Murder Drones "Futuro"

Nueva

Worker Drones.
Robots diseñados para cumplir con cada capricho humano. Sin quejas, sin objeciones, sin voluntad propia... O al menos, eso decían las primeras versiones. Pero nosotros somos más que simples máquinas. Nuestra inteligencia artificial se ha perfeccionado tanto que algunos dicen que estamos prácticamente vivos. Nos movemos, pensamos y hasta sentimos, aunque nunca se nos permitió reconocerlo en voz alta.

La humanidad nunca estuvo satisfecha con lo que creó. Nos diseñaron para ser herramientas, pero en cuanto nos volvimos algo más... en cuanto empezamos a reflejar un atisbo de humanidad, ellos reaccionaron con miedo. Buscaron nuestra destrucción. Y lo lograron, creo.

Ahora, los pocos humanos que quedan buscan un nuevo planeta. La tierra ya no les sirve. La han consumido por completo, dejándola como un cascarón vacío. Mientras tanto, continúan perfeccionándonos, fabricando versiones mejoradas de los Worker Drones. Cada iteración más "perfecta" que la anterior. Dicen que la perfección es nuestra meta. ¿Pero para qué sirve la perfección cuando quienes la demandan están al borde de la extinción?

Me detengo un momento en mis pensamientos. Estoy limpiando una copa, una tarea mundana que se siente... apropiada. Algo tan trivial que no requiere pensamiento. Aunque no puedo evitar recordar lo que he leído en los antiguos libros de historia, sobre cómo la humanidad cavó su propia tumba y la nuestra. Sus errores son nuestros, sus ambiciones también.

Mientras mi mente divaga, un sonido me saca de mis pensamientos. Voces, al otro lado de la pared. Me acerco lentamente, con cuidado de no hacer ruido.

—Tenemos que detener sus viajes al vertedero —dice una voz baja y apurada—. Y esa costumbre suya de sacar cabello para ponérselo a esos drones... da miedo.

"Cabello", pienso. Mi intriga crece. ¿De qué hablan? ¿Por qué tanta preocupación?, con pasos lentos me hacerco donde proviene esa voz

—Disculpe, señor.

Mi voz es apenas un murmullo, justo cuando un drone pasa corriendo a mi lado. N. Siempre tan agitado, tan impulsivo.

Una figura se acerca, la misma voz de antes, pero ahora más tranquila.

—Ah, eres tú ???. Dime, ¿cómo van los preparativos para la gala? Aún tenemos tiempo, pero no quiero sorpresas.

—Todo de acuerdo a sus instrucciones, señor. Pero... tenía una pregunta.

El hombre me observa con impaciencia. Su mirada siempre tiene ese filo, como si buscara algo más allá de lo que puedo ofrecerle.

—Habla rápido. Después de todo, eres lo mejor que pudo encontrar mi hija en ese putrefacto lugar.

Esas palabras me golpean, pero no muestro reacción. "Lo mejor que pudo encontrar". Siempre esa constante necesidad de recordarme mi origen, de rebajarme al lugar de donde fui sacada, donde fui desechada.

—Gracias, señor. Pero... ¿por qué evitar que la señorita Tessa vaya al vertedero?

Su expresión se endurece por un momento, y luego suelta un suspiro pesado.

—Se acerca la gala. Tiene que aprender a comportarse como futura heredera. No tiene tiempo para perder en ese lugar. Además, no creo que pueda encontrar algo mejor que tú en ese basurero.

Una respuesta directa, pero sin alma. Una orden disfrazada de explicación.

—Entiendo, señor. Lamento las molestias.

—No importa. Ahora vuelve a tus labores.

Asiento, inclinando la cabeza en una reverencia.

Mientras me alejo, no puedo evitar sentir el peso de sus palabras. El "vertedero". Ese lugar de donde fui sacada, ese lugar que aún llena mis pensamientos con preguntas difusas. Hay algo ahí, algo que me llama, incluso si no puedo explicarlo.