capitulo 6

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Capítulo 6: Entre amor y familia

La mañana siguiente comenzó con el sonido de los pasos rápidos de mi mamá por la casa. Me desperté escuchándola tararear mientras preparaba café en la cocina. Era una de esas raras ocasiones en las que la veía en casa por la mañana.

—Buenos días, ma —dije, entrando a la cocina con un bostezo.

Ella me miró por encima del hombro y sonrió.

—¡Buenos días, Jim! Hoy no trabajo, así que pensé en quedarme contigo un rato.

La sorpresa debió reflejarse en mi rostro, porque rió.

—¿Qué? ¿Tan raro es que tu mamá pase tiempo contigo?

—Bueno… un poco. —Sonreí, intentando no sonar acusador.

Ella me lanzó un trapo de cocina en broma y puso un plato de huevos frente a mí.

—Cuéntame, ¿cómo van las clases?

—Bien… creo. —Dudé.

—¿Crees? —Se sentó frente a mí, cruzando los brazos—. Jim, te conozco. Algo te pasa.

Suspiré. Había evitado hablar de mis problemas con ella, pero tal vez era el momento de abrirme.

—Es complicado, ma. Hay tres personas en mi vida ahora mismo, y no sé cómo manejarlo.

—¿Tres personas? —Se inclinó hacia adelante, interesada—. A ver, cuéntame todo.

Le hablé de Ben, Jeonkok y Mónica. De cómo cada uno despertaba algo diferente en mí, pero al mismo tiempo, me sentía atrapado en una red de emociones que no podía controlar.

Cuando terminé, mamá se quedó en silencio unos segundos.

—Jim, el amor nunca es sencillo. Pero te voy a decir algo: no puedes agradarles a todos. Al final, alguien saldrá herido, pero eso no significa que debas sacrificar tus sentimientos por miedo a eso.

—Lo sé, pero… ¿y si elijo mal? ¿Y si me arrepiento?

Ella suspiró, tomando mis manos entre las suyas.

—Amar siempre es un riesgo, hijo. Pero el mayor error sería quedarte inmóvil por miedo. Tienes que escuchar a tu corazón, aunque suene cursi.

La sinceridad de sus palabras me tocó más de lo que esperaba. Por mucho que mi mamá y yo no tuviéramos una relación perfecta, siempre sabía cómo llegar a mí cuando más lo necesitaba.

—Gracias, ma. Eres mejor consejera de lo que crees.

—Eso ya lo sé —respondió con una sonrisa, volviendo a su tono juguetón—. Ahora, termina de comer. Quiero que me ayudes a ordenar la casa.

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El resto del día fue una mezcla de tareas domésticas y pequeños momentos de reflexión. Mientras limpiábamos, mamá comenzó a hablar de su vida, algo que rara vez hacía.

—Sabes, Jim, no siempre fui buena tomando decisiones. —Dijo, mientras doblaba ropa—. Me enamoré de alguien que no podía darme lo que necesitaba, y eso me llevó a muchos caminos difíciles. Pero aprendí algo importante: nunca debes conformarte con menos de lo que mereces.

—¿Crees que eso es lo que estoy haciendo? ¿Conformarme? —pregunté, deteniendo lo que estaba haciendo.

—No, pero creo que estás dejando que los demás definan lo que deberías sentir. El amor no funciona así.

Esas palabras se quedaron conmigo mientras la ayudaba. Era cierto, había pasado tanto tiempo esperando que Jeonkok me viera de la manera en que yo lo veía, que nunca me pregunté si eso era suficiente para mí. Y Ben… su sinceridad y cariño me habían descolocado, pero también me hacía sentir visto de una manera que no esperaba.

Y Mónica… bueno, aún no sabía exactamente qué papel jugaba ella en todo esto, pero algo en su energía me atraía.

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Esa noche, me encontré otra vez en la habitación de Alize. Ella estaba sentada en el suelo, con su guitarra entre las manos, mientras yo hablaba sin parar sobre lo que mamá me había dicho.

—Tu mamá tiene razón, Jim. No puedes quedarte esperando que las cosas se resuelvan solas.

—Lo sé, pero es tan difícil, Alize. Cada uno de ellos significa algo diferente para mí.

—¿Y qué significa cada uno? —preguntó, mirándome con interés.

—Jeonkok es mi primer amor. Siempre he sentido algo por él, pero… nunca me ha dado señales claras, hasta ahora.

—¿Y Ben?

—Ben me hace sentir querido. Es alguien que me mira de una manera que nadie más lo hace. Pero… tengo miedo de herirlo, porque no sé si puedo corresponderle completamente.

—¿Y Mónica?

—Mónica es un enigma. Apenas la conozco, pero hay algo en ella que me intriga, como si pudiera enseñarme algo nuevo sobre mí mismo.

Alize dejó la guitarra a un lado y se acercó, poniéndome una mano en el hombro.

—Jim, el amor no se trata de quién tiene más historia contigo o quién parece el más seguro. Se trata de quién te hace sentir que estás exactamente donde debes estar.

La miré, asimilando sus palabras. Tenía razón, pero ¿cómo encontrar esa respuesta en medio de tanta confusión?

—Gracias, Alize. No sé qué haría sin ti.

—Probablemente seguirías enredado en tu cabeza. Por suerte, tienes a la mejor amiga más sabia del mundo.

Me reí, sintiéndome un poco más ligero. Tal vez no tenía todas las respuestas aún, pero estaba empezando a ver un camino para encontrarlas.

un amor imposible Donde viven las historias. Descúbrelo ahora