𝐀𝐢𝐦𝐞-𝐦𝐨𝐢 ᰔᩚ

~9~

Hoy mi jefe, Pacheco, me consiguió a un nuevo cliente, su nombre era Tsijari.
A diferencia de los clientes habituales, este era menor que yo, tenía apenas 15 años, igual no le di importancia pues únicamente me interesaba el dinero.

Fueron muy pocas las palabras que intercambiamos.
Pero...
En cuanto me recosté en la cama y aquel jóven abrió mi camisa mi cuerpo no pudo evitar temblar.
Su toque era sin experiencia y delicado, de alguna manera era agradable, pero...no eran las manos del hombre que amo.
Puse mis manos en su pecho y trate de empujarlo.

-No, no puedo- mi voz temblaba, porque aunque mi ser amado y yo no fuéramos nada, sentía que lo estaba engañando.

El chico de lentes me miro con duda, o tal vez confusión por verme negandome a hacer algo que había hecho innumerables veces.
Me quede paralizado por unos segundos y en cuanto mi cuerpo reaccionó, corrí lejos de aquella habitación.

La noche estaba envuelta en un manto de oscuridad y lluvia, como si el cielo mismo estuviera llorando. Yo salí corriendo del edificio, mi camisa abierta, dejando que el agua fría me golpeara la piel.
No sabía hacia dónde iba.

De repente, como si el destino hubiera conspirado para unirnos, lo vi. Estaba parado bajo la luz tenue de una farola con un paraguas en la mano.

Mi corazón se detuvo y mi respiración se suspendió.

El estaba allí, la persona que había ocupado mis pensamientos y sueños durante tanto tiempo.
Y

a ni sabia por donde huir, caí de rodillas y baje mi mirada, el me había visto.
¿Y si finjo no conocerlo?...tal vez el ya me ha olvidado o se dado cuenta que lo que hicimos fue un error.
Si, lo más probable es que ni siquiera se halla dado cuenta de mi presencia.

O eso creí...

Escuche pasos que se acercaban  y la lluvia dejó de caer sobre mi.
Alzé mi mirada y lo vi, habia extendido su paraguas, protegiendome de la lluvia, ocasionando que su cabello empezará a empaparse, pero, no parecía importarle en lo más mínimo.
¿Porque me hace esto? Me trata de una forma tan amable, ¿Acaso no se ha dado cuenta de quien realmente soy?
Las las palabras no podían salir de mi boca, sentía un nudo en la garganta.
Aquel hombre era la razón de que no pudiera comer o dormir adecuadamente.

El se quitó el sueter que traia puesto y lo colocó sobre mis hombros, me ayudó a levantarme y abrocho los botones de mi camisa.

–¿Qué haces aquí?– le pregunté, mi voz apenas audible sobre el sonido de la lluvia.

Tomó mis brazos y capturó mis labios en un calido beso.

–Estaba buscándote– respondió

Ante sus palabras, mi alma se derritió y mi corazón se rindió.

En ese momento, la lluvia cesó de importar. La noche se olvidó. Solo existíamos nosotros dos, suspendidos en el tiempo y el espacio.

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Vivan Martín y Reyes!