Capítulo 8: La verdad que duele
Había llegado el momento. Esa noche, después de darle vueltas al asunto y recordar las palabras de Alize, decidí que no podía posponer más la conversación con Jeonkok. Tenía que ser honesto, aunque me aterrorizara el resultado.
Lo encontré en el campus, cerca de la cancha de baloncesto. Estaba sentado en las gradas, revisando su teléfono, con esa postura despreocupada que siempre lo hacía parecer inalcanzable. Me acerqué con pasos firmes, pero por dentro sentía que me tambaleaba.
—Kok —dije, deteniéndome frente a él.
Alzó la vista y me sonrió.
—Jim, ¿qué haces aquí tan tarde?
—Necesito hablar contigo.
Su sonrisa se desvaneció al notar la seriedad en mi voz. Asintió y me hizo un gesto para que me sentara junto a él.
—¿Qué pasa?
Respiré hondo, sintiendo cómo mi corazón martilleaba en mi pecho.
—Te he querido por mucho tiempo, Kok. Desde que éramos niños. Siempre he sentido algo especial por ti, pero nunca tuve el valor de decírtelo.
Jeonkok parpadeó, claramente sorprendido por mi confesión.
—Jim…
Levanté una mano para detenerlo antes de que pudiera decir algo.
—Déjame terminar. He tratado de ignorarlo, de hacer que desaparezca, pero no puedo. Siempre estás ahí, en mi mente. Pero necesito saber si tú alguna vez has sentido lo mismo.
El silencio que siguió fue ensordecedor. Jeonkok bajó la mirada, como si buscara las palabras adecuadas.
—Jim… eres una de las personas más importantes en mi vida. Eres mi amigo, mi familia, incluso. Pero…
Ese "pero" cayó sobre mí como una piedra.
—Pero no siento lo mismo.
Sentí como si el suelo se abriera bajo mis pies.
—¿Nunca lo has sentido? —pregunté, mi voz temblando.
Jeonkok negó con la cabeza, con una expresión que mezclaba tristeza y culpa.
—Lo siento, Jim. Nunca quise que pensaras que había una posibilidad. Tal vez debería haber sido más claro, pero no quería perderte. Eres muy importante para mí, pero sólo como amigo.
Sus palabras eran como un balde de agua fría, helado y directo. Todo el amor, los sueños y las esperanzas que había construido alrededor de él se desmoronaron en ese instante.
—Entonces, ¿por qué ahora parecías más cercano? ¿Por qué me dijiste que tenías miedo de perderme?
Jeonkok suspiró y pasó una mano por su cabello.
—Porque noté que estabas diferente, que te estabas alejando. No quería que nuestra amistad cambiara. Pero eso no significa que pueda darte lo que necesitas.
Miré al suelo, sintiéndome vacío.
—Nunca te importé de esa forma…
—No es que no me importes, Jim. Es sólo que no puedo forzar algo que no siento.
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Esa noche caminé sin rumbo por las calles, sintiendo cómo cada palabra de Jeonkok resonaba en mi mente. Había sido claro, directo y sincero. Lo que dolía más no era su rechazo, sino el hecho de que había estado aferrado a algo que nunca existió.
Cuando llegué a casa, mamá estaba en la sala, viendo televisión. Al verme, apagó la pantalla y me miró con preocupación.
—Jim, ¿qué pasó?
No podía ocultarlo. Me derrumbé frente a ella, dejando que todas las lágrimas que había contenido salieran de golpe. Mamá no dijo nada, sólo me abrazó fuerte, como si intentara juntar los pedazos rotos de mi corazón.
—Lo sé, hijo. Sé que duele —susurró, acariciándome el cabello—. Pero a veces el amor más fuerte es el que nos enseña a soltar.
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A la mañana siguiente, aún sentía el dolor como un peso en el pecho, pero algo en mí también había cambiado. La claridad que tanto había buscado finalmente estaba ahí. Tenía que dejar ir a Jeonkok, no porque quisiera, sino porque era lo correcto para mí.
Decidí buscar a Ben. Había sido injusto con él al alejarme después de nuestra última conversación, y ahora entendía que no podía seguir ignorándolo.
Lo encontré en la cafetería, solo, con una mirada triste. Al verme, levantó la vista y se quedó inmóvil, como si no supiera qué esperar.
—¿Podemos hablar? —pregunté, sentándome frente a él.
Ben asintió lentamente, y esta vez, fui yo quien tomó la iniciativa. Sabía que no podía seguir avanzando sin ser honesto, no sólo con él, sino conmigo mismo.
Porque, aunque mi corazón estaba herido, sabía que el amor merecía una segunda oportunidad. Y tal vez, sólo tal vez, esa oportunidad estaba justo frente a mí.
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un amor imposible
Ficțiune adolescenți2 chicos de la misma universidad....... Quién se queda con el corazón de jimin ?? Todos los derechos son míos no se admiten adaptaciones ni copias ni nada sin mi permiso