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But this is getting good now

Llegó el día. El preestreno de Safari Love finalmente estaba por suceder. Esa mañana fue un completo caos para Chuuya y Akutagawa.

El salón de belleza, los trajes nuevos, los rostros relucientes, y sus sonrisas de punta a punta. Se sentían exactamente igual a alguna estrella de la met gala.

Tan pronto como terminaron de arreglarse, dieron las dos en punto en el reloj y un auto gris pasó por ellos.

— Wow, lucen geniales. — Fue lo primero que dijo Atsushi, volteando del asiento de copiloto para observarlos.

—Tú no te quedas atrás, estás hermoso— Con un tono de burla, codeó a su amigo— ¿Verdad, Akutagawa? ¿No crees que se ve bien?

El mencionado asintió, algo apenado, y Atsushi volvió a voltear su vista a la ventana dando un leve suspiro.

Muy pronto se hicieron notar los flashes y una extensa alfombra roja les hacía la bienvenida. Fue algo completamente nuevo para Chuuya.

Habían personas gritando su nombre y pidiendo que volteara a verlos. Fotos suyas y carteles con mensajes de amor hacia su persona. Era casi mágico.

— Gracias a todos— Repetía contento, mientras caminaba hasta la zona donde los paparazzis pedían que posara.

Del auto, seguido de él, bajó Atsushi sujetando a Akutagawa y el público cómicamente enloqueció. En poco tiempo, las redes sociales se infestaron de fotos y teorias. Atsushi se dijo para sí mismo que al llegar a casa se pondría a revisarlas todas para reir un rato.

Akutagawa por su parte, sentía que estaba siendo extremadamente juzgado y su timidez floreció a la vez que su mano parecia inquieta. Fue entonces que Atsushi entrelazó sus dedos con los de él, y lo miró brevemente a los ojos, sonriéndole con dulzura. Aquel acto lo tranquilizó, aunque no podía decir que su miedo se esfumó mágicamente.

Chuuya terminó de salir las fotos y quedó parado a un costado, observando a sus amigos posar, cuando escuchó los flashes y los gritos más fuertes de lo usual y giró su vista hacia la alfombra.

Su corazón se hundió en lo profundo de su pecho. De pronto su garganta se secó y lo que parecía peor, aquel lugar le era exasperante. Toda la tristeza que había intentado disimular, ocultar, fue puesta de golpe frente a sus ojos y unas náuseas se apoderaron de él.

Caminando con un traje color carmesí, Osamu Dazai sonreía al público alegremente. A su izquierda, una mujer rubia con un vestido coral le sujetaba del brazo. ¿Quién era? ¿Fue por ella que no se despidió de Chuuya en África? ¿Fue con ella aquel contrato?

Akutagawa notó inmediatamente la situación, y caminó con Atsushi hacia adentro del lugar, sujetando a Chuuya para que entrara con ellos.

—¡Amigos! Están aquí— Saludó Yosano, abrazándolos en conjunto. Bajó su mirada a Chuuya, algo preocupada por el semblante del chico— Te ves pálido, Chuuya, ¿quieres agua?

El pelirrojo negó y fue ahí que Yosano se dio cuenta de lo que sucedía. Levantó su mirada hacia la entrada del lugar y divisó a Dazai junto a una mujer rubia. Sus ojos se llenaron de ira y sus manos se hicieron puño de solo imaginar lo que Chuuya estaba sintiendo.

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