Capítulo 3

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Red pasó los siguientes días en una encrucijada de pensamientos. Las palabras de Evie y Doug seguían resonando en su mente, y cada vez que intentaba ignorarlas, aparecían más intensas, como una llamada imposible de evitar. En su habitación en el palacio, se encontraba sola, mirando su reflejo en el espejo, tratando de ver en sus ojos si encontraba alguna verdad sobre quién era en realidad.

Ese día, mientras paseaba por el laberinto de rosales del palacio, escuchó pasos detrás de ella. Red se dio vuelta, encontrándose con Evie y Doug, que la observaban con una mezcla de esperanza y temor. Se sentían como extraños, pero había algo en ellos que la hacía sentir cálida, como si una parte de su ser les perteneciera.

EVIE: Red, ¿podemos hablar? (preguntó Evie, con una suavidad en su voz que Red nunca había escuchado de la Reina de Corazones).

Red dudó, pero asintió y dejó que la guiara hasta una parte tranquila del jardín. Allí, sentados entre los rosales, Evie comenzó a contarle cosas sobre cuando ella era bebé, cosas que nunca había oído antes.

EVIE: Te encantaba jugar con un pequeño peluche en forma de zorro (dijo Evie, sonriendo mientras recordaba). Te lo dimos cuando tenías apenas unos meses, y nunca lo soltabas. Era como si te diera valor.

Red la miró en silencio. Había algo en el tono de Evie que hacía que su corazón latiera con más fuerza.

RED: ¿Por qué me dejaron? (preguntó de repente, sin poder contener las palabras).

Doug y Evie intercambiaron una mirada dolorosa. Doug habló primero, con una voz llena de honestidad.

EVIE: Nunca te dejamos, Red. Alguien nos arrebató esa oportunidad. Hemos pasado todos estos años buscando respuestas, buscando la forma de encontrarte. Todo lo que queríamos era tenerte a nuestro lado.

Evie tomó la mano de Red entre las suyas, mirándola con los ojos llenos de lágrimas.

EVIE: No sabes cuánto te he extrañado (susurró Evie, apretando su mano con ternura). Pero entiendo si te sientes confundida, si tienes dudas sobre nosotros.

Red los miró, y aunque el dolor y la confusión aún la embargaban, algo en sus palabras le hizo sentir una conexión profunda. La Reina de Corazones nunca la había tratado con esa ternura; siempre había sido estricta, fría, enseñándole a ser fuerte y a no mostrar emociones.

Doug miró a Red con una sonrisa cálida.

DOUG: Red, sé que esto es difícil. Queremos darte el tiempo que necesites. No estamos aquí para forzarte a nada, solo para que sepas la verdad, para que puedas decidir qué deseas hacer.

Red asintió, y aunque aún no sabía cómo expresar lo que sentía, algo en su interior comenzaba a calmarse. Mientras tanto, Evie se levantó y, después de dudar un instante, sacó el pequeño colgante en forma de estrella que Doug le había regalado cuando se enteraron que iban a tener una hija.

EVIE: Quiero que lo tengas (dijo Evie, extendiéndole el colgante a Red). Lo llevé todos estos años para recordarme que algún día estaríamos juntos. Ahora, me gustaría que sea tuyo.

Red miró el colgante, y algo en su interior se rompió. Sin decir una palabra, lo tomó entre sus dedos y lo colocó alrededor de su cuello. La pequeña estrella brillaba en su pecho, y, por primera vez, Red sintió un destello de calidez, una sensación de pertenencia.

En ese momento, algo inusual ocurrió. Escucharon pasos firmes y una risa fría y familiar. La Reina de Corazones apareció entre los rosales, observándolos con una expresión de furia contenida.

R.CORAZONES: ¿Qué está pasando aquí? (preguntó con voz autoritaria).

Red se estremeció y dio un paso hacia atrás, instintivamente. Evie y Doug se pusieron en guardia, pero Evie se mantuvo firme, con la mirada decidida.

EVIE: Solo estábamos hablando, Reina de Corazones (respondió Evie con calma). No estamos aquí para causar problemas, solo para ver a nuestra hija.

La Reina de Corazones observó a Red y notó el colgante que ahora llevaba al cuello. Su mirada se volvió gélida.

R.CORAZONES: Red, querida, ven aquí. Estás perdiendo el tiempo con ellos. No necesitas escuchar mentiras. Soy yo quien te ha criado, yo soy quien te ha dado todo lo que tienes.

Red miró a la Reina y luego a Evie y Doug, su corazón dividido en dos. La Reina había sido la única madre que conocía, y sin embargo, una parte de ella sabía que Evie y Doug también eran importantes, que de alguna forma ellos formaban parte de quién era.

Doug, con la voz calmada y paciente, habló suavemente a Red:

DOUG: Red, no tienes que tomar una decisión ahora. Solo queremos que sepas que estaremos aquí para ti, sin importar lo que pase.

La Reina de Corazones lo miró con desprecio, sus ojos reflejando una furia contenida.

R.CORAZONES: Ella no necesita nada de ustedes. Es mi hija. Yo la he criado, y yo decidiré su futuro.

Evie apretó los labios, tratando de mantener la calma.

EVIE: Red merece saber la verdad. Merece poder elegir quién quiere ser.

La Reina de Corazones soltó una risa fría.

R.CORAZONES: Ya ha elegido. Está bajo mi cuidado, y eso no va a cambiar.

Red, atrapada entre las dos mujeres, finalmente alzó la voz, temblando pero firme.

RED: Basta (dijo, su tono claro y decidido). No sé lo que quiero aún... pero sí sé que quiero tiempo para averiguarlo.

La Reina de Corazones la miró con sorpresa y enojo, pero Red no bajó la mirada. Sintió una oleada de fuerza al enfrentarse a ella, una fuerza que nunca había sentido antes.

RED: Quiero tiempo (repitió Red, y su voz se volvió aún más firme). Para saber quién soy. Para entender lo que siento.

Evie y Doug intercambiaron una mirada llena de orgullo y esperanza. Por primera vez, Red estaba expresando su propia voz, y aunque el camino aún era incierto, habían dado un gran paso.

La Reina de Corazones, aunque furiosa, no tuvo más remedio que asentir, aunque sus ojos lanzaban chispas.

R.CORAZONES: Como quieras, Red. Pero recuerda que yo soy la que siempre ha estado aquí para ti.

Con esas palabras, se dio la vuelta y se marchó, dejando a Red junto a Evie y Doug, que la miraban con cariño y comprensión. Red respiró hondo y, aunque aún tenía muchas dudas, algo dentro de ella empezó a cambiar.

 Red respiró hondo y, aunque aún tenía muchas dudas, algo dentro de ella empezó a cambiar

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Red - La hija perdida (DEVIE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora