Un deseo borroso

Bienvenido de nuevo, hermano.

La noche sin duda fue larga y aunque no era algo a lo que no estuviera acostumbrado, me dolía la cabeza de tanto pensar. Había llegado a una respuesta, o eso esperaba. Tendría que hablar con todos y probablemente la idea no sería del agrado de ninguno. Incluso yo mismo seguía dudando.

Dejé escapar otro suspiro y me acurruqué contra el cuerpo de Jensen. Sentí sus brazos rodearme, ofreciéndome esa sensación de seguridad que siempre había encontrado en él. Apreté los ojos. Amaba esto, pero quiero creer que mi decisión es la mejor.

La luz del amanecer comenzaba a colarse entre las cortinas cuando sentí a Jensen moverse ligeramente. Se desperezó, murmurando algo que no logré entender. Por un momento, deseé que el tiempo se congelara, que pudiera quedarme así para siempre. Pero sabía que no era posible.

—¿Ya estás despierto? —murmuró él con voz ronca, sus dedos acariciando mi cabello.

—Desde hace un rato —admití en voz baja, sin apartarme.

—¿Todo bien? —Su preocupación era palpable, y eso solo hacía que la decisión que había tomado doliera aún más.

—Tenemos que hablar, Jen. Con todos. —Me separé lo suficiente para mirarlo a los ojos.

Él frunció el ceño, preocupado, pero asintió. No dijo nada más, solo me miró con esa mezcla de amor y comprensión que siempre había admirado en él.

Después de un breve silencio, ambos nos levantamos, vistiéndonos en silencio. Cada movimiento se sentía pesado, como si el aire en la habitación nos estuviera presionando. Cuando finalmente estuvimos listos, bajamos juntos al comedor, donde Dean y Jared ya estaban esperando.

Dean se encontraba recostado en una silla, con una expresión de impaciencia, mientras Jared revolvía distraídamente una taza de café. Al vernos entrar, ambos dejaron de hacer lo que estaban haciendo.

—Bueno, ¿de qué va todo esto? —preguntó Dean, cruzando los brazos frente a él.

Tomé aire profundamente antes de comenzar.

—He tomado una decisión. —Mi voz sonó firme, aunque mi interior estaba temblando—. Me iré con ustedes, Dean. Volveré a nuestro mundo.

El silencio que siguió fue ensordecedor. Los ojos de Jensen se abrieron con sorpresa y dolor, mientras Jared parecía demasiado atónito como para reaccionar. Dean, por su parte, no mostró ninguna emoción en su rostro.

—¿Estás seguro? —preguntó finalmente Jensen, su voz apenas un susurro.

—No. —Respondí con sinceridad, sintiendo el nudo en mi garganta—. Pero es lo correcto.

—¿Correcto para quién? —Jensen se levantó de su silla, su voz temblando—. ¿Para Dean? ¿Para ti? ¿Y nosotros? ¿Qué pasa con nosotros, Sam?

Mi corazón se rompió al verlo así, pero no podía retractarme. Miré a Dean, quien finalmente habló.

—Es tu decisión, Sammy. Siempre lo ha sido. Pero si vienes, es para quedarte. No habrá segundas oportunidades.

—Lo sé. —Apenas pude decir esas palabras mientras mis ojos se llenaban de lágrimas.

Jared, que hasta ahora había permanecido en silencio, se levantó y puso una mano en el hombro de Jensen, algo que le dolió a Sam

—Es mejor así, Jen. —Su voz era suave pero firme—. No podemos detenerlo.

Jensen no dijo nada más. Simplemente lo apartó, sus ojos brillando con lágrimas que se negó a dejar caer. Su silencio era peor que cualquier palabra.

Lo seguí con la mirada mientras salía del comedor, deseando poder detenerlo, pero sabía que no podía darle las respuestas que quería.

Dean carraspeó, rompiendo el tenso silencio.

—Bien, si ya lo tienes decidido, más vale que nos pongamos en marcha. —Se puso de pie y ajustó su chaqueta de cuero. Su actitud parecía despreocupada, pero lo conocía lo suficiente para notar la tensión en sus hombros—. No tenemos todo el día.

—¿Cuánto tiempo tenemos? —pregunte, como si una fracción más de tiempo pudiera cambiar algo.

—Pocas horas. —Dean respondió.

Asentí, tragando el nudo en mi garganta.

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El lugar donde se encontraba la brecha era un claro en medio del bosque, un espacio que parecía vibrar con energía apenas contenida. La luz del atardecer se filtraba entre los árboles, haciendo que las sombras se alargaran de manera inquietante.

Jensen se acercó finalmente, sus ojos buscando los míos. Había tantas emociones, dolor, amor, ira contenida.

—Sam... —Su voz era un susurro—. No tienes que hacerlo.

—Lo sé. —Coloqué una mano en su mejilla, sintiendo su piel cálida contra la mía—. Pero es lo que debo hacer. Ambos sabemos lo que nuestro corazón sigue esperando.

Él cerró los ojos, inclinándose ligeramente hacia mi toque. Quise acercarme y besarlo pero eso solo nos lastimaria más.

—Es hora, Sammy —dijo Dean, con un tono más suave de lo habitual.

Asentí y me dirigí hacia él. Nos colocamos frente al portal, una especie de fisura en el aire que parecía devorar la luz a su alrededor. La energía que emanaba era casi abrumadora.

—Nos vemos al otro lado, hermano. —Dean me lanzó una media sonrisa y cruzó sin dudarlo.

Tomé un último vistazo hacia Jensen y Jared. Quería grabar sus rostros en mi memoria, porque sabía que jamás volvería a verlos.

—Cuídense. —Fue todo lo que logré decir antes de dar el paso final.

El mundo a mi alrededor se distorsionó, un torbellino de luces y sombras que parecía durar una eternidad. Sentí como si mi cuerpo se deshiciera y se reconstruyera al mismo tiempo, hasta que finalmente, todo se estabilizó.

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El aire era diferente. Más denso, más cargado de esa familiar sensación de peligro constante. Abrí los ojos y me encontré mi mundo, un mundo sin Jensen.

Dean estaba a mi lado, su postura relajada pero alerta, como siempre.

—Bienvenido de nuevo, hermano. —Dijo, dándome una palmada en la espalda.

Miré a mi alrededor, sintiendo una mezcla de nostalgia y melancolía. Había regresado, pero el peso de lo que había dejado atrás no desaparecía.

—¿Qué sigue? —pregunté, cansado.

Dean esbozó una sonrisa pero está era distinta de una manera que no podría describir pero que me daban esperanzas.

—Lo que siempre hacemos, Sammy, cazamos.

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 Y así termina el primer final.

Espero les gustará yo tuve una sensación agridulce.