El viaje en coche desde el aeropuerto a nuestras instalaciones lúdico-profesionales, fue cualquier cosa menos aburrido. Alegría estaba disfrutando como la jovencita que era de todo lo que veía. Grandes edificios, jardines, calles y autopistas llenas de coches nuevos, campos perfectamente trabajados, nada comparado con su sabana africana, y ya nos os digo nada cuando llegamos a nuestro complejo. En montaña, con grandes pinadas cercanas, césped por todas partes, pequeños edificios modernos, agrupaciones de árboles con bancos para sentarse. Era una niña grande, muy grande, y que estaba volviendo loca a su hermana Sinnombre con tantas preguntas en su idioma sin parar.Y a mí me estaba volviendo loco con su peludísimo coño y sus largas piernas. Durante las casi dos horas de viaje no se bajó la falda. De vez en cuando nos mirábamos y ella jamás apartaba la vista de mis ojos, siempre sonriendo. El que las apartaba era yo o nos matábamos en la carretera. Cuando sus manos no señalaban algo, se las ponía en el coño y se lo acariciaba sin parar. Se veían bastante bien sus enormes pechos para su edad. No llevaba sujetador y casi no se le movían de lo duros que debía tenerlos. Y se le marcaban unos pezones que debían ser impresionantes.
¿Y sabéis en lo que más pensé varias veces? Pues en lo buena que estaría con 5-6 kilos de más. Solo haría falta hacerla comer más hamburguesas que el Trump, de esas de 500 gramos de vacuno puro. O una buena colección de cocidos... o paella con unas buenas ensaladas valencianas. La verdad es que se me puso dura mi polla más de una vez, y no encontré una mano cariñosa que me la rebajase.
Al cruzar la verja del recinto me desvié del camino principal hacia la zona privada, toqué varias veces el claxon y al llegar frente al edificio de nuestra vivienda, el único edificio antiguo y más hermoso de todos, vi saliendo a Ingrid que nos dio la bienvenida y se quedó tan extrañada al ver a Alegría, como yo mismo lo estuve en el aeropuerto. Nadie se imaginaba esta alta, curvilínea, y algo escuálida jovencita.
Merche estaba en los estudios y esa tarde rodaría una porno lésbica sadomasoquista, y nosotros tres estábamos hambrientos, así que quedamos en darnos una ducha y en vernos en la cocina para comer. Pero tan pronto como Alegría oyó decir lo de la ducha, se soltó el nudo que el vestido tenía sobre su hombre izquierdo, el vestido se deslizó sobre su cuerpo, cayó al suelo y Alegría se quedó totalmente desnuda ante su hermana, Ingrid y yo ¡menudo cuerpazo tenía y unas tetas verdaderamente extraordinarias!
Mediría entre 175-180, el contorno de sus tetas no sería inferior a 97-98, con unas areolas enormes como colinas sobre sus pechos, y unos pezones grandes como conos de un negro negrísimo, por eso se marcaban tanto, sus caderas eran proporcionadas, sus piernas eran larguísimas y su coño era el coño más peludo que nunca había visto. Eso sí, cómo he dicho antes, le faltaban de 6 a 8 kilos para tener un cuerpo proporcionado.
Pero tenía una sorpresa inesperada que Ingrid, que estaba ligeramente detrás de ella vio perfectamente, y cogiéndola del hombro le dio la vuelta para que viésemos su espalda ¡había sido azotada o golpeada!, y sus marcas aún se notaban tenuemente sobre su piel "café con leche". Sinnombre se puso a llorar desconsoladamente, ella notó nuestra sorpresa y nos lo dijo:
- Mi hermano mayor querer las 20 cabras. Mis padres querer los 4000€ para comprar casa (los otros 3000 eran para la misionera evangelista e intermediarios). Mi hermano tener derecho a repudiarme. Darme 25 latigazos tres días antes... pero yo no llorar ¡lo juro! Nunca llorar por pegarme. A mí y a mujeres en poblado pegar fuerte, pero yo nunca llorar. En mi tribu no llorar ni las niñas. Veo que mi hermana estar llorando, pero allí no lloraba, eso es cosa de este mundo del norte, mujeres débiles, yo fuerte, muy fuerte, y aguantar trabajo y dolor. Mucho trabajo y mucho dolor.
Y al mismo tiempo que hablaba, se iba despojando del turbante de su cabeza y vimos el resto del repudio de su hermano. Su pelo había sido cortado pero no en toda la cabeza, casi mitad y mitad. La parte larga de su pelo le cubría la teta izquierda, pero la derecha no tendría más de 10 o 12 cm, el suficiente tamaño para que con ese turbante no se le notase el corte. Y Alegría lo dio por bueno con tal de abandonar su pueblo y venir al dorado norte. Les dijimos que se fuesen a duchar, a mí se me pasaron las ganas y me fui con Ingrid a comer a la cocina, donde un John muy servicial nos atendió perfectamente.
Poco más tarde, bajaron las dos y mientras comían atendidas por la misma Sinnombre, veían por el circuito de TV los preparativos y las pruebas para la grabación de la porno sádica. Ya sabéis, intensidad de la luz, contrastes de colores, zonas de sombras... y como es lógico, allí se gritaba "de dolor" sin que nadie te tocase, se divertían y se reían al mismo tiempo. Y viendo aquello, cuando estaban comiendo unos flanes con nata y caramelo, Alegría se puso de pié enfadada, y dijo alzando la voz:
- Esas mujeres ser niñas. Llorar mucho. Yo poder hacer eso y no llorar. Golpear mi cuerpo, salir sangre y no llorar yo. Yo querer hacer cine con hombres y mujeres fuertes.
Y tuvo la mala suerte (o buena, según el punto de vista) que en ese momento entraba Merche con unas ganas terribles de tomarse un largo y espeso café bien cargado. Y allí se conocieron las dos semidesnudas. Merche con un severo y escueto corsé negro y rojo, con sus tetas y coño al aire, medias negras hasta casi la ingle y taconazos rojos de 15 cm, y Alegría, con sus tetazas al aire y solo tapada de cintura hasta el suelo. Merche sonriendo y Alegría cabreada por lo que consideraba que las pornoactrices nos tomaban el pelo con sus quejidos llorosos. Merche se puso una buena taza de puro café y mirándola le dijo:
- Oye niña ¿quieres que yo te pegue mientras estás atada a esos aparatos y sabrás lo que duele?
Y Alegría la lió parda al decirle, sin saber quién era Merche:
- Él -señalándome a mí- él es mi Amo. El puede pegarme, venderme, o matarme. Tú no.
Todos nos quedamos sorprendidos por la respuesta y a continuación, menos su hermana, nos rompimos a reír, y Sinnombre tuvo que explicarle que la dueña de todo lo que veía era Merche. Aunque por otra parte, yo era el Amo de Merche y el presidente de la sociedad, la máxima autoridad. Como supondréis, la cara, la expresión de Alegría era de absoluto desconcierto. Estaba próxima a cumplir los 16 años, pero su falta de cultura "del norte", y eso que una mujer, y además tan joven como Merche fuese la dueña, pero que a su vez fuese mi esclava... Vamos, ¡que la cosa estaba menos clara que la piel de su hermana!
Merche, sonriendo irónicamente se acercó a ella, miró su espalda, pasó su mano por ella acariciando suavemente sus borrosas marcas, y mirándola fíjamente a los ojos, le dijo:
- Eres preciosa niña pero ¿quieres ser azotada? Tu Amo te dará 10 golpes y yo otros 10. Estarás atada a una cruz y luego colgada del techo. Y como me han dicho que no te han dejado traerte ropa de África y no tienes nada que ponerte, si no gritas, te pagaré toda la ropa que te compremos para llenar el armario, zapatos, complementos, maquillajes y lo que necesites. Será un regalo personal mío. Pero como te he dicho, tú no tienes que gritar nada. Y como veo que tienes el pelo que arreglar con mucho cuidado, el pelo y las uñas te las arreglaremos gratis también durante un año ¡pero no puedes gritar!
Alegría apretó las mandíbulas y sus gruesos labios, y mirando fijamente a Merche, como si la desafiara, simplemente dijo:
- Yo no gritar!
Mi amor me miró y solo me dijo:
- Te lo ruego, llévala a nuestra cueva, está libre ahora. Átala a una cruz, la que tu prefieras porque en la cruz solo le vas a pegar tú. Y que ella o tu mismo, elija el tipo de látigo, yo elijo colgarla y las paletas, de madera o piel o las dos cosas, ya veré cuando termine el café y hable un poco de negocios con Ingrid.
- Cariño ¿Te has dado cuenta que a pesar de su cuerpo aún tiene 15 años?
- A esa edad yo ya había hecho más de 70 pornos, había follado con más de 1500 hombres y mujeres, y había abortado. Y ya sabes, ella no llora ¡ya veremos si llora conmigo o no llora! Y si quiere comer en esta casa, algo tendrá que hacer a cambio. Y aparte de esto, me gusta esta chica, me gusta su mirada dura y desafiante, y quiero aprovechar su cagada para averiguar de qué pasta está hecha.
Y siguió tomando su café sin perderla de vista. Y posiblemente tod@s vosotr@s estaréis preguntándoos ¿pero quién cojones es el verdadero Amo, Merche o yo? Pero si os fijáis, Merche "me lo ruega", y esta conversación no era de Amo y sumisa, sino del presidente de la sociedad y la dueña de la total propiedad. Y en esos términos, la relación estaba muy difusa. Realmente Merche era mi sumisa y se comportaba como tal (lo tenéis en relatos anteriores) pero como sabéis, todo lo porno estaba bajo su jurisdicción y además, era la dueña del complejo.
Así que todo bien explicado por mí y en su lengua por su hermana, Alegría aceptó con una amplia sonrisa. Guié a Alegría hasta la pequeña cueva de los subterráneos y se quedó sorprendida y alucinada de todo lo que veía y la gente que se movía. Al llegar, miró las cruces, las argollas de las paredes, las dos cadenas que colgaban del techo, el potro articulado... y toda la colección de látigos, palas y demás instrumentos de tortura. Pero no hizo una sola pregunta, solo lo miró todo con enorme atención. Le dije que se quitase la falda y como no lo entendió se la quité yo. Y desnuda, la até a una cruz de san Andrés. Y mientras la terminaba de atar, entraron Merche e Ingrid.
Cogí una larga fusta de piel trenzada llena de nervaduras, se la enseñé y volvió a sonreír, me puse detrás y con ella golpeé su espalda con fuerza. Alegría encogió todo su cuerpo. Todos sus músculos estaban totalmente tensionados y su cuerpo empezó a sudar. Pero no soltó un grito, ni siquiera un "Uyyyy". Le volví a golpear, cada vez más fuerte, y lo mismo. Y así un total de 10 veces, cada 15-20 segundos. Alegría se tragaba sus dolores, sus mocos y casi sus lágrimas. Posiblemente contaba los golpes porque al recibir el décimo, su cuerpo se relajó.
Dejé la fusta sobre la mesa y desaté a Alegría, cuyos ojos seguían goteando silenciosas lágrimas y sus labios apretados. Merche le colocó unas muñequeras de cuero amplias, atadas con una gruesa cadena; sujetó esta cadena con la que bajaba del techo y la subió hasta unos 10 cm del suelo. La dejó colgada varios minutos para que su cuerpo se acostumbrase a estar tensado, y sonriente se acercó a ella y sin decirle nada, le enseñó la paleta de piel pentagonal con tachuelas. Apenas la vio, sus enormes ojos se abrieron como nunca, y empezó a decir como si fuese un papagayo y con su voz muy alta:
- Yo no gritar... yo no gritar... yo no gritar...!
Pero Merche quería que gritase y Alegría gritó. No gritó en el primer golpe. Ni en el segundo. Ni en el tercero... su piel café con leche, en sus glúteos y sus muslos, fue tornándose de un color entre pardo intenso y marrón oscuro (en los negros no hay eritemas rojos). Merche golpeaba con fuerza y al descargar el sexto golpe, notó un ahogado pero largo quejido, paró un momento de golpear, dejó la paleta en la mesa, la descendió hasta que Alegría pudo apoyarse de pie en el suelo, y acercándose a ella le ofreció agua, que Alegría rechazó con rabia.
Merche y Alegría se miraron intensamente a los ojos. Merche se acercó a ella y la beso en la boca lenta pero plenamente. Sus manos sujetaban la cabeza de Alegría y la besaba con tal dulzor y calor, que la negra, con los ojos muy abiertos, empezó a devolverle los besos. Su mano derecha bajó hasta el peludo coño y comenzó a masturbarla suavemente. Los besos entre las dos mujeres se hicieron intensos, apasionados, con lengua voraz, hasta que la negra no pudo más y se corrió con un ronquido feroz de leona herida en su orgullo. La dejó descansar y minutos después, la miró a la cara y le dijo:
- Cariño, te quedan cuatro dolorosos golpes. Sé donde pegarte para que te duela como no te imaginas, y no te preocupes porque no tendrás lesiones. Pero cuando yo quiero que el torturado grite, el torturado grita siempre. Y sé que no me entiendes, pero admiro tu valentía y tu aguante del dolor. Entre nuestro Amo, Ingrid y yo, te convertiremos en una Switch sin sentimientos, primero sumisa y luego Ama. Serás temida en este mundo, si deseas trabajar y vivir con nosotros. Tienes rabia, mala leche, aguante, y yo te enseñaré a odiar las debilidades ajenas. A despreciar a los quejicas y llorones.
La volvió a subir, palpó glúteos y muslos buscando músculos y nervios, volvió a coger la paleta, golpeó ¡y esta vez sí gritó! Y no fue un simple grito, sino un terrible alarido que me asombró. Y volvió a gritar en el octavo, y en el noveno, y en el décimo. Y no solo eran alaridos, sino lloros y convulsiones de todo su cuerpo. Merche conocía de sobra todas las partes del cuerpo humano donde impactar con poco dolor, o con el máximo dolor posible, y quiso demostrar a la jovencita que no todo en este mundo es fuerza de voluntad, sino más cosas, muchas más cosas. Acarició su cuerpo y le dijo:
- Alegría, el dolor es un proceso personal terrible. Pero cuando ese sufrimiento, ese dolor que tú has tenido con los golpes, no solo no es odiado, sino buscado como tú lo has pedido, el placer de ese sufrimiento es enorme, y tan gozoso, que te has corrido tres veces. Una con tu Amo y dos conmigo. Y estoy segura que en adelante, tú misma lo desearás constantemente. Creo que eres casi tan animal como yo. Nuestro Amo se sentirá orgulloso de tener estas dos sumisas entregadas a sus deseos.
La descolgamos y como Ingrid había pulsado el botón de socorro, entró Macarena, la enfermera. Alegría quiso mantenerse en pié, las rodillas se le doblaban, pero la muy bruta nos miraba a nosotros desafiante y se erguía mientras apretaba fuertemente su boca. Al final aceptó ser ayudada y Macarena la limpio y trató. Viendo ese cuerpo y su enorme fuerza de voluntad, no solo me alegré de haberla traído, sino que comprendí muy bien las palabras anteriores de Merche. Si ella deseaba quedarse y trabajar con nosotros, podría ser temible. Era tenaz, terca, fuerte, decidida... pero Merche aún me sorprendió más.
- Mi Amo -me dijo- ¿me permites que pase esta noche con ella? Me gusta esta puta y sus besos no han sido solo de cariño, había deseo en ellos. Creo que es un volcán y quiero ver su cráter expulsando lava sin parar ¿me lo podrás permitir? -Y yo asentí y se la entregué para esa noche- Noche que pasé yo follando con mi dulce Sinnombre, ya a punto de parir nuestra primera hija. A la mañana siguiente estaba yo desayunando, cuando entraron Merche y Alegría, totalmente desnudas y con unas caras de inmensa felicidad por la lujuriosa noche pasada entre las dos, y de repente, me di cuenta que Alegría tenía su coño totalmente afeitado y sus labios externos eran una divinidad de tamaño y grosor ¡menuda puta y porno actriz nos había llegado! Y desayunaron las dos mientras se comían entre ellas, y cuando terminaron su desayuno de besarse y meterse mano en la cocina, se fueron a seguir follando. Ingrid y yo nos miramos y sonreímos ¡menudo par de putas se habían juntado! Unos días después, a última hora de la tarde, llegó Teresa, una abogada de nuestro bufete, casada y con un hijo y que nos traía papeles para Alegría. Teníamos que empadronarla y por su edad, matricularla en un colegio obligatoriamente. Pero no solo era abogada, sino más puta que las gallinas, incluso había hecho varios pornos sin saberlo el marido. Y con la excusa de los papeles y de acompañarnos a nosotros y Alegría a resolver esos asuntos, cenó con nosotros y pasó toda la noche follando con John y su polló
A la mañana siguiente, la que bajó a desayunar con rostro de dolor, fue la pobre Teresa que había sido follada por John cinco veces, dos de ellas por el culo ¡con una polla de más de 5 cm de grosor! Pero ya se sabe que "sarna con gusto, no pica". En un par de horas, todo quedó resuelto en el pueblo y Alegría quedó empadronada y escolarizada con una enorme satisfacción. Y no solo eso, si no que quería ir todos los días al cole con bicicleta, ya que en su poblado la usaba y por nuestra alameda directa, no iban coches.
Pero al regresar a nuestro complejo, nos llevamos otra alegría, Ingrid y Mabel, otra enfermera, llevaron de urgencia a Sinnombre al hospital porque había roto aguas. Cuatro horas más tarde, había tenido su primera hija... y también yo. Ya que como sabéis, Sinnombre estaba preñada por mí. A mis 24 años, yo había tenido mi primera hija y era una maravillosa muñeca mulata de 4,2 kilos. A quién por acuerdo entre Sinnombre y Merche, llamamos Estrella.
En pocos días todo el complejo se había vuelto loco. Llegada de Alegría, su empadronamiento y escolarización, el nacimiento de Estrella... Y pocos días más tarde, Merche nos comunica llorando de felicidad, que está nuevamente embarazada de John. Y nuevamente me comprometí a casarme con ella en cuanto se confirmase que era niña, sin esperar a su parto, o en cuanto abortase nuevamente porque no quería niños.
Esta pequeña revolución era solo familiar. Todos nosotros trabajábamos cada día en nuestras labores. A Sinnombre se le eximió de diversas tareas unos días, para poder cuidar a Estrella. A Alegría se la veía contenta de ir al colegio, pero a pesar de nuestros intentos, ningún maestro o maestra quería venir a nuestro complejo para darle clases particulares, especialmente de lengua española. Prácticamente se tiraba encima de maestros y maestras para follárselos, como si fuesen de la vida porno. Pero debo reconocer que era una auténtica máquina trabajando, estaba en todas partes y ayudaba en todo, sobre todo a su hermana. Y se metió en nuestra vida.
Alegría solo quería follar, ser follada, quedarse preñada, ser madre numerosa, hacer pornos y ser azotada ¡y aún era virgen! El obtener esa libertad de vivir con nosotros no sujeta a su tribu y atavismos religiosos, la convirtió en un animal salvaje en estado puro. Así que decidimos Merche y yo, que si hacía unas noches Merche la había hecho lesbiana, esa misma noche yo me la follaría y así sería al menos bisexual, y a ver si dejaba tranquilos a los maestros/as y se dedicaba a follar con nosotros y los porno actores y actrices.
Cuando terminamos de cenar, Alegría estaba viendo cómo su hermana le daba teta a nuestra hija mientras se acariciaba sus propias tetas con los pezones durísimos. La llamamos al salón y Merche le preguntó directamente y sin tapujos, si realmente ella deseaba quedarse preñada de mi. Fue tan directa la pregunta, que Ale se quedó sin saber qué decir. Ingrid se moría de la risa porque con tantas ganas de follar y ahora estaba pensativa. Y sin darnos tiempo a pensar nosotros, vino hasta mí, se puso de rodillas entre mis piernas, apoyó su cabeza sobre mis piernas... ¡y se puso a llorar!
La que nunca lloraba, la maravillosa y salvaje Alegría ¡estaba llorando!, y ninguno de los tres, ni Merche, ni Ingrid, ni yo, sabíamos el por qué. Y su hermana nos lo explicó. Alegría deseaba quedarse preñada de mí todos los años y darme niñas y más niñas. Y al ver que pasaban los días y yo no solo no me la follaba, sino que seguía virgen, ella empezó a considerarse como algo sin valor, algo insignificante. Ni yo me la follaba, ni la dejábamos hacer porno y ser follada por otros. Así no se quedaría preñada y en su poblado, a su edad, sus amigas ya habían tenido hijos.
Cogí su cabeza y me la comí a besos y le ofrecimos ser para Merche y para mí, nuestra tercera pieza en discordia. Los dos la deseábamos, como un matrimonio a tres y le garanticé muchas hijas y bastantes abortos. Saltó como un muelle mal equilibrado y me cogió de la mano para irnos a la cama. Merche y yo nos miramos y nos levantamos para irnos con ella mientras Ingrid saboreaba lentamente su cigarro de cada noche y bebía su coñac preferido, mientras esbozaba una sonrisa.
Y realmente Ingrid tenía razón para sonreír. Las mujeres sois crueles y no perdonáis una. Alegría había caído como un regalo del cielo para alegrar nuestra vida. Era una explosión fallera de tracas, colores y fuego, y se había metido en la vida de los dos. Pero Merche, aunque sumisa mía, era otra cría, y tenía ganas de jugar. Y cuando nos metimos en la habitación con Alegría totalmente desnuda desde el salón, se tumbó en la cama y Merche le dijo que tenía que preparar sus dos agujeros inferiores para su primera noche.
Separó sus grandes labios exteriores y le puso algo. Luego le dio la vuelta y le introdujo algo en el culo. Y las dos cosas estaban atadas con un pequeño hilo y me imaginé lo que era ¡Jengibre! Merche sabía que Alegría iba a ser competencia suya sobre mí y le quiso dar la mejor/peor noche posible. Cuando poco tiempo después Alegría empezó a moverse y querer rascarse los picores que empezaban a invadirla, Merche se sentó en un silloncito, siguió fumando su cigarro y solo me dijo:
- Ya es tuya cabrón ¡préñala de otra hija si eres hombre!
Y dirigiéndose a Alegría, le dijo:
- Querida Alegría, desde esta noche, las dos vamos a compartir los favores sexuales de nuestro Amo, pero también compartiremos otras muchas cosas. Estas ramitas que te he metido en el coño y en el culo, son de jengibre y creo que en tu país no lo conocéis. Al mezclarse esas raíces con la humedad de tus paredes vaginales y anales, la planta te irá produciendo picor, escozor intenso, y una irritación que jamás te has imaginado ¡Mira, como empiezas a mover las piernas y caderas! Tu sexualidad se está estimulando como jamás lo habrás pensado. Te aseguro, querida niña, que nunca has tenido tantas ganas de ser follada.
**Tu estimulación sanguínea es brutal. El calor que empieza a llenarte hará que sientas que todos tus órganos sexuales ardan y necesiten ser enfriados. Y al mismo tiempo, tus músculos vaginales y anales empiezan a dilatarse y a tener una sensibilidad que van a hacer que te corras mil veces. Y el roce de la polla aún los irritará más. Pero lo mejor de todo, es que no podrás parar de tener ganas de follar, porque el semen y tus propios fluidos, son líquidos que necesitas para apagar el fuego que ya empieza a quemarte las entrañas.
Y dirigiéndose a mí, me dijo:
- Creo mi Amo que ya le puedes quitar las raíces y guardarlas para otra ocasión. Mira como se mueve la puta negra que te vas a follar. Creo que dejarle esas raíces más tiempo sería una putada, pero tú eres el puto Amo y quién decide.
Y yo que ya iba a quitárselas, sonreí y dentro de mí me llené de orgullo. De orgullo de hombre deseado por esas preciosas hembras y orgullo de haber sido elegido por Merche como su pareja y su Amo. Y el orgullo superior de haber entrado en este mundo del sexo sin tabúes. Tenía ahora dos putísimas mujeres, jovencísimas, con unos cuerpos tremendos, viciosas, y encima, ¡sentían envidia la una de la otra! Dios ¡qué bien me lo iba a pasar con ellas!
A todo esto, Alegría estaba a morir, echaba espuma por la boca y no es chiste. Jamás le habíamos hablado del maldito jengibre, pero su culo y su coño le ardían sin misericordia y su cuerpo se estremecía. Como a mí también me lo han puesto, os aseguro a quienes no lo conozcáis, que el picor es como si me hubiesen restregado mi culo con toda clase de ortigas. Y el calor es insoportable y deseas lo apaguen como sea. Y Alegría estaba en ese plan ¡necesitaba que lo apagaran! Así que hice lo que tenía que hacer como hombre y como Amo ¡follármela sin descanso para apagar los fuegos! Y eso hice.
La penetré con mi polla de forma salvaje y sin importarme que fuese virgen. Mi polla penetraba dentro de su coño con fuerza y soltó un alarido salvaje que provocó intensas risas en el grupo que se formó en la puerta, con su hermana Sinnombre presente. Esa polla rozaba intensamente sus irritadas y sensibles paredes vaginales, pero como supimos luego, incomprensiblemente para su cerebro, la misma Alegría no paraba de mover su cuerpo para que esa polla ocupase la mayor cantidad posible de vagina y la rozase intensamente. Y con mi follada y la sensibilidad vaginal, no tardó demasiado en correrse brutalmente con un alarido más propio de la selva, y noté cómo sus fluidos calmaban unos instantes su calor y su irritación, ya que su cuerpo se relajó unos instantes.
Sin correrme yo, la saqué de ese agujero y también sin miramientos, la penetré analmente. En tres o cuatro intentos, mi maravillosa polla penetró totalmente hasta los huevos y unos instantes más tarde, me corrí en su interior. Penetración tras penetración, mi polla, una vez tras otra, fue ocupando sus agujeros. Todos sus agujeros se fueron llenando de semen y el arrastre de sus propios fluidos vaginales también le ayudaban a calmar sus calores anales. Pero con tantas penetraciones en sus agujeros inferiores, también a mi polla se le pegaban microscópicos sedimentos del jengibre. Y mi polla ardió, se irritó y se inflamó bastante, con gran alegría de las espectadoras, porque así, más gorda, le daba más placer y dolor a la pobre Ale.
Casi dos horas después de empezar a follarla, ni yo podía más ni tampoco Ale, que al parar yo de follarla, se apoyó en mí y se durmió. Al ver eso Merche, se levantó del silloncito con su coño chorreando fluidos de las masturbaciones que se hizo, se acercó a nosotros, me dio un beso a mí y luego, dando la vuelta a la cama, le dio un beso en la frente a Alegría. Cogió una mantita y nos cubrió a los dos. Apagó la luz y cerró la puerta al salir. Aunque debo confesar que no se fue a dormir, sino que junto con Ingrid, se fueron a follar con John. Los deseos y placeres sexuales no se perdonan.
A la mañana siguiente, un estupendo olor a café invadió mis fosas nasales y me fui despertando, mientras unas manos nada inocentes abrían las cortinas dejando entrar el sol en la habitación y molestando los ojos. Merche había entrado con el carrito de las comidas y en él, una estupenda colección de productos para desayunar opíparamente. Terminó de despertar a Alegría que me abrazó y besó intensamente, y luego se apretó a Merche mientras se la comía a besos. Comimos en la mesita que teníamos en la habitación y cuando terminamos, Alegría nos preguntó:
- ¿Cuando poder yo fumar un cigarro grande como los tuyos?
Merche cogió uno, lo preparó, lo cortó, lo encendió, aspiró de él tres o cuatro veces y se lo dio a fumar a Alegría. Y con muchas toses, muchas risas, muchas advertencias de lo que debía hacer y de no tragarse el humo, se lo fue fumando. Merche se levantó, cerró la puerta de la habitación, apoyó las espaldas en ella y me miró fijamente a los ojos. Y como yo sabía lo que quería, asentí con la cabeza. Se acercó hasta Alegría, se arrodilló a su lado, le quitó el cigarro, aspiró de él dos veces y lo dejó encima del plato.
Y empezó a comerse a Alegría y ésta casi se tiró encima suyo. Las dos se pusieron de pié y Merche se desprendió de la bata que llevaba y se fueron a la manchada y ensuciada cama de los polvos de esa loca noche. Cuando las dos se habían corrido varias veces, yo me quité el slip, me uní a ellas y me las fui follando. Cuando mucho después, cansadísimos, bañados en nuestros sudores, y totalmente agotadas nuestras reservas de mi semen y sus fluidos paramos de jugar, pregunté a mi amada Merche:
- Entonces cariño, ¿nos casamos los tres?
Y con una amplia sonrisa, Merche dijo que SI. Explicamos a Alegría qué es lo que queríamos hacer, casarnos Merche y yo legalmente y hacer con ella otro matrimonio, ficticio, pero apoyado por documentos legales que ampararían su futuro. Cada uno de nosotros estaría casado con los otros dos, incluso con alianzas matrimoniales idénticas. Los tres juntos en la vida, los tres juntos en la misma cama, los tres compartiendo hijas, los tres porno actores, los tres entregados al mundo del sexo. Alegría estaba verdaderamente loca de alegría y nos decía:
- Yo daros muchas hijas, yo follar mucho y siempre preñada. Yo mucho cine sado y solo gritar cuando pegarme mi esposa Merche ¡Ella sí saber pegar con dolor!
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Relatos de Dominación +18
RandomRelatos de dominación y humillación para amantes del BDSM. Si no te gusta la historia no reportes, solo la ignoras.