Capítulo 4

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Esa noche, Red no pudo dormir. Las palabras de la Reina de Corazones y las de Evie y Doug se entremezclaban en su mente, como dos fuerzas opuestas que intentaban ganar su corazón. Se dio la vuelta en su cama una y otra vez, incapaz de encontrar calma. Sabía que la Reina la había cuidado toda su vida, pero también sentía que Evie y Doug no mentían. Había algo genuino en su amor y en la tristeza de sus miradas que le hacía querer confiar en ellos, aunque todavía se resistiera a hacerlo completamente.

Finalmente, incapaz de quedarse en su habitación, se levantó y salió al jardín. La noche era fría, y las estrellas brillaban sobre ella como pequeñas luces, como la estrella que colgaba de su cuello. Tocó el colgante y sintió una especie de consuelo en su brillo suave.

De repente, escuchó pasos suaves detrás de ella. Al voltear, vio a Doug, quien también parecía incapaz de conciliar el sueño. Le sonrió, tímidamente, y él le devolvió una sonrisa llena de calidez.

DOUG: ¿No puedes dormir? (preguntó Doug, manteniendo su voz baja para no romper la tranquilidad de la noche).

Red negó con la cabeza.

RED: Es... es mucho para procesar. Todo esto... ustedes, la Reina de Corazones... Mi cabeza está hecha un lío.

Doug asintió con comprensión y se sentó en un banco cercano, invitándola a unirse. Red dudó, pero finalmente se sentó junto a él, dejando un pequeño espacio entre ambos.

DOUG: Lo entiendo (dijo Doug con suavidad). No tienes que decidir nada ahora. Solo queremos darte la oportunidad de conocernos, si eso es lo que deseas.

Red jugueteó con el colgante, sintiendo el peso de las palabras de Doug.

RED: No sé cómo hacerlo (murmuró, su voz temblando ligeramente). He crecido toda mi vida bajo las reglas de la Reina de Corazones. Todo lo que sé... ella me lo enseñó.

Doug sonrió levemente, con esa bondad en su mirada que la hacía sentir segura.

DOUG: No tienes que ser nada que no quieras ser, Red. No estamos aquí para cambiarte ni para que te conviertas en alguien distinto. Queremos que encuentres lo que es mejor para ti.

Red lo miró, y por primera vez notó el parecido entre ellos: ambos tenían los mismos ojos, un color profundo y sincero. Sin saber por qué, eso la hizo sentir una conexión especial con él, algo que no podía explicar.

RED: ¿Siempre fuiste así de... paciente? (preguntó, intentando no mostrar demasiado interés, pero realmente curiosa).

Doug soltó una suave risa.

DOUG: Bueno, tu madre siempre dice que soy demasiado paciente, especialmente con las personas que amo.

Esa palabra, "amor", hizo que el corazón de Red latiera más rápido. No estaba acostumbrada a escuchar palabras así. Con la Reina de Corazones, el amor era una debilidad, algo que te hacía vulnerable. Pero, al escucharla de Doug, no sonaba así.

RED: ¿Realmente me aman, aunque... aunque no me hayan conocido? (preguntó Red, incapaz de contener la pregunta que tanto le rondaba en la mente).

Doug la miró con ternura.

DOUG: Red, te hemos amado desde el primer momento. No importa lo que hayas pasado o quién te haya criado. Nuestro amor por ti ha sido una constante, una llama que nunca se apagó.

En ese momento, Evie apareció en el jardín. Al verlos juntos, su rostro se iluminó con una mezcla de sorpresa y felicidad. Red sintió una oleada de calidez al ver su sonrisa.

EVIE: ¿Interrumpo? (preguntó Evie, acercándose con cautela).
RED: No... (Red negó rápidamente, algo sorprendida de que realmente no quería que Evie se fuera). Solo... estábamos hablando.

Evie se sentó al otro lado de Red, y durante un instante, los tres se quedaron en silencio, disfrutando de la tranquilidad de la noche. Luego, Evie sacó algo de su bolsillo: una pequeña fotografía antigua, algo descolorida, pero que aún mostraba claramente la imagen de un bebé de ojos grandes y una sonrisa traviesa.

EVIE: Esta eres tú cuando tenías apenas unos meses (dijo Evie, mostrándole la foto). Nunca salías de casa sin tu peluche de zorro, el que mencioné antes.

Red tomó la foto y la observó detenidamente. La bebé en la imagen parecía tan feliz, y aunque no recordaba nada de ese momento, sintió un extraño vínculo con esa niña que parecía disfrutar de cada instante. Era difícil imaginar que esa pequeña y feliz bebé era ella misma.

EVIE: Siempre soñamos con darte una vida llena de amor y aventuras (continuó Evie, mirándola con una profunda tristeza y amor). Nunca quisimos que crecieras lejos de nosotros, pero alguien nos arrebató esa oportunidad. Hemos pasado todos estos años esperando volver a encontrarte, con la esperanza de que aún hubiera algo de nosotras en ti.

Red sintió una punzada en el pecho. Las palabras de Evie y Doug comenzaban a romper las paredes que había construido durante años, y eso la asustaba. Miró la foto una vez más, sintiendo una mezcla de emociones que no podía comprender del todo.

RED: No sé quién soy realmente... (murmuró). Y no sé si alguna vez podré entenderlo.

Evie la abrazó suavemente, sin presionarla, permitiéndole decidir cuánto quería recibir de ese abrazo. Red, después de un segundo, permitió que sus brazos la rodearan, y algo en su interior comenzó a sanar.

EVIE: No tienes que tener todas las respuestas ahora, Red. Solo queremos estar aquí para ti, para apoyarte en lo que necesites (le susurró Evie, sin soltarla).

Red cerró los ojos, permitiendo que esa calidez la envolviera, algo que nunca había sentido con la Reina de Corazones. Sentía un vacío en su corazón, pero poco a poco, sentía que ese vacío comenzaba a llenarse con la presencia de Evie y Doug.

Después de un rato, cuando el abrazo terminó, Doug tomó la mano de Red y le sonrió.

DOUG: Tal vez no sea un camino fácil, pero no tienes que recorrerlo sola.

Red asintió lentamente, y aunque aún tenía dudas y temores, una chispa de esperanza comenzó a brillar en su interior. La sensación de pertenencia que experimentaba junto a ellos era nueva y extraña, pero a la vez reconfortante.

Finalmente, se levantaron para regresar al palacio, sabiendo que aún había muchas preguntas por responder y que la Reina de Corazones no iba a rendirse tan fácilmente. Pero por ahora, Red sintió algo que no había sentido en toda su vida: la posibilidad de ser ella misma y de construir su propio camino.

 Pero por ahora, Red sintió algo que no había sentido en toda su vida: la posibilidad de ser ella misma y de construir su propio camino

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Red - La hija perdida (DEVIE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora