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Narra Fiddleford

Desperté con los ojos hinchados por lloriquear la anterior noche.

Hacía frío, y realmente no quería mover el culo del sofá.

Pero no me quedaba opción, debía levantarme y trabajar; por eso Stan me permitía vivir aquí, ¿verdad?

Me levante con las menos ganas del mundo y fui a la cocina para preparar el desayuno, estaba todo bastante silencioso para ser las 11 am pasadas, pero tal vez Stan solo estaba durmiendo un poco más.

Me senté en la mesa y esperé.

Esperé.

Esperé 10 minutos.

Espere 30 minutos.

Esperé 1 hora.

Espere por horas.

Mierda, el tiempo se pasaba lento ahí solo con mis pensamientos.

Ya eran casi las 2 pm, solo había comido unas galletas y café, ansioso esperando que Stanley venga conmigo como todos los días, pero no había ninguna presencia, solo yo.

Fui hacia su habitación para ver qué sucedía, pero la puerta estaba trabada.

- Oye, ¿todo está bien? - dije golpeando sin recibir respuesta.

Me preocupé, comencé a golpear más fuerte alzando la voz y seguía sin responder.

Lo único que se me ocurrió hacer fue empujar la puerta hasta abrirla,

Encontrándome con...

Nada.

No había nadie en la habitación.

Extrañamente estaba todo acomodado, todo en su lugar, ni siquiera había uno de sus bóxers (que usaba de el frente al revés) tirado en el suelo como siempre.

Y claro que me preocupe aún más,

Anoche había quedado todo incómodo, yo lo hice incomodo.

Soy un idiota.

No sé qué me pasó, solo sé que no me gusto haberlo visto con esa mujer.

Era muy bonita en verdad, y me debería alegrar que mi amigo tenga algún interés romántico,

Pero no es así.

En el fondo se por que me enoja tanto verlo con otras personas, lo sé.

Pero no puedo hacer nada al respecto, no puedo cambiarlo ni hablarlo, tiene que quedar ahí, como una herida que arde y sangra pero no tienes lo recursos para curarla.

Me senté en su cama a pensar un poco en donde podría estar, y por qué se había ido tan temprano.

Y por qué no me avisó nada.

Y por qué me dejó solo.

Basta

- estúpido cerebro mierda marica estúpido - dije dejándome pequeños golpes en la cabeza.

No me gusta dejar de expresar lo que siento y pienso, pero a veces cuando puede afectar o influir en otros se vuelve lo peor.

Tal vez por eso nunca hablé con Emma sobre lo que sentía realmente.

La había dejado de ver como una pareja desde hace mucho tiempo, mi enfoque estaba en otro lado.

Pero no quería lastimarla, y luego estaba Tate, mi pequeño, que nunca habría querido herirlo como lo hice.

Just us; FiddleStanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora