Capítulo 16.

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Las voces provenientes de la sala llamaron mí atención así que me acerque a la puerta para escuchar de quién se trataba.

— Daryl te lo dije las últimas tres veces que viniste, ella no quiere verte. — Denise sonaba cansada, como si hubiese repetido esa misma frase demasiadas veces.

— No puede evitarme para siempre.

— Parece que si.

— Solo cinco minutos.

— No.

— Lo siento — escuché y respire profundo apoyando mí cabeza en la puerta, pensando que al fin se iba pero la puerta de mí habitación se abrió golpeando mí frente.

— ¡Mierda! — grité por el dolor sujetando me cabeza — ¿Qué demonios pasa contigo? — Daryl se acercó a mí y quitó mis manos para revisar mi rostro.

— Estarás bien.

— Si, no gracias a ti — lo empujé y señalé la puerta — vete.

— No, tenemos que hablar.

— No tenemos nada de que hablar. No quiero hacerlo y no puedes obligarme. — se dió la vuelta pero en lugar de salir cerró la puerta y puso el seguro. — ¿Qué haces? — Caminó hasta mí, su cuerpo quedó pegado al mío y me miró serio, como buscando una respuesta en mí rostro. — ¿Qué, qué haces? — su mano acarició mí rostro, la otra me tomó de la cintura y mí respiración se volvió errática al tenerlo de aquella forma.

— ¿Esto es lo que quieres Ivy? ¿Tenerme así?

— Daryl... ¿Por qué haces esto?

— Rick me dijo que le pediste tiempo, que no querías hablar con él y luego te quedas aquí todo el día... solo sales cuando no estamos. Me enloquece y no tengo idea de porque.

— Quieres a tu amiga de vuelta. Eso es lo que pasa.

— ¿Qué quieres tú? — su rostro se inclinó y solo tenía que moverme unos centímetros para que sus labios tocaran los míos. Me ahogaba en el azul de sus ojos y tuve una lucha interna entre lo que quería y lo que era correcto. Cómo tener un ángel y un demonio sentados en mis hombros susurrando cosas. Al final mis manos apoyadas en su firme pecho lo alejaron cuando la cordura se impuso silenciado el resto de las voces que me pedían que tomara lo que me ofrecía.

— Quiero que dejen de lastimarme. — le contesté caminando a la puerta para abrirla — Solo déjame en paz. No vuelvas aquí Daryl... se que no quieres lastimar a Rick y... yo no soy tan fuerte. La próxima vez... podrías hacer algo de lo que te arrepientas. — Salió de la habitación y cerré la puerta. Me dejé caer en la cama abrazando a una almohada queriendo desaparecer todo a mí alrededor. ¿Realmente creía que yo sería capaz de lastimar así a Rick? ¿Él lo hubiese hecho?

Por la tarde una débil lluvia sorprendió a Alexandria y mientras Denise salió me dejé caer en el sofá de la sala mirando por la ventana. La puerta sonó y aunque no quería abrir, sabía que esconder mí cabeza como una tortuga dentro de su caparazón, no me iba a salvar para siempre.

Rick me miraba medio mojado por la lluvia, no había sonrisa en sus labios, no había enojo. Solo me miraba.

— ¿Qué haces aquí Rick?

— No lo sé.

— Está no es la forma de darme tiempo — suspiré y abrí la puerta para dejarlo entrar y que dejara de mojarse. Él entró y suspiré  — Buscaré una toalla para que te seques. — sin esperar respuesta desaparecí en la puerta del baño. Le di la toalla y luego volví a mí lugar en el sofá, él se quedó en la entrada secándose en silencio. Llevabamos un par de días sin hablar, después de aquel día en el bosque con Aaron y Daryl le pedí que no me buscara por un tiempo. No le gustó pero no le quedó otra que aceptar y aunque lo preguntó, nunca le dije el porque de mí decisión. — ¿Todo está bien en tu casa?

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