Capítulo 2

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La noche estaba en calma, pero en el corazón de Evie y Doug, el fuego de la esperanza y el temor los mantenía en vilo. De vuelta en su habitación de la posada del Reino de las Maravillas, el silencio era pesado, cargado de preguntas sin respuesta. Evie se sentó junto a la ventana, mirando hacia el oscuro horizonte con los ojos brillantes por las lágrimas contenidas.

Doug se acercó a ella en silencio y le tomó la mano suavemente.

DOUG: Evie... (murmuró, apretando su mano con ternura). No estás sola en esto. Vamos a encontrar la forma de traerla de vuelta a casa.

Ella volteó hacia él, su rostro tenso, y una lágrima se deslizó por su mejilla.

EVIE: Doug... ¿y si es demasiado tarde? (su voz era un susurro ahogado). Ella tiene dieciséis años, ha vivido toda su vida con la Reina de Corazones... Y nos mira como a extraños.

Doug enjugó la lágrima de su rostro con una ternura inmensa, su dedo trazando un camino suave sobre su piel.

DOUG: No es tarde, Evie. Sé que esto es difícil... pero no hemos llegado hasta aquí para darnos por vencidos. Ella puede haber sido criada por la Reina de Corazones, pero tú eres su madre (dijo él, sus palabras llenas de certeza). Y yo soy su padre. Nada podrá cambiar eso.

Evie sonrió débilmente y dejó que Doug la envolviera en un abrazo cálido. Durante un momento, la calma llenó su corazón y recordó los primeros días en los que Doug estaba a su lado. Había sido su apoyo y su refugio desde que se conocieron, y en ese momento, cuando todo parecía tan incierto, él seguía siendo su roca. Evie se acurrucó en su pecho, escuchando los fuertes latidos de su corazón, dejándose envolver por su calidez.

EVIE: Te he amado desde el primer momento (murmuró ella suavemente, sintiendo que esa verdad le daba fuerzas). Y te amo más por todo lo que hemos pasado juntos.

Doug acarició su cabello, dándole un beso suave en la frente.

DOUG: Lo sé, y no hay nadie con quien prefiera estar aquí que contigo, Evie. Vamos a encontrar a nuestra hija. Si tenemos que enfrentar a la Reina de Corazones, lo haremos juntos.

Evie alzó la mirada y lo besó, suave y agradecida, dejando que el peso de la tristeza se disipara solo un poco en sus brazos. Por un momento, en aquel cuarto solitario, se sentía en paz. Y fue entonces que Doug, con su típica ternura, sacó algo de su bolsillo.

DOUG: ¿Recuerdas esto? (preguntó, mostrando un pequeño colgante dorado, en forma de estrella).

Evie lo miró y sonrió al recordar. Doug le había dado ese colgante poco después de que se enteraron de que iban a ser padres. "Para la estrella que ilumina nuestro futuro," le había dicho en ese entonces.

DOUG: Nunca me deshice de él (dijo Doug, colocándoselo suavemente alrededor del cuello). Esta estrella siempre me recordaba que algún día seríamos tres. Y no quiero perder esa esperanza.

Evie tocó la pequeña estrella y miró a Doug, sintiendo cómo su amor y su confianza la envolvían. Sabía que, mientras estuvieran juntos, podrían superar cualquier obstáculo.

EVIE: ¿Doug...? (murmuró ella, en un tono suave y vulnerable).

DOUG: ¿Sí? (respondió él, mirándola con ternura).

EVIE: Pase lo que pase... no me dejes olvidar lo que hemos pasado para llegar hasta aquí. Necesito recordar, incluso cuando las cosas se pongan difíciles. Necesito que me recuerdes que somos una familia y que siempre lo seremos.

Doug asintió, sosteniendo su mano con firmeza.

DOUG: Siempre te lo recordaré, Evie. No importa lo que pase, tú, yo y Red somos una familia. Y voy a recordártelo cada día, hasta que ella esté aquí con nosotros.

Un leve silencio se extendió entre ellos, pero esta vez era un silencio de comprensión y fuerza. Ambos sabían que el camino no sería fácil, pero la promesa de recuperar a su hija les daba un propósito y renovaba sus corazones.

Al día siguiente, decidieron regresar al jardín del Palacio de Corazones. Querían acercarse más a Red, mostrarle que no tenían intenciones de abandonarla y que estaban ahí por ella. Cuando llegaron, vieron a Red practicando con uno de los soldados de cartas en el campo, sus movimientos firmes y precisos, pero su expresión llena de confusión.

Evie y Doug intercambiaron una mirada antes de acercarse lentamente, sin querer asustarla. Al sentir su presencia, Red se giró, y aunque su mirada era reticente, no se alejó.

EVIE: Red... sé que esto es confuso para ti, y no queremos presionarte (dijo Evie suavemente). Solo queremos que sepas que estamos aquí, y que nunca hemos dejado de buscarte.

Red los miró en silencio, sus ojos reflejando una mezcla de curiosidad y cautela. Al ver la pequeña estrella que colgaba del cuello de Evie, algo en su expresión cambió por un momento, como si algo en su interior intentara recordar.

Doug aprovechó esa pequeña chispa y le sonrió con dulzura.

DOUG: Cuando naciste, te hice una promesa. Le prometí a tu madre que siempre estaríamos a tu lado, pase lo que pase. Y, aunque no hayas podido crecer con nosotros, esa promesa sigue en pie. Solo queremos darte la oportunidad de conocernos, si eso es lo que deseas.

Red parpadeó, bajando la mirada al suelo mientras luchaba por procesar sus palabras. Parte de ella deseaba desesperadamente creerles, pero otra parte, la que había sido formada bajo la tutela estricta de la Reina de Corazones, le susurraba que no debía confiar en ellos.

Evie, notando la tensión en su expresión, dio un paso atrás, sin querer presionarla.

EVIE: No tienes que decidir ahora, Red. Solo... quería que lo supieras.

La joven levantó la mirada, sin decir una palabra, y asintió con suavidad, su rostro todavía cubierto de dudas. Doug y Evie intercambiaron una sonrisa esperanzada y se despidieron, dándole espacio para procesar sus sentimientos.

Mientras se alejaban, Doug apretó la mano de Evie y la miró con ternura.

DOUG: Le hemos dado algo en qué pensar (murmuró). Quizás es todo lo que necesita por ahora.

Evie lo miró, sintiendo que su amor y su fuerza la sostenían como siempre, y supo que, mientras tuvieran ese amor y esa fe, la esperanza de que su familia se reuniera de nuevo jamás se apagaría.

Evie lo miró, sintiendo que su amor y su fuerza la sostenían como siempre, y supo que, mientras tuvieran ese amor y esa fe, la esperanza de que su familia se reuniera de nuevo jamás se apagaría

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Red - La hija perdida (DEVIE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora