Dulce de leche

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La cocina de Octavinille estaba en un caos delicioso, con harina esparcida por el aire y el dulce aroma del pastel recién horneado flotando en una burbuja de agua que ayudaba a enfriarlo un poco más rápido para poder degustarlo de una vez.


Anoche, Riddle había sido claro: No cerrar más las puertas si iban a quedarse Trey y Jade solos. Fueron sus conclusiones tras una charla, una larga charla con ambos usando aquellos collares que solo eran producto de la magia única del líder de Heartsbyul.


¡Nada de actos prematrimoniales!


Fueron sus últimas palabras antes de su sentencia y añadir esa orden como parte de una de las reglas del dormitorio, sin consultar a nadie, tenía el poder y el mando, ¿por qué debería llevar a juicio de revisión aquella orden? Se supone que eran estudiantes, con el único objetivo de "desarrollar sus capacidades", aquellas acciones, al parecer de Riddle, eran desaprobatorias.


—¿Estás seguro de que lo hicimos bien? —preguntó Trey, dándole un vistazo preocupado al pastel, aún tibio, mientras Jade lo dejaba reposar en la mesa.


—Claro, está bien —respondió Jade con una sonrisa tensa, pero no convencida.


El pastel, que había costado tanto esfuerzo y paciencia, parecía más un experimento que una obra maestra culinaria, tenía una extraña cola de pescado saliendo de su interior cuando la receta marcaba que debía mantenerse en su interior, soltándose un paso, volverlo con la misma consistencia de un atún procesado y el sabor de la almeja estaba completamente perdido, puede que lo hubieran olvidado. Floyd fue el juez, la reunión de padres ya era a mitad de semana, solo quedaba ese fin de semana y 2 días para poder perfeccionar y aprender a realizar la receta sin problemas para aquellos misteriosos padres, los Leech.


—Es asqueroso —sentenció, con la mueca aún en su rostro—. No se acerca ni un poco al sabor del viejo.


Y aun a pesar de esa opinión, seguía comiendo la rebanada servida.


Jade bajó la mirada, desanimado. El comentario de Floyd le pegó más fuerte de lo que esperaba, creía que estaba vez se acercaría un poco al sabor con el que su padre siempre cocinaba, al menos un poco sin importar si contaba o no con la apariencia de esos pasteles que siempre cocinaba para ellos. Trey, al notar el cambio en la postura de Jade, se acercó, preocupado.


—Jade... ¿Hay alguna razón en especial por la que quisieras hacer un pastel con tanta dificultad? —preguntó, un tono suave.


Jade levantó la mirada, las mejillas ligeramente rosadas. Era raro verlo vulnerable de esa manera estando Floyd en su presencia, pero ya estaba gustándole jugar con Trey al fingir ser alguien inocente y crédulo para después atacarlo.


—Es... es algo entre mi padre y yo —murmuró, mirando hacia el pastel como si de alguna manera pudiera explicarlo todo.


Floyd, que seguía mascando el pastel, su expresión era de aburrimiento. —No veo rzón para seguir intentándolo —dijo, con su característico tono desinteresado—. El viejo no es alguien fácil de vencer cuando se trata de cocinar. No vale la pena.

Horneando con Amor y HongosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora