preocupación, sintiendo que no podía hacer más.

-Solo ten cuidado, Theo. No te fíes de nadie.

Lucas se sentó en el borde de la cama, mirando a Theo con una mezcla de preocupación y resignación.

- Estoy tranquilo porque pronto tendremos dinero suficiente para alquilar un departamento en una mejor zona. No vamos a tener que vivir en este barrio para siempre.

Theo asintió, sintiendo un poco de alivio ante las palabras de su hermano.

-Sí, tienes razón. No vamos a tener que soportar más estas fiestas ruidosas.

-Exacto. - dijo Lucas, sonriendo levemente. -Y por ahora, deberíamos descansar. Aunque sea por dos horas. Tenemos que ir a trabajar.

Theo intentó seguir el consejo de su hermano, se acurrucó en la cama y cerró los ojos. Pero la imagen de Diego, su sonrisa, su mirada, su voz... todo se repetía en su mente. No podía dejar de pensar en él, en la forma en que lo había mirado.

La noche se extendió ante él, una noche llena de ruido, de tensión, de incertidumbre. Theo se dio la vuelta una y otra vez, tratando de conciliar el sueño, pero la imagen de Diego se interponía entre él y el descanso.

El reloj de la pared marcaba las 5:30 de la mañana cuando finalmente se levantó de la cama, sintiendo que la noche había sido una tortura. Se dirigió al baño, mirándose en el espejo, sintiendo que la imagen que le devolvía era la de un hombre agotado, cansado, confundido.

Theo se obligó a seguir adelante, a pesar de la sensación de agotamiento que lo invadía. Se duchó con agua fría, tratando de despejar su mente, y se vistió con la ropa que había preparado la noche anterior.

Cuando salió del baño, Lucas ya estaba listo, esperándolo en la entrada del departamento. Llevaba su uniforme de trabajo, una camisa blanca con el logotipo de la tienda de ropa donde trabajaba.

-¿Estás listo?- preguntó, su tono era práctico, sin rastro de la preocupación que había mostrado la noche anterior.

Theo asintió, tratando de mostrar una imagen de fortaleza que no sentía.

Rugido Del Corazón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora