uno

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GRETA

—¿de verdad tengo que acompañarte? —le pregunté desde mi cama con un tono cansado.

—sí, tenemos que aprovechar el tiempo juntas. —rodé los ojos ante eso, ya íbamos a pasar todo un verano juntas.— aparte, hace mucho que no ves a pedri y sé que le echas de menos.

no se equivocaba, ese chico siempre ha tratado como una reina a lau, haciendo que me caiga espectacular.

—bueno, va —dije, provocándole saltitos de emoción a mi prima.— ¿cuánto tiempo tengo para prepararme?

—unos veinte minutos —abrí los ojos como platos al escuchar eso. —¿qué esperabas? son las doce del mediodía, has dormido doce horas.

le lancé una almohada, provocando su risa. de inmediato me dirigí a la cocina del apartamento para desayunar un café y un trozo de pan tostado que sobró de ayer. ahora estoy viviendo con mi prima en barcelona para pasar el verano con ella y quiere que la acompañe a la ciutat esportiva para recoger a su novio, pedri, jugador del barça. es una pena que solo vaya a quedarme hasta el curso que viene. terminé de prepararme y vi a laura esperándome en el sofá del salón.

—¿ya? —preguntó, a lo que yo asiento. — una cosa, ¿por qué quisiste pasar el verano aquí? —me pregunta mientras se levanta para dirigirnos al garaje del edificio.

—buena pregunta, la verdad es que no lo sé. siempre hablan lo bueno que es el verano en barna, así que quiero probar, aunque me da bastante morriña la verdad —ella, como respuesta, hace una mueca de nostalgia mientras entramos al coche.

el trayecto en coche lo pasamos escuchando música, sobre todo duki, mi prima tiene una obsesión (como si yo no la tuviera). al llegar a la ciutat esportiva, mi prima muestra la tarjeta que hace que la barra del parking se eleve para luego aparcar en una zona de visitantes. llevábamos 10 minutos esperando y pedri no aparecía.

—cuánto tarda, joder —asiento, la verdad no estaba prestando atención. — ¿puedes bajar y esperar por él?

—¿ahí dentro? ni de coña, no me conocen, ¿y si me dicen algo?.

—¿qué van decir, muller? anda, vai. —la jerga gallega me sacó una sonrisa. — si te dicen algo diles que eres familiar de pedri y listo.

acabo accediendo. estaba de pie dentro de la recepción del establecimiento, me sentía tontísima, habiendo unos sillones que podría usar perfectamente pero por la vergüenza no lo hice. me sobresalté cuando de repente sentí una sensación en mi pierna. miré hacia abajo y vi a un niño pequeñito, de unos dos añitos. me agaché para intentar estar a su altura.

—hola, amor —le dije poniendo una voz suave. — ¿dónde 'tán tus padres?

él, como era obvio, no me dio ninguna respuesta, simplemente me dio un abracito que claramente correspondí.

—¡keyne!

zarcillos de plata, lamine yamal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora