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📅 Julio, 2024

📍 Mónaco, Mónaco

—No lo sé, no soy una persona que festeje su cumpleaños... —dudó Lucille, mientras observaba todo lo que Caroline había planeado para el baile que se haría en unos días.

En la amplia oficina de Lucille, decorada con elegancia moderna, el aire estaba cargado de un bullicio contenido. Caroline, su representante, sostenía una carpeta repleta de bocetos y propuestas para el inminente baile de cumpleaños. A su alrededor, el equipo de la agencia de representación trabajaba diligentemente, revisando listas de invitados, opciones de decoración, y confirmaciones con proveedores.

Caroline levantó la vista con una mezcla de paciencia y determinación.

—Princesa, la última vez que se festejó algo de esta magnitud fue hace años, y la sociedad realmente disfruta de este tipo de eventos. Este baile es más que una celebración personal, es una oportunidad para fortalecer su imagen pública.

—Lo sé —suspiró Lucille, dejando caer los brazos al costado—, pero yo no disfruto de los bailes. Son aburridisimos, y el personal del castillo tiene que trabajar demasiado para algo que me importa tan poco.

—Popularizar este tipo de eventos podría brindarle la atención mediática que necesita ahora mismo —insistió Caroline, sin dejar de esbozar una sonrisa persuasiva.

Lucille se recostó en el sillón, mirando al techo como si buscara una escapatoria.

—Sí, y yo seré quien sufra todo el proceso.

Desde el otro extremo de la sala, Henry dejó escapar una risa baja mientras enviaba correos desde su celular.

—Mira el lado positivo, Lucille: siempre puedes escaparte en mitad de la noche y provocar un escándalo que, sin duda, acaparará todos los titulares.

La sala se llenó de risas nerviosas, pero Lucille arqueó una ceja y lo miró seriamente.

—De hecho, no es una mala idea... —dijo con voz calma, dejando un silencio incómodo en el ambiente.

Todos se detuvieron, intercambiando miradas de incertidumbre, intentando descifrar si la princesa hablaba en serio o si solo disfrutaba de la tensión que acababa de provocar.

—Disculpen a Lucille —interrumpió Henry, incorporándose y acercándose hasta donde su amiga—, está con mal de amores hace ya tiempo.

—Eres un idiota, Hen —aseguró Lucille antes de levantarse de su asiento, dispuesta a tomar algo de aire un rato—. ¿Les parece un descanso de veinte minutos?

—Como ordene, princesa... —respondió Caroline con una mezcla de exasperación y profesionalismo, mientras los demás asintieron y comenzaron a recoger sus cosas.

Lucille salió de la oficina con pasos firmes, sintiendo cómo el aire fresco del pasillo le quitaba, aunque sea, una capa de la tensión acumulada. Bajó las escaleras en silencio, dirigiéndose hacia los jardines del palacio, buscando refugio bajo la pérgola cubierta de glicinas que siempre lograba calmar su mente.

El crujir de unos pasos detrás de ella no la sorprendió.

—¿Vienes a fastidiarme más o simplemente te aburriste allá arriba? —preguntó sin siquiera voltear, su tono seco pero con un dejo de ironía.

Henry rió suavemente, alcanzándola con facilidad.

—Vengo a salvarte de ti misma. ¿Qué fue eso, Lucille?

Ella se encogió de hombros, sus ojos puestos en las flores que colgaban graciosamente sobre la pérgola.

—Estoy en mis días, tengo que planear una fiesta de cumpleaños que odio, soportar que un idiota me rechazara dos veces en menos de un mes, y, como si eso no bastara, mi padre insiste en que debo casarme mientras el Consejo Nacional parece querer echarme del título de princesa. ¿Quieres que siga o ya entiendes por qué estoy de mal humor?

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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Princess of Monaco - 𝐟𝟏 𝐟𝐚𝐧𝐟𝐢𝐜𝐭𝐢𝐨𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora