Colgada - Parte II

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El extremo de la fusta baja por fuera de la bolsa que cubre tu cabeza, desde tu rostro a tu cuello, puedes percibir el característico tacto del mismo cuando llega a tu pecho y hace una parada en tus tetas para endurecer un poco más tus pezones.

Aún no has recibido ningún golpe pero la sola idea de la herramienta por tu cuerpo y la anticipación del castigo te inunda de lujuria. La vara continúa bajando por tu vientre, cruza tu ombligo sin detenerse, va directo a tu pubis y se hace espacio entre tus piernas que involuntariamente se separa para complacerme. Presiono con fuerza el bastón en tu vulva, tus labios mayores lo abrazan con su calor, su humedad y percibes las fibras que sostienen la punta mientras la lengüeta va un poco más allá adelantándose para acariciar tu perineo. La empujo de forma horizontal para que el trenzado que la reviste recorra tu sexo hasta llegar al mango y la vuelvo a traer con lentitud inclinándola con el fin de tocar también tu clítoris, me complacen tus sonidos de placer, esos pequeños gemidos de gusto que me indican que mi trabajo es adecuado. Repito la misma acción varias veces observando cómo aumenta el brillo del cuero cada vez que traigo la fusta hacia mi, lubricado por tu excitación. Cunado noto que lo estás disfrutando mucho, que tu excitación se eleva, que la frecuencia de tu exhalación se incrementa interrumpo de manera drástica el juego y me alejo de ti, dándote espacio para que te enfríes y negándote la posibilidad de un orgasmo temprano.

Escuchas un tintineo metálico mientras rebusco en la bolsa de los juguetes, notas que me dirijo hacia ti pero entre el tejido no logras apreciar que es lo que traigo en las manos y no notas que es hasta que sientes la punzante presión en uno de tus pezones, una exclamación de dolor se te escapa y dejo la pinza ajustada en ese punto para repetir el proceso del otro lado. Te dejo sola otra vez.

En esta ocasión paso directo a tu espalda y sacudo lo que tengo en la mano, de inmediato identificas el látigo de múltiples colas, escuchas el cuero de las tiras del flogger colisionando entre ellas, acaricio con este tu espalda pero ni bien comienzas a disfrutar de las cosquillas que te produce es hora de que recibas el primer azote.

Te es inevitable liberar el grito cuando doy el primer impacto en la parte superior de tu espalda, con la misma inercia del primero llega el segundo y las puntas chasquean al unísono dando fondo a tu voz. El tercer golpe es en la parte baja para que no lo esperes preparada, tus alaridos suben en la misma intensidad que mi exaltación, me pone escuchar tus gritos. Veo las docenas de marcas que se entrecruzan en tu espalda enrojecida que toma brillo con cada choque, uno tras otro con la regularidad de un metrónomo. Las lagrimas comienzan a precipitarse por tus mejillas, tu saliva moja la bolsa en tu cabeza del mismo modo en que se moja tu entrepierna, en cada azote tu cuerpo vibra y tu coño palpita, tu mente entra al glorioso trance de la experiencia en la cual completamente inmersa te embriagas.

Una breve pausa te da un segundo aliento, dejo que padezcas el ardor en tu piel y te sumerjas aún más profundo en tu subespacio por un par de minutos, luego de forma repentina otro azote te marca el culo de un lado al otro, ahora más agresivos, más frecuentes pero aún espaciados. Tus nalgas se sacuden con los golpes, con el enrojecimiento que aumenta en tonalidad junto al escozor del castigo hasta que de nuevo me detengo súbitamente para darte otra pausa.

Tu libido por las nubes provoca que tu cuerpo tiemble, aún con el entumecimiento en tus muñecas y hombros por tu postura forzada, tu piernas agotadas flaquean y debes colgarte de tus manos en busca de algo de descanso. En ese momento puedes sentir que te sujeto, abrazándote por detrás, apoyando todo mi cuerpo en el tuyo. Te jalo un poco hacia mi para dejarte inclinada levemente y puedes sentir cómo se reduce la tensión en la cuerda, cómo tus pies vuelven a apoyarse pero tus piernas fallan así que desciendes de rodillas mientras te bajo con delicadeza. Te dejo ir hasta que te sientas sobre tus talones y tus manos, aún apresadas por los grilletes, se acomodan entre tus rodillas. Toco tu hombro para hacerte notar que estoy a tu lado cuando paso para posicionarme frente a ti, luego coloco la palma sobre tu cabeza y arranco la bolsa que la cubre.

Ahí estás sometida ante mi, aureolas oscuras bajo tus parpados y lágrimas negras de tu maquillaje corrido, tu cabello alborotado, tu frente sudada y tu boca que babea, sonrojada con la mirada llena de deseo, sobrepasada por la excitación. sin que te lo ordene desea complacerme, te cuelgas de la cintura de mi pantalón para quitármelo, expones mi miembro erecto próximo a tus labios y te dispones sin dudar a besarlo, pero antes que lo hagas te cojo del cabello evitando que lo hagas.

─Aún no. ─son las únicas palabras que escuchas en un rato.

Te dejo agachar tu cabeza, agitada respiras con fuerza tratando de recuperar tu aliento, percibiendo aún el escozor en tu parte posterior. Me posiciono por detrás, indicando que levantes el culo al acariciar tu muslo para reforzar el sentir de los latigazos pasados. Sientes entre tus nalgas como humedezco el rededor de tu ano que se presta a ser penetrado por un plug que se instala dentro tuyo negándose a salir, otra vez al frente tomo con delicadeza tu barbilla para elevarte la vista, mostrándote entre mis dedos un pequeño mando que activo iniciando las vibraciones dentro tuyo, te quejan más aún lo disfrutas y emites gemidos que me llenan de satisfacción entonces me siento y te atraigo a mi ingle para que hagas el trabajo pendiente.

Empiezas por acariciar la piel de mi escroto con tus muñecas aún unidas, besas mi miembro erecto desde la base a la punta con tal suavidad que te premio subiendo un nivel la velocidad del vibrador, bajas dando golpecitos con la lengua y vuelves a subir para estimular mi frenillo eso te hace ganar otro nivel y el patrón de la vibración cambia, entonces te aceleras para humedecer la punta abrazándola con tus labios para sentir el sabor de mi excitación que da comienzo a las primeras secreciones por lo que utilizas tus pulgares para masajearme en busca de más y es así como alcanzas un nuevo nivel que ahora impacta con fuerza de forma intermitente de tal modo que puede escucharse con claridad el ruido de las vibraciones. Tu exaltación al límite se manifiesta pringando por tus piernas y en respuestas haces desaparecer mi pene dentro de tus fauces, estimulándome con vigorosos movimientos verticales y movimientos intensos de tu lengua, los niveles se elevan uno tras otro, cada cual más intenso e impredecible que el anterior, puedo percibir tus gritos ahogados y mi momento de explosión se hace inevitable.

En pleno clímax te jalo desde el cabello para quitarte de mi, pero extasiada continuas frotándome con con tus manos y como una buena esclava me suplicas por tu premio.

─Démelo mi amo... deme mi obsequio ahora mismo.

Entonces libero mi simiente que explota en fuertes ráfagas sobre tu rostro, sobre tu pelo, en múltiples chorros que salen descontrolados mientras mi polla palpita en tus manos que continúan masturbándome con la intención de extraer hasta la última gota. Tus pechos son rociados a medida que mi eyaculación pierde intensidad y finalmente se deja caer entre tus dedos.

Apago el dispositivo pero aún no lo quito de ti, te cojo de la cabeza y te recuesto entre mis piernas mientras aún continúas arrodilla en el suelo, te observo satisfecho y te mantengo un ratos sucia sobre mi, yo diré cuando será el momento de limpiarte.

─Has hecho bien, estoy complacido. ─te digo al acariciar tu cabello en aprobación.

Desabrocho tu collar para indicar que el juego ha terminado, libero tus manos de los grilletes y las dejo respirar, tomo el paño húmedo que tenía preparado y comienzo a limpiar tu rostro con cariño. Ya no soy tu amo y tú ya no eres mi esclava, por lo menos no hasta que la hebilla se vuelva a abrochar sobre tu garganta.


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