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Jess

La noche estaba siendo un caos glorioso, de esos que empiezas a olvidar tus preocupaciones por completo. Los chicos y las chicas se llevaban de maravilla, el alcohol fluía como si fuera agua y la pista de baile estaba más viva que nunca.

Ni siquiera recordaba por qué había estado tan estresada antes; era como si el estrés se hubiera esfumado con cada trago de tequila.

Oliver y Kimi estaban sentados en el sillón, uno junto al otro, con las camisas desabrochadas, como si ya no les importara nada del mundo. Sonreían de oreja a oreja, borrachos perdidos, mientras Franco les sacaba fotos en las poses más ridículas que podían imaginarse, y las risas eran interminables. La atmósfera de la discoteca estaba cargada de luces intermitentes y música a todo volumen, el ambiente era puro desenfreno: humo de neón, gente saltando y chocando copas, y el olor a sudor mezclado con perfume barato flotando en el aire.

Mientras tanto, Sophie, Fran, Sky y Tay decidieron que la mesa de centro era el nuevo escenario de su coreografía. Todas estaban tan pasadas de copas que se tambaleaban como si estuvieran en una montaña rusa, pero eso solo hacía que el espectáculo fuera aún más divertido. Nadie estaba preocupado por el hecho de que la mesa de centro se estaba empezando a tambalear bajo el peso de tanto cuerpo y movimiento; total, ya todo era un buen lío de risas y gritos.

Rosie, Maggie y Gigi, las pocas que no parecían haber pasado el punto de no retorno, estaban ahí para cuidar al grupo. Se encargaban de preparar más tragos, asegurarse de que no nos lanzáramos hacia la tarima del DJ y, sobre todo, de que no hiciéramos ninguna tontería peligrosa... aunque eso parecía inevitable.

De repente, me tambaleé hacia ellos y, con una sonrisa torcida, supe que había llegado el momento de retirarme.

—Ey chicos, creo que ya es suficiente para mí esta noche... Necesito irme a mi habitación a vomitar hasta el desayuno que comí hoy. —dije, apoyándome en lo que parecía la pared, aunque probablemente no lo era.

—¡Buuu! Qué aburrida, Jess. ¡La noche está en su pick , aún te queda un buen rato para ser joven! —respondió Franco, con un tono exageradamente dramático mientras me tomaba de los hombros y me agitaba como si fuera una muñeca de trapo.

—¡Franco! ¡No me agites que te vomito encima! —grité, mientras trataba de mantener la compostura, aunque no estaba segura de cuánto lo conseguiría.

—¡Ay, qué asco! ¡Guácala! —respondió él, tapándose la cara como si estuviera a punto de presenciar una tragedia.

Fran, viéndome tambaleando como un pingüino borracho, me miró preocupada.

—Jess, ¿por qué tan aburrida? Hoy ni siquiera has estado con la cabeza en la fiesta. ¿Qué pasa? —me preguntó, con esa mirada seria que solo ella sabe poner.

—¿Esto tiene que ver con cierto rubio gruñón? —dijo Sophie, levantando una ceja. —No lo tomes en serio, Jess, Max a veces actúa como un idiota. Lo conozco desde hace tiempo y siempre actúa así cuando está su papá en un premio.

Yo me quedé un momento en silencio, mirando al suelo, intentando encontrar las palabras adecuadas, no sabía como comenzar a hablar, era como si las palabras no llegaran a mi cerebro.

- Es que... no sé, últimamente creo que tiene... algo... no sé cómo explicarlo, como que no es tan gruñón todo el tiempo, ¿sabes? Yo... bueno, me confunde un poco.

Sophie me miró con una sonrisa pícara, mientras Fran levantaba las manos al aire como si hubiera resuelto un misterio del universo.

—¡Ahhh! ¡Lo sabía! —exclamó Fran, riendo—. ¡Jess está colada por el rubio!

Starboy  [M.V]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora