Capítulo 9

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Red caminaba sola por los pasillos del castillo, sus pasos resonando en el eco de la noche. Su mente estaba llena de la conversación que había tenido con Evie. La forma en que le había hablado, la vulnerabilidad en su voz, había empezado a desmoronar la barrera que Red había construido durante años. Sin embargo, una parte de ella seguía resistiéndose, temerosa de dejarse querer.

Los días siguientes fueron tensos. Doug y Evie respetaron la distancia que Red parecía necesitar, aunque se notaba el dolor en sus miradas. Aun así, ellos continuaban siendo amables, como si esperaran que eventualmente Red encontraría un camino de vuelta hacia ellos.

Esa tarde, Evie trabajaba en el jardín, podando unas rosas que estaban en flor. Red, que había salido a tomar aire, la observó a la distancia, indecisa sobre si acercarse o no. La imagen de su madre adoptiva entre las flores despertó algo en su interior, un deseo de conocerla más allá de lo superficial.

Finalmente, tomando valor, se acercó y carraspeó, captando la atención de Evie. Evie se giró, sorprendida al verla, pero sonrió suavemente, como si temiera asustarla.

EVIE: Hola, Red (dijo con calidez). ¿Quieres ayudarme?

Red asintió, aunque no estaba segura de cómo empezar. Evie le pasó unas tijeras de podar, mostrándole con paciencia cómo cortar las espinas y las hojas secas. Red seguía con la mirada fija en las flores, tratando de concentrarse.

RED: ¿Por qué te gustan tanto las flores? (preguntó Red en voz baja, rompiendo el silencio que había entre ellas).

Evie sonrió, dejando que el sol bañara su rostro por un momento antes de responder.

EVIE: Creo que me recuerdan que incluso en las situaciones más difíciles, siempre hay belleza. Las flores enfrentan tormentas, viento, frío, pero aun así logran florecer. (La miró con suavidad). Me recuerdan que uno siempre puede empezar de nuevo, sin importar lo que haya pasado.

Red escuchó en silencio, sus pensamientos comenzando a calmarse. Esa frase resonaba en ella más de lo que estaba dispuesta a admitir. Quería creer que era cierto, que podía dejar atrás la oscuridad y encontrar su propio camino hacia algo mejor.

RED: ¿Y cómo... cómo lo haces? (preguntó, sintiéndose vulnerable por primera vez).

Evie suspiró, sin prisa por responder.

EVIE: No es fácil, Red. He tenido que aprender a perdonar, a aceptar mis errores y los de los demás. Y... a veces, incluso ahora, dudo. Pero cuando veo a Doug, a mis amigos, y... a ti, me doy cuenta de que vale la pena luchar por la paz en el corazón.

Red asintió, procesando esas palabras. Evie era tan distinta de la Reina de Corazones, tan abierta y honesta. Por primera vez, Red sentía que quizás había una posibilidad de liberarse de las sombras que la perseguían.

Después de un largo silencio, Red se atrevió a hablar de algo que había estado guardando en su corazón.

RED: Evie... hay algo que me asusta admitir, pero... creo que me estoy dando cuenta de lo que quiero.

Evie la miró, esperando pacientemente.

RED: No quiero ser como la Reina de Corazones (confesó Red, con la voz rota). No quiero ser fría ni distante. Pero a veces, tengo miedo de que... de que me parezca demasiado a ella, que nunca pueda ser alguien como tú.

Evie dejó las tijeras de lado y tomó la mano de Red, apretándola con ternura.

EVIE: Red, no eres como ella. No tienes por qué serlo. Tienes un corazón fuerte, y aunque has vivido en un ambiente duro, eso no define quién eres. Lo que importa es cómo decides actuar de ahora en adelante.

Red bajó la mirada, sintiendo un nudo en la garganta. En ese momento, todas las emociones reprimidas comenzaron a salir a la superficie, y antes de darse cuenta, se echó a llorar. No recordaba la última vez que había llorado, y la sensación era abrumadora.

Evie la abrazó, envolviéndola con calidez, sin decir nada. Red sintió que por primera vez en su vida podía permitirse ser vulnerable, sin temor a ser juzgada. Las lágrimas fluyeron, y con cada sollozo, el peso de su dolor se iba aligerando.

Después de un rato, Red se apartó ligeramente, limpiándose los ojos con la manga. Evie le sonrió y le acarició el cabello, como una madre que cuida de su hija herida.

RED: Gracias... (murmuró Red, con la voz entrecortada). No sé si estoy lista para ser... alguien nueva, pero quiero intentarlo.

Evie la miró con orgullo, asintiendo.

EVIE: Eso es todo lo que te pido, Red. Que intentes ser tú misma, sin presiones. Y recuerda, tienes una familia que te apoyará en cada paso.

Doug, quien había observado desde la entrada del jardín, se acercó y le dio a Red un suave apretón en el hombro, su sonrisa llena de orgullo y afecto.

DOUG: Estamos aquí para ti, Red, sin importar qué pase. No estás sola en esto.

Por primera vez, Red sintió que era verdad. No estaba sola. Había personas que la amaban, personas dispuestas a caminar junto a ella en el camino hacia la libertad.

Y mientras el sol comenzaba a ocultarse, iluminando el cielo con tonos dorados y rosados, Red supo que, después de tanto tiempo, estaba empezando a sanar.

Y mientras el sol comenzaba a ocultarse, iluminando el cielo con tonos dorados y rosados, Red supo que, después de tanto tiempo, estaba empezando a sanar

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Red - La hija perdida (DEVIE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora