8. Un dia antes. +18

648 97 19
                                    

Maratón 4/5

Los dedos de Kaida recorrieron a Lydia con una delicadeza tortuosa, la pelirroja movía su cadera en busca de más contacto, la castaña solo pudo reir ante esto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Los dedos de Kaida recorrieron a Lydia con una delicadeza tortuosa, la pelirroja movía su cadera en busca de más contacto, la castaña solo pudo reir ante esto.

—¿Quieres que lo haga?— Kaida susurró en el oído de Lydia.

La piel de Lydia se erizo ante esto, —¿Qué?— pero antes de poder continuar, los dedos de Kaida se colaron entre sus pliegues, una corriente eléctrica la recorrió por completo. —Sí quiero.— Para la castaña fue suficiente aquellas palabras y la sensación de lujuria recorrió a la chica.

La castaña introdujo el primer dedo, moviendolo poco a poco, Lydia se recostó en su hombro, suspirando con fuerza.

—Otro —demandó Lydia, su tono cargado de impaciencia. La pelirroja apretaba los labios, conteniendo un suspiro que amenazaba con escapar. Kaida, obediente, cumplió la orden sin vacilación. Introdujo otro dedo, y la respuesta de Lydia fue inmediata: un mordisco firme en el hombro de Kaida, que le arrancó un jadeo contenido.

—¿Te gusta? —murmuró Kaida, su voz ronca por la excitación. El sonido pareció vibrar en el aire, electrizando cada fibra del cuerpo de Lydia. La pelirroja cerró los ojos al sentir el aliento cálido de Kaida junto a su oído, un contraste embriagador que la hacía temblar.

—Cierra la boca —respondió Lydia, su voz entrecortada. La intensidad del momento la estaba sobrepasando. No podía soportarlo más. Necesitaba que Kaida dejara de jugar y cumpliera sus deseos sin más dilación, que sus manos exploraran cada rincón de su cuerpo.

Kaida sonrió con una mezcla de satisfacción y desafío, mostrando sus dientes al hacerlo. Sin decir nada, decidió obedecer la orden al pie de la letra. Su mirada oscura se clavó en Lydia, evaluando cada uno de sus movimientos, cada suspiro que escapaba de sus labios. Entonces, con un gesto decidido, cambió las posiciones.

Con delicadeza pero con firmeza, tomó a Lydia por la cintura y la recostó sobre la cama. Sus movimientos eran calculados, casi ceremoniales, como si cada acción tuviera un propósito oculto. Lydia quedó boca abajo, sus cabellos rojos desparramados sobre las sábanas como una cascada de fuego.

Kaida se tomó un momento para admirar la figura de Lydia. La curva de su espalda, el ligero temblor de sus hombros al exhalar, el contraste entre su piel pálida y el rojo intenso de su cabello. Había algo en la vulnerabilidad de esa postura que encendía algo primitivo en Kaida. Pero no era solo deseo; era también una necesidad de control, de conectar con Lydia de una forma que las palabras jamás podrían expresar.

—Relájate —susurró finalmente Kaida, mientras sus manos comenzaban a deslizarse suavemente por la espalda de Lydia. El peso de su cuerpo era suficiente para mantenerla inmóvil, atrapada en esa mezcla de expectación y rendición.

Cada caricia de Kaida era un juego entre lo suave y lo firme, entre la promesa y la acción. Lydia arqueó levemente la espalda, respondiendo al toque como si fuera incapaz de contenerse.

EL LOBO FEROZ -LYDIA MARTIN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora