Esfera estelar, Mundo Menor, Tierras de disfrute, Ciudad de "P"
El reloj marcó con campanadas claras la salida de la hora azul y la entrada a la hora verde. La manecilla que antes apuntaba a un amplio cielo despejado ahora lo hacía a una imagen de pastizales montañosos.
El pequeño gato blanquinegro, que había estado observando la calle desde su ventana, ahora se había puesto en pie, resoluto.
En su mano derecha (su pata derecha, según se quiera) sostenía un papel color beige. No lo había soltado desde encontrarlo en la hora amarilla, en el pizarrón junto al desayunador de Laan.
Al regresar a su casa no había hecho sino releerlo y pensar, releerlo y pensar... Se sentía emocionado al considerar las posibilidades.
-Sí voy a ir, es el momento...-dijo en voz alta.
Salió de su habitación y descendió las escaleras que crujieron ligeramente. Pudo ver desde arriba que la luz entraba por la puerta de entrada, haciendo un contraste con el relativamente oscuro interior de su edificio.
Afuera, los habitantes y visitantes de "P" se dejaban ver y escuchar. A partir de su llegada todo había sido magnífico: pudo conocer a muchos gatos que venían de la Tierra y otros mundos, y que le enseñaron la enorme cantidad de experiencias en el sitio.Ya había visitado algunos parques de diversiones, ludotecas, las bibliotecas cerca del departamento que le había sido asignado... Tan solo pensar en su habitación le hacía sentir contento: una gran y suave cama con dosel, el cálido tapete rojo vino de intrincado diseño, la ventana desde la que le gustaba observar todo, como solía hacer en la esfera a la que llamaban Tierra, pero... ¡la de aquí era enorme!, y podía salir cuando quisiera, sin temor a que algo le ocurriera. En la Tierra había vivido en una pequeña habitación con una también pequeña ventana en lo alto de un altísimo edificio de los bípedos lampiños.
Esta ciudad era fabulosa. Las calles limpias, comida cuando así lo deseara (y sin necesidad de un arenero) entretenimiento y entrenamiento disponibles, pero sobre todo: paz y libertad. Sentía su corazón pleno.
Y sin embargo... lo haría. Había tomado la decisión.
Caminó por la calle tratando de ir a un paso tranquilo pero la emoción se lo impedía.
El lugar no estaba lejos. Fue derecho por la calle adoquinada afuera de su edificio, pasando un establecimiento de frutas, otro de libros y otro de cosas varias, luego bajo un arco y una parte residencial de la calle. Tras unas escaleras y salir a una plaza amplia, encontró la sede del "Voluntariado de Misiones".
Si no fuera por el gran letrero con el título en el dintel no habría pensado que se tratara de una oficina. Se veía como una mansión.
Entró. En "P" no había necesidad de tocar la puerta para entrar en lugares públicos.
Del ruido de la calle no quedó rastro. El interior le pareció rústico, más lo que se pensaría de una oficina en aquella ciudad: el piso de madera oscura poco tratada y un sencillo tapiz azul en las paredes, junto a las varias mesas donde algunos gatos trabajaban le parecieron daban la atmósfera adecuada. Quizás las plantas superiores eran más elegantes.
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Sirius Jinnx - Prólogo -
Fantasia¿Cómo es que personas de mundos tan distantes se vieron envueltas en la guerra personal de un Dios? Los diferentes capítulos de esta historia muestran el camino y los motivos de aquellos que acompañarán a Sirius en su lucha.