El Héroe Silencioso

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Sara llegó a su apartamento después de un largo día, pero no esperaba encontrar la casa en total silencio, como si la misma atmósfera se hubiera detenido. La lluvia caía sin cesar, haciendo que las gotas tamborilearan contra las ventanas. Algo en el aire la hizo sentir incómoda, pero no podía precisar exactamente qué era.

Entró en el salón, dejando su mochila en el suelo, y notó de inmediato que algo no estaba bien. Los libros en el escritorio estaban fuera de lugar, la lámpara en una esquina ahora se encontraba extrañamente en el centro de la habitación. Todo parecía... alterado, como si alguien hubiera estado ahí. Una extraña sensación de incomodidad la invadió, pero decidió que probablemente solo se trataba de su mente jugándole una mala pasada.

"¿Hola?" llamó, pero su voz sonó débil, como si la propia casa la estuviera aislando del mundo exterior.

El sonido de un ruido suave, casi imperceptible, la hizo volverse hacia el pasillo. Como si el eco de sus pasos resonara con más fuerza de lo normal. El silencio era absoluto, y algo dentro de ella le decía que algo estaba mal.

En ese momento, la figura apareció en la puerta del salón. Un hombre alto, con una máscara negra que cubría casi todo su rostro, excepto los ojos. Su presencia era intimidante, pero algo en su actitud le hizo pensar que no estaba allí para simplemente asustarla.

Sara retrocedió, intentando mantener la calma. No había sido lo suficientemente cuidadosa al llegar a casa. No había revisado bien las cerraduras ni había puesto atención a los pequeños detalles. Ahora, se sentía vulnerable.

"¿Quién eres?" preguntó, su voz quebrada por el miedo.

El hombre permaneció en silencio por un momento. Luego, de manera casi mecánica, levantó la mano y señaló hacia ella.

"No te preocupes, estoy aquí para... ayudarte," dijo con una voz profunda y calma, casi artificial. "Álex te envió."

Sara lo miró con desconfianza, sus pensamientos volando a mil por hora. "¿Álex?" repitió, sin poder creer lo que oía. "¿Cómo sabes mi nombre?"

"Álex siempre se preocupa por ti," dijo el hombre. "Te protegerá. No tienes nada que temer."

Sin embargo, algo en el tono del hombre no la convenció. ¿Cómo podía ser tan seguro? "¿De qué estás hablando?" La angustia en su voz aumentó. "¿Qué me va a pasar?"

Antes de que pudiera reaccionar, el hombre dio un paso hacia ella, acercándose de forma amenazante. Sus movimientos eran rápidos y decididos, y Sara sintió una oleada de pánico. "¡No te acerques!" gritó, dando un paso atrás.

Pero el hombre continuó avanzando, y en ese momento, una figura apareció en el umbral de la puerta, interrumpiendo la tensión de la escena.

"¡Aléjate de ella!" La voz de Álex resonó en el aire, firme pero también algo urgente. No era una intervención tan "perfecta" como la protagonista podría haber esperado. Álex estaba visiblemente cansado, como si hubiera corrido para llegar a tiempo, no para dar una gran entrada.

La figura enmascarada dio un paso atrás, pero no con miedo, más bien con desdén. "¿De verdad crees que ella es tuya, Álex?" el hombre dijo, con una risa burlona. "Ella no tiene ni idea de lo que está pasando aquí."

Álex frunció el ceño, pero no dudó ni un segundo. "Eso es algo que voy a aclarar, y tú no vas a estar para ver cómo termina," dijo, mientras avanzaba hacia el hombre enmascarado con una rapidez sorprendente.

El hombre levantó las manos en señal de rendición, pero no se movió. "No estoy aquí para pelear, solo para cumplir con mi parte del trato."

Álex lo empujó hacia atrás, con una fuerza que hizo que la figura enmascarada tropezara y cayera al suelo. Sara dio un paso atrás, mirando todo, confundida. No sabía si debía sentirse aliviada o aún más perdida. El hecho de que Álex hubiera llegado a tiempo a salvarla era lo que parecía importar, pero las palabras del hombre antes de caer, esa extraña calma con que había hablado, la hacían sentir que algo más estaba sucediendo.

Álex, al ver que la amenaza se disipaba, se giró hacia ella, con la respiración algo acelerada pero la mirada fija. "Estás bien," dijo, intentando sonreír, pero con algo de preocupación en sus ojos. "Te lo dije. No te dejaré sola."

Sara asintió, pero su mente no estaba completamente tranquila. Algo seguía sin encajar. "¿Por qué... por qué me están vigilando, Álex?" Su voz tembló un poco. "¿Por qué el tipo enmascarado decía que no tenía idea de lo que estaba pasando?"

Álex se acercó a ella rápidamente, poniéndole una mano sobre el hombro con ternura. "Sara, confía en mí. Lo único que importa es que estás a salvo. Estoy aquí para protegerte."

Pero las palabras de Álex, aunque reconfortantes, no podían calmar por completo la creciente inquietud que Sara sentía. Algo no estaba bien, y las dudas se aferraban a su mente. A medida que veía la forma en que Álex la miraba, su promesa de protección parecía más como una cadena invisible que comenzaba a rodearla.

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