La Cita

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Era una tarde cálida de viernes cuando Sara recibió el mensaje que había estado esperando. Durante las últimas semanas, había sentido cómo sus conversaciones con Álex se volvían más intensas, como si cada palabra escrita en la pantalla las uniera más. Finalmente, después de días de dudas, Álex le había propuesto verse en persona.

"¿Te gustaría encontrarnos este fin de semana? En el parque cerca de tu casa. ¿A las 4?"

Sara se quedó mirando la pantalla durante unos segundos. Aunque sentía una mezcla de emoción y nervios, la idea de conocerlo le parecía irresistible. ¿Y si era todo como en sus conversaciones? ¿Y si todo salía perfecto?

"Sí, claro. Estaré allí."

Esa fue su respuesta, y aunque no lo dijera en voz alta, sentía que su corazón aceleraba un poco.

El día de la cita, Sara se preparó cuidadosamente. Se puso unos jeans cómodos y una camiseta sencilla, pero se peinó con más cuidado de lo habitual. Había algo en este encuentro que la hacía sentir más viva, más observada, más... esperada. Mientras se miraba en el espejo, su mente se llenó de pensamientos contradictorios.

"¿Qué tal si no es como en las fotos?", pensó. "¿Y si no es como lo imagino?" Pero rápidamente apartó esos pensamientos y se concentró en lo que había vivido con él hasta ese momento: las risas, las conversaciones hasta la madrugada, los secretos compartidos. No importaba lo que sucediera. Solo quería verlo.

A las 4:00 en punto, Sara llegó al parque. No había demasiada gente, solo algunas familias paseando y un par de adolescentes charlando en un banco cercano. Caminó por el sendero de grava, buscando con la mirada a alguien que pudiera ser él.

Entonces, lo vio. Álex estaba allí, de pie cerca de un banco, mirando a lo lejos. Su presencia era cautivadora, con una postura relajada y una sonrisa tímida al verla acercarse.

"Hola", dijo él, su voz profunda y tranquila. "Qué bien verte en persona."

Sara sintió un nudo en el estómago. Él era tal y como lo había imaginado, pero al mismo tiempo, había algo diferente en su mirada, como si hubiera una sombra detrás de ella, algo que no podía identificar. Pero aún así, la química entre ellos era indiscutible.

Pasaron horas caminando por el parque, hablando de todo y de nada. Álex era encantador, tenía una forma de hacerla sentir importante, como si sus palabras fueran las únicas que realmente importaran. Sara se reía con facilidad, disfrutando de la conversación, aunque seguía percibiendo una leve incomodidad que no podía identificar.

A medida que el sol comenzaba a ponerse, Álex sugirió que se sentaran en un banco cerca de un árbol, donde la luz suave de la tarde les daba una sensación de intimidad.

"¿Y si te dijera que hay algo más en este lugar?", preguntó Álex, mirando el parque de una manera diferente, como si estuviera viendo algo que solo él podía ver.

Sara lo miró curiosa. "¿Cómo que algo más?"

"Un lugar... un lugar donde todo puede ser diferente. Donde no hay reglas", dijo él, con una sonrisa que parecía esconder algo más. "Quizá algún día te lo enseñe."

Sara lo miró fijamente, sin saber qué pensar. Había algo en sus palabras que la hizo sentir un escalofrío, pero al mismo tiempo, la intriga la mantenía allí.

"Me encantaría", dijo finalmente, sin querer que la conversación tomara otro giro extraño.

Pero mientras charlaban, no podía evitar preguntarse:¿Qué sería ese "lugar"?¿Realmente lo conocía?¿Y por qué esa sensación de que algo no estaba del todo bien?

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