Capitulo 15: Shadows of a dream

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Pov's Samantha

El aire era cálido, lleno del aroma familiar de fresas y rosas. Estaba en un prado que parecía extenderse hasta donde alcanzaba la vista, rodeado de árboles altos que filtraban la luz del sol en destellos dorados. Sentí una calma que no recordaba haber experimentado en años, como si todos los problemas, las persecuciones y el peligro hubieran desaparecido. 

Samantha. 

Esa voz. 

Me giré y ahí estaba Abril, vestida con un sencillo vestido blanco que ondeaba suavemente con la brisa. Su sonrisa era radiante, sus ojos brillaban como nunca antes los había visto. Parecía tan tranquila, tan feliz… y yo también lo estaba. 

Abril… —susurré, caminando hacia ella, incapaz de apartar la mirada. 

Ella se acercó a mí, sus dedos rozando mi mejilla, y sentí que el mundo entero se detenía. Era tan real, tan tangible. 

Estás aquí —dijo, como si no pudiera creerlo. 

Siempre estoy contigo —respondí sin pensarlo. 

Nos sentamos juntos en la hierba, con el sol calentando nuestra piel. Abril tomó mi mano y la apretó suavemente, su toque enviando una oleada de paz por todo mi ser. 

¿Sabes? —comenzó ella, su voz suave pero llena de emoción—. Nunca pensé que podría sentirme así, tan segura. Contigo, todo es diferente. 

Quise responderle, decirle que ella era lo único que me mantenía cuerda en un mundo que siempre había sido oscuro y cruel, pero las palabras se atoraron en mi garganta. En lugar de eso, incliné mi frente contra la suya y cerré los ojos, dejando que su aroma me envolviera. 

El sonido de una risa interrumpió el momento, y cuando levanté la vista, vi a Osvaldo, apoyado contra un árbol cercano. Estaba riendo de esa forma despreocupada que rara vez mostraba, con una botella en la mano y una expresión de absoluta tranquilidad. 

¿Qué miran? —bromeó, levantando la botella en un brindis improvisado. 

Abril se rio, y yo no pude evitar sonreír. 

Nada que te importe, viejo entrometido —respondí, mi tono ligero, sin el peso de los años de culpa y muerte. 

Todo era perfecto. 
Pero entonces, algo cambió.

El cielo comenzó a oscurecerse, las nubes rodaban como un manto pesado que cubría el prado. La brisa cálida se tornó fría, y el aroma de fresas y rosas se desvaneció, reemplazado por un hedor metálico que conocía demasiado bien: sangre. 

Abril ya no estaba a mi lado. 

¿Abril? —mi voz resonó en el aire, pero no hubo respuesta. 

Miré a mi alrededor con desesperación, buscando su figura en el prado ahora desolado. Osvaldo también había desaparecido, y el silencio era abrumador. 

¡Abril! —grité, corriendo hacia donde la había visto por última vez. 

De repente, el prado dio paso a una escena completamente diferente. Estaba en una habitación oscura, el suelo cubierto de sangre. Mis botas resonaron al caminar, y mis manos estaban empapadas del líquido carmesí. 

¿Qué…? 

En el centro de la habitación, vi a Abril. Estaba de rodillas, sus manos atadas detrás de su espalda, su rostro pálido y lleno de lágrimas. 

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⏰ Última actualización: Nov 16 ⏰

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