Capítulo 22.

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Desperté sintiendo una mano acariciar mí cabello y abrí los ojos lentamente.

— Volviste — le susurré a Daryl que se había recostado a mí lado.

— Parece que justo a tiempo — acaricio con su pulgar debajo de mis ojos frunciendo el ceño, sabía que seguramente estaban rojos por las lágrimas que llevaba dias derramando hasta quedarme dormida. — No debiste irte, muñeca. Eso no va a arreglar las cosas.

— No quiero hablar ahora — le pedí acercándome para esconder el rostro en su pecho — Por favor, solo necesito que me abraces. ¿puedes? — Suspiró pesadamente mientras me rodeaba con sus brazos.

— No volveré a dejarte sola. Lo siento.

— Te extrañé mucho.

— También yo, muñeca. — acariciaba mí cabello cada vez más despacio, su respiración se hacía más lenta y me di cuenta de lo agotado que estaba, aún así vino a verme porque sabía que lo necesitaba. Dejé un beso en su pecho y por primera vez en días, volví a sonreír.

Por la mañana le lleve el desayuno a la cama para que pudiera dormir un poco más, me arrodillé a su lado en la cama mirándolo. Definitivamente Daryl era el sueño de la mayoría de las mujeres, sonreí al escuchar los pequeños ronquidos que dejaba escapar y mí mano retiró el cabello que cubría su rostro antes de inclinarme sobre él.

— Despierta — le susurré al oído — tienes que desayunar. — Su brazo rodeó mí cintura como por instinto y me atrapó debajo de su cuerpo con una agilidad increíble para haber estado profundamente dormido segundos antes.

— Hola — me susurró antes de besarme.

— Hola — le contesté pasando los brazos por su cuello — ¿Descansaste?

— ¿Y tú?

— Si, lo hice. Todo gracias  a ti. — besó mí mejilla y se recostó a mí lado así que me levanté para alcanzarle la bandeja con el desayuno listo. Lo dejé sobre sus piernas y volví a mí lugar a su lado.

— ¿Quieres contarme que pasó? — me preguntó bebiendo su café.

— Solo si me dices porque tienes el labio partido.

— Diferencia de opiniones.

— ¿Con quien?

— Rick.

— Daryl, no tenías que pelear con él.

— Es un idiota y lo sabes. Hasta Carl está molesto con él. — Tomó mí mano y la beso haciendo que mis mejillas se calentaran. — Lo solucionaremos.

— No, no lo haremos. Él fue muy claro al respecto. — Mí cabeza descansó en su hombro y suspiró. — Nunca lo pregunté pero... ¿Te molestaba?

— ¿Qué?

— Que seamos tres.

— Sabía en lo que me metía, muñeca. Y no dejaré que hagas eso.

— ¿Hacer que?

— Cuestionar todo lo que pasó. No por lo que él o ella hayan hecho. Lo que sea que Rick te haya dicho, se que lo lamenta porque lucía como la mierda.

— No quiero hablar de él ahora. Estoy contenta de que hayas vuelto.

— Bien, no quieres hablar de Rick entonces dime ¿por qué no has salido de la casa en toda la semana?

— ¿Cómo sabes eso?

— Eric me dijo.

— Voy a matarlo.

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