𓏲 ๋࣭ ࣪˖ 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐨

Capítulo 04 ˖⸙̭❛

𝐉𝐚𝐤𝐞

— Arriba. — Jake se despertó sobresaltado, confundido por un momento acerca de dónde estaba, quién estaba bloqueando el sol sobre él y por qué tenía tanto frío. Volvió a él mientras parpadeaba para quitarse el sueño de los ojos: era un esclavo.

Sunghoon lo agarró por la túnica y lo levantó de un tirón. — Arriba. Ahora.

Jake se apresuró a ponerse de pie, que aún le dolía.

— ¡Agh! Está bien, está bien. — dijo, primero en latín antes de corregirse. — Estoy levantado.

— No desobedezcas. — dijo Sunghoon. — Debemos actuar rápidamente esta mañana.

Al recordar la amenaza de la mordaza, Jake se tragó el comentario que tenía en la punta de la lengua. Estaba claro que Sunghoon había estado despierto durante algún tiempo. El fuego se había apagado y todo estaba guardado en la espalda de Svelat. Aparte de los restos de la pequeña hoguera, no parecía que hubieran estado allí en absoluto.

Sunghoon no perdió tiempo en tirar de la cuerda del árbol y atarlo a la silla. Jake estaba cerca, su hombro casi rozaba los costados del caballo. La cola de Svelat azotó sus piernas desnudas, con las orejas pegadas al cuello mientras lo miraba. Dio un paso a un lado, dándole a la bestia el espacio que exigía.

A pesar de su intento de fuga la noche anterior, Sunghoon cumplió su palabra y arrojó la pesada bolsa de cuero sobre la cruz del semental, liberando a Jake de su peso. Una pequeña misericordia, al menos. No estaba seguro de haber podido hacer un viaje de un día entero con eso agobiándolo. Todavía le dolía el hombro del día anterior, por no hablar de los pies. Huir había sido una estupidez. Después de todas esas intrigas y escalofríos fingidos, no había hecho nada más que arruinar la confianza que el bárbaro tenía en él. Había estado seguro de que si podía llegar lo suficientemente lejos bajo esos árboles oscuros, Sunghoon no lo encontraría, pero el bárbaro lo había rastreado antes de que hubiera recorrido un cuarto de milla. La próxima vez que lo intentara, tendría que hacer que valiera la pena. Si volvía a fallar, Sunghoon seguramente lo mataría. O peor.

Sunghoon golpeó con los talones los costados de la bestia y la empujó hacia la carretera a un ritmo enérgico. Jake lo siguió, obligado a equilibrar una caminata demasiado rápida y un trote demasiado lento. Fue un viaje incómodo y agitado, y después de unas horas, Jake estaba sudando y deseando volver a sentir su punto frío en el suelo. Le dolían los pies más que el día anterior, pero hizo todo lo posible por ignorarlo.

Ahora era un esclavo.

El bárbaro no se detendría a considerar su comodidad. Si Jake se detenía o pedía un descanso, era más probable que se ganara una paliza a que se le permitiera sentarse. A pesar de todo lo que Sunghoon decía de ser "amable", Jake había visto la vida de demasiados esclavos para caer en ese tipo de mentiras.