Trey despertó lentamente, desorientado como cada mañana y tomándole unos cuantos segundos para que su mente recordara en donde estaba y quien era él, mientras la luz suave de la mañana filtraba las cortinas. Abrió los ojos, mirando por unos segundos un punto borroso de su habitación, bostezó y se estiró, buscando sus anteojos por medio del tacto de su mano. Poniéndose en alerta y terminando de despertarse al escuchar un pequeño chillido y algo pequeño y algo regordete meterse por el pequeño hueco que dejaba la puerta entreabierta de su habitación.
—Miga... —llamó a su erizo.
Al percatarse que el pequeño erizó no salía debajo de la cama, donde había tomado refugio. Trey no tuvo de otra que salir de la cama, agacharse e intentar sacarlo, antes de que Riddle supiera que uno de los erizos había escapado y entrado a los dormitorios.
—Hey, pequeño, ¿Qué pasa? —dijo Trey con voz suave, observando al erizo, quien apenas levantó la cabeza.
Su pequeña nariz se movía, pero no mostraba el entusiasmo habitual. Trey suspiró, pasando un dedo por la espina de su erizo, tratando de darle algo de consuelo.
—Yo tampoco soy fan de las mañanas, ¿sabes? Pero... —Trey sonrió, su voz tomando un tono más cálido—. Pero hay que levantarse y hacerlo bien, aunque no nos guste.
El erizo, en respuesta, se hizo aún más bolita, emitiendo otro pequeño chillido que hizo que el pecho de Trey se apretara con un nudo.
—¿Por qué estás tan triste, eh? —preguntó Trey, su voz más compasiva—. Vamos, no tienes que hacer nada hoy, solo... comer algo.
Pero el erizo no se movió. Trey frunció el ceño, preocupado. Algo no estaba bien con esa bolita verde. De repente, un sonido lo hizo saltar: un pequeño chillido, distinto al anterior, pero igualmente cargado de desesperación. Trey se giró rápidamente hacia la puerta, y, como si fuera una especie de conjuro, el guardián y protector de los pequeños erizos se hizo presente, era Riddle, quien apareció en la habitación, aún con su pijama de manga larga y pantuflas a juego.
—¿Qué está pasando? —preguntó Riddle con una calma perturbadora, mirando a Trey y luego al erizo que llevaba en manos con una atención precisa.
—¿Cómo...? —empezó a preguntar, antes de interrumpirse al notar el rostro serio de Riddle.
—Lo escuché —respondió Riddle, con tono grave, pero tranquilo—. Ese sonido... no es normal. Lo mejor sería llevarlo al veterinario ahora, antes de que se ponga peor.
Trey sintió un pequeño escalofrío recorrerle la espalda. El erizo nunca había estado así. Era un pequeño muy tranquilo como pocos de los erizos en cautiverio que entre todos los estudiantes cuidaban; podías estar con él en la cocina y no se escabullía como el de Cater, compartía sus semillas y los premios que le daban por su buen comportamiento, y algunas veces le gustaba quedarse al sol con el erizo de Riddle antes de los partidos.
—Lo siento Miga... —Trey dijo, mirando al erizo que seguía acurrucado en su mano—. Se que no te gusta, pero tendré que llevarte fuera de la escuela para que te revisen.
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Horneando con Amor y Hongos
FanfictionLa relación de Jade y Trey está por dar el siguiente paso, ¿el obstáculo para Trey? ganarse la aprobación de toda la familia Leech, incluso de la propia abuela.