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Capítulo 2: Encuentros inesperados

El sol brillaba con fuerza la mañana siguiente, pero mis ganas de ir a clase eran escasas. No había dormido bien; mi mente seguía llena de pensamientos sobre Jeonkok, Benjamin y todo lo nuevo en mi vida. Aún así, me levanté, me alisté y me dirigí a la universidad.

Al llegar, Ben me esperaba en la entrada.

—¡Hey, Jim! —me saludó con entusiasmo.

—¡Hola, Ben! ¿Qué tal?

—Bien, aunque un poco cansado. Eliam y yo nos quedamos despiertos hasta tarde viendo una serie. ¿Tú?

—Normal. Sólo... un poco pensativo —dije, evitando entrar en detalles.

Caminamos juntos hasta el aula. Mientras conversábamos, noté a lo lejos a Jeonkok hablando con un grupo de chicas. Una punzada de celos me recorrió el pecho, pero fingí no verlo.

—Por cierto, Jim, ¿quieres sentarte conmigo hoy? —preguntó Ben.

—¡Claro!

Las clases pasaron rápidamente. Al final del día, Ben sugirió que fuéramos a la cafetería nuevamente, pero esta vez sólo él y yo.

—¿Seguro? ¿No te estará esperando Eliam? —pregunté.

—Nah, tiene cosas que hacer hoy. Además, quiero conocerte más.

Acepté su invitación, y nos dirigimos juntos a la cafetería. Mientras hablábamos, descubrí que Ben era mucho más interesante de lo que había pensado al principio. Me contó sobre sus sueños de ser diseñador gráfico y cómo había conocido a Eliam en un evento de arte.

—¿Y tú, Jim? ¿Tienes algún sueño?

—Supongo que quiero encontrar mi lugar en el mundo... y tal vez alguien que me quiera de verdad.

Ben me miró con una expresión de curiosidad, pero no insistió.

De regreso a casa, volví a encontrarme con Jeonkok. Estaba sentado en un parque cercano, con una mirada perdida en el horizonte. No pude evitar acercarme.

—Kok, ¿todo bien?

—Oh, hola, Jim. Sí, sólo estaba pensando.

—¿En qué?

—En muchas cosas. La vida, el futuro... —hizo una pausa y luego añadió—. ¿Tú nunca sientes que no sabes qué estás haciendo?

Lo miré sorprendido. Nunca lo había visto tan vulnerable.

—Todo el tiempo —admití—, pero creo que eso es normal. Todos estamos buscando algo, ¿no?

Él asintió, y por un momento, parecía que estábamos en una burbuja, aislados del resto del mundo. Quería decirle tantas cosas, confesarle lo que sentía, pero no encontré el valor.

—Gracias, Jim. Eres un buen amigo —dijo finalmente.

Esa palabra, amigo, dolió más de lo que esperaba.

—Siempre estaré aquí para ti, Kok —respondí, aunque mi corazón deseaba otra cosa.

Cuando llegué a casa esa noche, mi mamá no estaba, como había dicho. Dejé mis cosas en la mesa y me dirigí a mi habitación. Mientras me acostaba, repasé los eventos del día. Había algo en Ben que me hacía sentir cómodo, y algo en Jeonkok que seguía doliendo, pero no podía dejarlo ir.

Me quedé mirando la pared, preguntándome qué me depararían los próximos días. ¿Sería capaz de superar mis sentimientos por Jeonkok? ¿Podría encontrar mi propio camino, como decía Ben?

Con esas preguntas en mente, cerré los ojos y dejé que el sueño me llevara. La vida universitaria apenas comenzaba, y sentía que algo grande estaba por suceder.

un amor imposible Donde viven las historias. Descúbrelo ahora